Consultorio Ético de la Fundación Gabo
29 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Por qué el Nuevo Periodismo ha sido criticado por inventar hechos o detalles (por los recursos que utiliza) en algunos reportajes? Recuerdo que leí (ya traté de recuperar esa información pero no pude) que un periodista del New York Times ganó un premio por un reportaje creo sobre niños de la calle y después se comprobó que gran parte de los hechos que relataba eran falsos. ¿Hasta donde es permitida la subjetividad en el Nuevo Periodismo?
Es probable que usted se refiera al caso de Janet Cook, reportera del Washington Post que obtuvo el Premio Pulitzer con un trabajo sobre un niño consumidor de drogas, que resultó ser producto de la imaginación de la periodista, razón por la debió devolver el premio y ser objeto de una extensa columna del Defensor del Lector del periódico.
Este caso no tiene que ver con las técnicas de narración periodística aplicadas por el movimiento Nuevo Periodismo. Según sus promotores se trataba de mostrar los hechos con apego tan riguroso a cada uno de sus detalles que el lector pudiera verlos como espectador de primera fila, sin perderse aspecto alguno de esa realidad como se ve es todo lo contrario de inventar hechos o de permitir el predominio de lo sujetivo. Las críticas que recibieron los practicantes de este Nuevo Periodismo son explicables: al leer estos trabajos periodísticos se encontraban con productos tan elaborados, en que todos los detalles se podían apreciar como en una buena película o en una bien elaborada novela, que atribuían esa percepción de lo real a trucos de algún género de ficción. En realidad se trataba de u

Documentación.

Lo que me interesó no fue sólo el descubrimiento de que era posible escribir artículos muy fieles a la realidad empleando técnicas habitualmente propias de la novela y el cuento. Era eso....y más. Era el descubrimiento de que en un artículo, en periodismo, se podía recurrir a cualquier artificio literario, desde los tradicionales dialoguismos del ensayo hasta el monólogo interior y emplear muchos géneros diferentes simultáneamente, o dentro de un espacio relativamente breve... para provocar al lector de forma a la vez intelectual y emotiva...
Me gustó la idea de arrancar un artículo haciendo que el lector, a través del narrador, hablase con los personajes, se insolentase con ellos, les insultase, les hostigase con ironía o superioridad o lo que fuera. ¿Por qué pretender que el lector se quede tumbado y deje que los personajes vayan llegando de uno en uno como si su mente fuera una barra giratoria de entrada al metro? Pero yo era democrático acerca de eso, de veras que lo era. A veces me metía yo en el artículo y jugaba conmigo mismo. Podía convertirme en "el hombre del borsalino marrón," un enorme y algo policial sombrero italiano que usaba entonces, o el hombre de la corbata Big Lunch. Escribía sobre mí en tercera persona por lo general como si fuera un espectador perplejo o alguien que pasa por la calle, lo que era con frec
La voz del narrador, de hecho, era uno de los grandes problemas en la literatura de no-ficción. La mayoría de los escritores de no-ficción, sin saberlo, lo hacían en una tradición en que se daba por entendido que el narrador debe asumir una voz tranquila, cultivada y, de hecho, distinguida...
Eso no tenía nada que ver con la objetividad y la subjetividad, o asumir una postura o un compromiso: era una cuestión de personalidad, energía, empuje, brillantez...La voz del periodista medio tenía que ser como la voz del locutor medio...un ronroneo, un zumbido.
En vez de presentarme como el locutor radiofónico que describe la gran parada, me deslizaba lo más rápidamente en las cuencas del ojo, como si dijéramos, de los personajes del artículo. Con frecuencia cambiaba el punto de vista en mitad de un párrafo o incluso de una frase....A veces utilicé el punto de vista para entrar enseguida en la mente del personaje, para vivir el mundo a través de su sistema nervioso central a lo largo de una escena determinada. Al escribir sobre Pil Spector ("El primer magnate adolescente") comencé el artículo no sólo dentro de su mente sino con un virtual monólogo interior. Una de las revistas de información consideró aparentemente mi artículo sobre Spector como una proeza inverosímil, porque le entrevistaron y le preguntaron si no creía que este pasaje era simp

Tom Wolfe
En El Nuevo Periodismo. Anagrama, Barcelona, 1998.- Páginas 26, 27 y 29.

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