¿Qué pasa cuando fuerzas políticas disfrazan a sus bases como " la sociedad civil." ? ¿No debemos los periodistas ser más cuidadosos y buscar a la verdadera sociedad civil? La formación política que se puede dar a través de la información tiene, entre sus objetivos, el de dotar a los lectores, oyentes o televidentes, de elementos críticos para que hagan una lectura activa de la información contaminada de propaganda que difunden los partidos.
En esa propaganda encuentran cabida todos los temas: cada candidato, o cada partido, se auto proclaman como los campeones de la justicia social, o de la transparencia, o como constructores de la paz y, desde luego, como los máximos líderes y representantes de la sociedad civil.
La información que maneja el periodista corre el peligro de reproducir esa publicidad:
Cuando se sesga a favor de un partido o candidato entonces deja de hacer información para hacer propaganda.
O cuando por falta de un ejercicio crítico, el periodista o el medio transcriben pasivamente el discurso de los partidos o de los candidatos.
El servicio que el receptor de informaciones políticas necesita y espera, se presta cuando en las redacciones se complementan, la independencia frente a los partidos y un trabajo informativo riguroso.
Documentación.
Cuidado con los poderes. Aquí está el más peligroso enemigo de una prensa libre. Para comenzar ningún diario debe intentar convertirse en un partido político escrito, cuyo poder e influencia se teman hasta el extremo de ofrecerle un ministerio a su propietario. Si se es periódico no se puede hacer otra cosa, ni se pueden servir otros intereses. Lo contrario es utilizar a los lectores en su provecho, cuando ellos ya dieron su contribución pagando el ejemplar del periódico.
Luego vienen los poderes fácticos y económicos. A veces " el enemigo está en casa," porque grupos económicos controlan el diario. En el mejor de los consuelos (para ingenuos) dirán que mantendrán su independencia, y sólo los emplearán como una inversión más.
En sí la prensa es, efectivamente el Cuarto Poder (sic) del Estado. En un país con un sistema democrático efectivo, que implica una madurez cívica, nadie podrá ser elegido para un cargo importante si no cuenta con un buen respaldo de los medios de comunicación. Y en su desempeño también lo necesitarán. Además, los medios de comunicación hacen que alguien sea conocido pueden levantarlo y también sepultarlo.
Mantener la respetabilidad y la cautela, también pueden atentar porque dan paso a la timidez y al conformismo. Un rebaño, o que todos piensen igual " porque es necesario el consenso," ponen afónica a la prensa.
Hernán Millas
En Relaciones entre Medios y Políticos. En Contribuciones, Fundación Adenauer, Buenos Aires, 1996. P. 45.