Disculpe el seudónimo impuesto por las circunstancias. Conocí el caso de un colega que, cuando adelantaba una investigación para su medio, debió suspenderla porque fue amenazado de muerte. Al averiguar a fondo, encontró que el tema que investigaba afectaba los intereses de personas muy cercanas a los dueños del medio. Ante esto, ¿qué hacer? Mi amigo pensaba en renunciar, pero también contempló la posibilidad de seguir, aunque siente que con las manos atadas. ¿Revelar los datos a otro medio? ¿Olvidar el asunto? R.- Hay varios hechos que, precisados, pueden orientar:
¿De quién es la información? Es claro, y así lo confirman los códigos y manuales de estilo, que la información es un bien público que nadie puede considerar ni manejar como una propiedad particular. La información se le debe al lector y su propiedad es de toda la sociedad. Cuando en defensa de sus intereses algún particular silencia o manipula una información está incurriendo en una usurpación, aunque sea el dueño del medio. Sean propietarios o accionistas, la empresa periodística está al servicio de los lectores. Es cierto que los propietarios corren los riesgos de toda empresa y reciben ganancias cuando el negocio los produce porque les corresponde manejar con sabiduría su negocio; pero nada de esto les da derecho a manejar la información para su beneficio. Por eso, todo director de periódico o medio informativo que se respete, advierte a los propietarios o accionistas, que su cargo requiere una total independencia informativa y que la propiedad de la información de ninguna manera se le transferirá a nadie distinto de los lectores y, por tanto, de la sociedad. El periodista al informar profesionalmente no defiende los derechos de la empresa ni los de los empresarios, sino los de los lectores. Es, pues, el responsable de la defensa y realización del derecho a ser informados, de todos y cada uno de los lectores. En consecuencia, la información que el periodista investiga, redacta y difunde es del lector. A él se debe el periodista, para él prepara un trabajo de calidad, pensando en él selecciona los temas, los investiga y desarrolla. Nadie debe interferir en esa relación.
Sobre estas bases pueden tomarse decisiones en casos como este. Renunciar es la última opción, cuando se vuelve imposible la defensa del derecho a la información. La defensa de ese derecho supone la lucha para no dejarse atar las manos. Lo importante es que la información llegue, no importa el medio que se utilice; y puesto que es asunto que tiene que ver con la identidad profesional, así debe resolverse. Sería irresponsable y una forma de fuga, olvidar el problema para resolverlo.
Documentación
La principal diferencia entre los periódicos y otras empresas comerciales es que los periódicos ejercen una gran influencia sobre el público. El público depende de los periódicos como su fuente de información y como base de sus juicios sobre los eventos y problemas públicos. De esta distinción surge el carácter público de la empresa periodística y el estado social especial de los periodistas. La realización de su responsabilidad y orgullo por los periodistas es fundamental para asegurar este estado especial.
Cánones del periodismo en Japón. A VI.
La profesión del periodista está investida para ir de la mano con otras profesiones y está, mucho más que otras profesiones, entrelazada con las líneas del servicio público. El periodista no puede considerar su profesión rectamente a menos que reconozca su obligación con el público.
Declaración de principios de los periodistas de Missouri, Estados Unidos.
El periodista sitúa el interés general por encima de los intereses particulares y sobre la consideración de las personas.
Código de honor de los periodistas franceses. A 18.
En el periodismo la información se comprende como un bien social y no como un simple producto. El periodista por tanto es responsable no solo frente a los que dominan los medios de comunicación, sino, en último análisis frente al gran público.
Código Internacional de Ética Periodística, Unesco, a 3.-