Consultorio Ético de la Fundación Gabo
29 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

En un periódico colombiano los columnistas recibieron una directiva en que se les prohibía escribir sobre los candidatos a la alcaldía local. ¿En qué queda la libertad de opinión si no se puede escoger el tema? El caso ha sido objeto de distintas miradas:
La del propio periódico que explica su posición como un mecanismo de equidad para con todos los candidatos. No ve justo que en las páginas de opinión unos candidatos tengan voceros y defensores y otros no por consiguiente excluye el tema de la agenda de sus columnistas.
Otra mirada destaca el derecho de los lectores a encontrar el punto de vista de los columnistas sobre los candidatos, como información útil para tomar sus propias decisiones. La función de la columna de opinión es la de poner al lector en contacto con opiniones más ilustradas y de peso que las comunes y corrientes. En este sentido el columnista se ve como un guía y un especialista. Según esto la directiva del periódico en cuestión privaría a los lectores de la guía de un especialista en materia electoral.
La tercera mirada es la de quienes califican el episodio desde el parámetro de la libertad de opinión. Para ellos, señalar desde la dirección del periódico sobre qué se puede opinar y sobre qué no, es un peligroso precedente y pertenece a esa clase de políticas editoriales que se sabe cómo comienzan pero no hasta dónde pueden llegar.
De estas distintas miradas resulta la necesidad de que el periódico cuente con columnistas equilibrados en los que la dirección pueda confiar a la hora de ofrecer a sus lectores una columna de opinión que ayude y oriente y no un simple e interesado ejercicio de propaganda electoral.

Documentación.

Considero que el periódico ha realizado una gran apuesta por el pluralismo informativo, entendido éste como la expresión de las diferentes ópticas que se tienen sobre la realidad. Basta constatar la heterogeneidad de firmas que componen su nómina de columnistas. Cada uno de ellos, al aceptar expresar su opinión en el espacio público que se le ofrece, acepta tácitamente las reglas de juego preestablecidas en el Manual de Estilo y Redacción. Y cuando yo acepto unas condiciones, sé cuáles son los límites dentro de los cuales me puedo mover. De allí surge el autocontrol.
No comparto la tesis del cambio en las reglas de juego. Creo que ellas están explícitas en el Manual. Cito textualmente: "las páginas de El Colombiano no deben utilizarse para que un periodista favorezca a un grupo político, económico ni un credo religioso, ni para buscar beneficios personales." (2.1.7) "Se consideran incompatibilidades e inhabilidades para los colaboradores de las páginas de opinión...utilizar el espacio para efectuar labores de proselitismo y propaganda."

Juan Luís Mejía, defensor del lector del diario El Colombiano, de Medellín.
En El filo de la Navaja, columna en la que se refirió al hecho que motiva la pregunta del estudiante limeño.

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