Es frecuente que los nombres de las víctimas de violencia familiar o violaciones sean dados a conocer por los medios, aún cuando a ley establece su anonimato en el caso de menores de edad o cuando las familias agredidas no desean que se conozca su identidad. Los medios alegan la pertinencia de la información sobre esa identidad. ¿Qué elementos éticos se tienen en cuenta frente a estas situaciones? Las víctimas tienen derechos que la prensa debe respetar en tanto no se amenace o ponga en peligro algún interés público.
En principio, si la ley protege los nombres y rostros de los menores y de las víctimas de una violación, el periodista está en la obligación de acatar la norma legal.
Un sobredimensionamiento del derecho a informar hace creer al periodista que tiene el derecho a informarlo todo y que el receptor tiene el derecho a conocerlo todo. Los errores a que ha dado lugar ese concepto de la libertad de información, han enseñado que una cosa es informar para responder a la curiosidad de las personas, y otra es la tarea de dar a conocer lo que responde a los intereses de lectores, oyentes o televidentes. Las informaciones que sólo responden a la curiosidad del público, o al propósito de vender más o de aumentar la sintonía, no se justifican y acaban por restarle espacio y oportunidad a las noticias que los receptores necesitan y que la prensa les debe.
De hecho, ningún medio puede dar todas las noticias y se impone la necesidad de seleccionarlas. Uno de los criterios básicos para hacer esa selección inevitable, le da prioridad a las informaciones que la sociedad necesita por sobre las noticias que reclaman los curiosos.
Documentación.
Imaginemos que el más reciente y completo de los medios, la televisión, se ocupara continuamente de transmitir en directo lo que pasa en la calle, eso que el pintor Solana llamaba la vida- y que por distintos canales pudiéramos conectar con la vida en nuestra ciudad y en las principales capitales del mundo así como en algunas zonas rurales con servicio de transmisión tendríamos la sensación de algo difuso, inacabado, aburrido. Nos recordaría quizás las imágenes de las operaciones de salida o de retorno por las carreteras en fechas de vacaciones, sólo que más pobres. No sólo saltaría a la vista la necesidad de que alguien seleccionara lo más interesante, sino de que aquellas realidades que teníamos a la vista se apretaran, concentraran, activaran...
...la interpretación de la realidad como un conglomerado de noticias responde a una expectativa pública y a necesidades técnicas. La realidad social, verdadera, se diluye a lo largo del día y de la noche y parece lenta, aburrida, difusa. No es posible entrar en contacto expectante con ella a horas fijas. Corresponde, por tanto, a la actividad profesional llamada periodismo, dar de la realidad social presente una versión concentrada, dramatizadora, sugestiva, que escoja lo más interesante de todo lo que se sepa que ha ocurrido y hasta lo retoque para ajustarla a las necesidades de tiempo y espacio.
Lorenzo Gomis.
Teoría del Periodismo. Paidos. Barcelona, 1997. Páginas 17 y 18.