¿Qué hacer cuando la línea política del medio en que se trabaja la determinan los intereses políticos del propietario? Todo medio tiene derecho a mantener una línea política en su página editorial y en las de opinión. Los lectores se valen de las opiniones del periódico y de sus columnistas para ilustrar la suya, porque parten de la idea de que el columnista y, desde luego, el editorialista están más informados que el lector común. Algunos periódicos no adoptan línea alguna y se limitan a comentar la vida política sin tomar partido. Son dos formas legítimas de actuar frente a la política.
En cambio, en las páginas de información el periódico se debe a todos sus lectores, sean del partido que sean. Esta circunstancia le impone la norma ética y técnica de informar sobre todos los hechos políticos imparcialmente y sin sesgos partidistas. En estas páginas es completamente claro que el periódico no es del dueño sino de los lectores que lo necesitan.
Si esta elemental norma resulta desconocida por algún director, o jefe de redacción o editor, al periodista le quedan estos caminos:
Plegarse sumisamente y actuar en contra de su conciencia y de los intereses de los lectores a quienes se les debe una información equilibrada.
Rechazar en nombre de su ética profesional la línea propuesta por el periódico y acogerse a los derechos que consagra la Objeción de Conciencia en los países en donde la Constitución ha incorporado este mecanismo democrático.
O buscar el camino intermedio de hacer una información política de tal calidad, que satisfaga a todos sin convertirse en vocero de ninguno. En este caso la clave la da mirar el hecho político desde el punto de vista de los lectores y no desde los funcionarios, los candidatos o el dueño.
Documentación.
La información puede resultar tendenciosa si se resume la noticia de tal manera que se destaca sólo el aspecto que interesa al informador o a una tesis. Esto puede ocurrir entresacando una frase de una declaración con distinto valor en el contexto que aislada, o suprimiendo, por ejemplo, el final o cualquier parte de una entrevista que demuestra algo diferente de lo que la información tendenciosa pretende decir. Redactada así la información se aparta de la aproximación exacta a la verdad entera, o simplemente mutila la verdad.
Asimismo la colocación de una noticia dentro del espacio de un periódico o de un programa informativo puede ser tendenciosa. No es lo mismo informar desde la primera página de un periódico o en la hora óptima para la audiencia, que hacer lo mismo en una página que habitualmente leen pocos, o en una hora que se supone es poco accesible para el gran público. Por otro lado, una noticia importante que necesita extensión, puede ser lanzada tendenciosamente de una manera demasiado escueta, sin ningún relieve ni galas técnicas.
En ambos casos lo tendencioso puede expresarse de manera contraria, dando privilegio y extensión exagerada a una noticia que, objetivamente, no la merece o que interesa sólo a un público determinado.
La información tendenciosa puede realizarse también a través del enfoque de un comentario, tanto si una noticia es comentada sobre la marcha, es decir, mientras es narrada, como si el comentario se hace por separado. De una y otra forma se puede poner en duda la autenticidad o la veracidad de la noticia.
Este tipo de periodismo no es, desgraciadamente, un fenómeno excepcional, sobre todo en algunos medios de opinión y ambientes políticos.
Luka Brajnovic
En Deontología Periodística. Universidad de Navarra, Pamplona, 1978. Páginas 168 y 169.