Consultorio Ético de la Fundación Gabo
29 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Se impone el derecho a la vida o el derecho a la información? Como ya se ha explicado en otras ocasiones, los derechos no se absorben o anulan entre sí, de modo que se pueda decir que el derecho a la vida en algún momento pueda eliminar el derecho a la información o viceversa. Ningún derecho desaparece aplastado por la primacía de otro, sino que se armonizan de modo que todos están al servicio de la dignidad del ser humano.
Si ese es su objetivo, carece de sentido pensar que el ejercicio de un derecho vaya en perjuicio de otro derecho. El derecho a informar pierde su razón de ser si pone en peligro una vida humana porque se informa, precisamente, para urgir y defender los derechos de las personas. Puesto que vida e información son dos elementos necesarios para el ser humano, la aplicación de los derechos correspondientes impone su armonización y complementación para la preservación de estos bienes.

Documentación.

El desafío intelectual mayor, ético y jurídico, es siempre coordinar los derechos humanos. Y el esplendor mayor también. Y también el origen de las mayores dificultades. El reto es, por ejemplo, coordinar el derecho a la información, el derecho a la vida, el derecho al honor, el derecho a la intimidad y vida privada, el derecho a la propia imagen.
Las posiciones que, de una manera u otra, sostienen, por ejemplo, que el derecho a la información prevalece sobre el derecho a la vida, o sobre el derecho al honor, o sobre el derecho a la intimidad están invitando a que el derecho a la información, por su prevalencia, devore total o parcialmente otros derechos humanos. El mismo efecto devorador se produce si se mantiene la posición contraria, es decir, que el derecho a la vida, al honor, a la intimidad y vida privada son prevalentes respecto al derecho a la información.
Lo que parece más acorde con la naturaleza y el sentido de los derechos humanos es que vivan, convivan, coexistan entre sí íntegramente. No se puede olvidar que todos los derechos humanos son genéricamente derechos y específicamente se refieren al hombre. Tienen al hombre como titular de la forma más profunda posible. Explicitan la radical igualdad, unidad, dignidad del hombre. Por eso no pueden ser contradictorios, ni oponerse dialécticamente, ni destruirse recíprocamente.
El sentido final de los derechos humanos es la armonía. No su sacrificio. No su mutilación. No su desmembramiento.

Carlos Soria
La Ética de las Palabras Modestas.
Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, 1997. Páginas 44, 47, 48.

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