Por la polarización política los partidos políticos nos saturan a diarioen la televisión con una programación agresiva de ataques de unos contraotros.
¿Existe en el mundo un organismo que sancione estos abusos? ¿Por qué noactúan en nuestro caso? ¿Será ético apagar la televisión como manera deescape? No existe un organismo internacional en algunos países operancomisiones nacionales de televisión que tienen esa función: pero a lalarga resultará más efectiva la conciencia de los receptores deinformación sobre sus derechos y sus deberes que, asumidos, tienen lafuerza suficiente para cambiar el mundo de la comunicación.
En efecto, si los partidos políticos introducen en los medios unoscontenidos que chocan con lo que el receptor necesita o prefiere, esporque a quienes emiten información no les importa el receptor mas quecomo un sujeto pasivo, sin iniciativa y sin interlocución que sólotiene la opción de apagar o de cambiar de canal. Esta situación comienzaa cambiar cuando el receptor entiende que tiene el derecho a serinformado el cambio sigue cuando decide reclamar ese derecho, y llega aun momento importante cuando busca los medios para reclamar y hacer realese derecho. Es lo que está sucediendo en las ligas de televidentes que,a su vez, promueven la alfabetización en medios, los observatorios demedios y las acciones colectivas para apoyar, o sugerir o rechazarcontenidos en los medios.
Estas acciones se pueden mirar como el comienzo de un cambio que traeráconsecuencias porque de la operación autocrática de los dueños ydirectores de medios - que no tiene en cuenta la audiencia- se estápasando a una gestión democrática en que los receptores de informaciónrecuperan su palabra y su ingerencia en la agenda de los medios.
Documentación.
¿Puede seguir el público considerándose ajeno al proceso de comunicacióny su participación en los medios como una intromisión? Del derechohumano a la información se siguen una serie de derechos que afectanobviamente al funcionamiento de los medios de comunicación, uno de loscuales es precisamente el derecho a la participación del público. Dealgún modo, empresarios y profesionales están obligados a fomentar esaparticipación del público así como a facilitar las vías que la haganposible y habitual, cualquier contribución en este sentido debe serconsiderado como un ejercicio de autorregulación.
Pero todavía es posible dar el último paso en relación con el papel queel público debe jugar en el ámbito de la comunicación. Dado que estitular a un derecho humano a la información y que tiene unprotagonismo propio en el proceso comunicativo, su participación nosólo constituye un derecho sino también una obligación. Es cierto quedispone de poco margen para hacerlo, pero en la medida en que puedeelegir y actuar, por poco que sea, también tiene una parte deresponsabilidad en la tarea de mejorar la comunicación, de lograr que seajuste más a sus valores y principios éticos. No sólo cabe hablar deuna ética del periodista y de la empresa de comunicación, sino tambiénde una ética del público, una ética de los usuarios de lacomunicación.
Hugo Aznar.
Comunicación Responsable. Ariel, Barcelona, 1999.Páginas 166-167.