¿Hay alguna manera de combinar ética con el trabajo en un gabinete de prensa? El deber ser que señalan los códigos de ética y los manuales de estilo es el del periodista que tiene como máxima prioridad, en cualquier trabajo que desempeñe, el servicio de sus lectores.
Ese deber ser se enmarca en circunstancias variadas: es el caso del periodista jefe de redacción, o editor general, o director del medio que, por su cargo, están más cercanos a la empresa que a los lectores y a la comunidad. A pesar de esa proximidad a unos intereses que, con frecuencia, se contraponen a los de los lectores, su deber ser no desaparece tampoco tiene por qué entrar en radical oposición con los intereses de la empresa, sino que deben conciliarse y, de hecho, el cumplimiento fiel de sus tareas como periodistas convierte a estos ejecutivos en elementos positivos y de gran valor para la empresa porque elevan la calidad del producto informativo.
Otro caso es el del periodista, jefe de prensa de algún ente privado u oficial: ministerios, presidencia, gobernación, alcaldía, gran empresa, etc. Los valores éticos profesionales le imponen un trabajo de calidad porque le señalan la misma prioridad que al funcionario del que depende: el servicio de la ciudadanía, o de la clientela.
Ese servicio se hace más eficaz en el caso del periodista, por la vía de la información. Es un deber ser que desaparece cuando funcionario o periodista olvidan que tienen el mismo jefe y la misma prioridad: la ciudadanía. En ese caso, tanto el cargo oficial como la función del periodista, se desnaturalizan y pierden toda la dignidad que da el servicio público.
En conclusión: la dignidad y calidad del trabajo periodístico, la dan las intencionalidades del periodista, no su cargo.
Documentación.
La idea de que los periodistas prestan un servicio a los ciudadanos continúa estando muy arraigada entre los propios informadores. Ante la pregunta: ¿para quién trabajas? Todos los periodistas dieron una respuesta particularmente significativa. En una encuesta realizada en 1999 por el CCV (Committee of Concerned Journalists) en colaboración con el Pen Research Center for the People and the Press, más del 80 por ciento dijeron que "hacer del lector tu primera obligación, era un principio fundamental del periodismo". En unas entrevistas en profundidad realizadas por profesionales especializados en sicología evolutiva, más del 70 por ciento de los periodistas dijeron que el lector era el primero al que debían lealtad, por delante de su patrono, de ellos mismos, de su profesión e, incluso, de su familia.
"Yo siempre he trabajado para la gente que enciende el televisor", ha dicho Nick Clooney, que ha sido presentador en Los Angeles y en muchos otros lugares. "Siempre, cuando he tenido una discusión con el director general o algún miembro de la jutna directiva les he dicho: Yo no trabajo para ustedes. Ustedes me pagan, lo cual les agradezco, pero la verdad es que yo no trabajo para ustedes, y si se trata de una cuestión de lealtad, mi lealtad estará con la persona que enciende el televisor. Cuando he dejado esto claro, jamás me lo han cuestionado".
Cuando el Times se convirtió en el periódico más influyente de Nueva York y del mundo, se siguió el modelo de Joseph Ochs, que relegaba los aspectos empresariales a un segundo plano con la idea de que anteponer al lector a los intereses económicos y políticos inmediatos, era la mejor de las estrategias económicas a largo plazo. Por ejemplo, tras comprar el The Washington Post en 1933, Eugene Meyer esbozó un conjunto de principios en los que se declaraba, entre otras cosas, lo siguiente: "en su búsqueda de la verdad este periódico estará preparado para sacrificar su fortuna material si es que ello es necesario para el bien público".
Bill Kovach y Tom Rosenstiel
Los Elementos del Periodismo. Ediciones El País. Aguilar, Altea, Taurus Alfaguara. Bogotá, 2003. Páginas 73,74,75.