El 24 y 25 de julio fuimos atacados por simpatizantes de un partido político, incluidos diputados de esa agrupación y un colega falleció durante la persecución. Un grupo de periodistas decidimos dejar de cubrir a ese partido, pero se nos ha criticado por hacerlo y nuestros jefes han dicho que les demos cobertura. ¿Es ético tomar ese medida de presión en contra de los funcionarios de ese partido? Es claro que los periodistas tienen el derecho y el deber de protegerse cuando hay un peligro cierto pero también es evidente que ignorar un grupo político equivale a negar a los lectores una información que se les debe.
El relato mismo de los hechos de violencia contra los periodistas, debe ser mesurado y equitativo puesto que esta clase de acciones no son atribuibles a todo un partido sino a las personas que las protagonizan. Lo ético, en consecuencia, es informar para el servicio de todos los lectores que, en lo que concierne a los hechos políticos, necesitan un conocimiento completo de lo que esos partidos proponen y de lo que son ellos y sus candidatos. En efecto, las funciones que se les señalan a los medios son las de crear una comunidad informada, darle voz a la comunidad en la esfera pública, y contribuir a la formación de la agenda de asuntos que los políticos deben tratar y gestionar.
Documentación.
Para que la información pública sirva de base a una opinión pública activa y sofisticada, se requiere mucho más que un volumen abundante de mensajes.
En primer lugar que la información sea transmitida sin cortapisas, por tanto sin censura previa de autoridad ni menoscabo del derecho de informar. Como decía Milton en el siglo XVII: "dadme, sobre todas las libertades la de saber, pronunciar discursos y disentir libremente de acuerdo a mi conciencia." Con todo, las barreras que se pueden erigir para restringir la comunicación libre son múltiples e insidiosas: la razón de Estado y sus secretos, el desprestigio sistemático de las opiniones minoritarias, una excesiva concentración de los medios, ciertas pautas culturales que limitan el campo de lo decible o informable intereses corporativos que se protegen tras un muro inescrutable, etc. Por el contrario, la opinión pública autónoma sólo puede existir allí donde todos los poderes están su
En segundo lugar se requiere una infraestructura de medios que alcance a todo el territorio nacional y que no excluya a nadie del ejercicio de su derecho a la información. En tal sentido llamo la atención sobre el hecho de que la pobreza también es privación de información y por esa vía una forma de marginalidad.
En tercer lugar se requiere que exista una diversidad de medios y canales de transmisión de mensajes, condición imprescindible para que la opinión pública pueda informarse libremente, esté expuesta a fuertes alternativas de información y no caiga bajo el cerrojo del adoctrinamiento, de la manipulación sesgada, o de una limitada oferta de parte de los monopolios comunicacionales.
En cuarto lugar se requiere asegurar la calidad de la comunicación política, asunto que toca directamente a los profesionales que trabajan en los medios de información. Una información política de mala calidad - unilateral, sesgada, superficial o puramente retórica- crea una opinión pública mal informada y reduce la relación entre gobernantes y gobernados a un mero juego, sin incidencia en el curso de las políticas.
José Joaquín Brunner Ried.
En Comunicación y política en la sociedad democrática.Contribuciones. Fundación Adenauer. Buenos Aires, 1996. P. 10 y 11.