¿Cuál es el comportamiento adecuado del periodista frente al lenguaje? ¿Defenderlo o hacer la vista gorda? Cuando los códigos y los Manuales de Estilo urgen un manejo apropiado del idioma, defienden un poderoso factor de credibilidad. Así lo demostró la encuesta de ASNE (la Asociación Nacional de Editores de Periódicos de Estados Unidos) en 1998, sobre las causas de la pérdida de credibilidad de los periódicos. La primera causa denunciada por los lectores fue el mal manejo de la ortografía y de la sintaxis por parte de los periodistas. La frecuencia de esos errores se miró como una degradación del oficio. El lector entiende que el instrumento del periodista es el idioma, como el instrumento del cirujano es el bisturí, el del ingeniero la regla de cálculo y el del abogado los códigos de leyes. Como ellos, el periodista debe conocer todo lo relacionado con su instrumento de trabajo que es el idioma.
"El constante asedio al idioma impone una reflexión. Lo que está en riesgo es una de los fundamentos de nuestra cultura". Manual de Estilo de La Nación. Buenos Aires. Página 178.
"Es natural que el periodista deba acatar todas las reglas de gramática y sintaxis, señaladas por las autoridades del idioma". Manual de Redacción de El Tiempo. Bogotá. A 301.02.
"El periódico se escribe en castellano y la regla general es que no deben usarse palabras de otras lenguas... mientras existan sinónimos en castellano". Manual de Estilo. El País, Madrid. A 2.4.
"El Nacional debe ser el paradigma del periodismo moderno. Por lo tanto, en el manejo del idioma se eliminarán las locuciones que impliquen usos inapropiados (barbarismos, muletillas, frases hechas, lugares comunes, etc.)". Manual de Estilo de El Nacional. Caracas.
Los redactores y editores de El Colombiano tienen la obligación de manejar muy bien el idioma, de escribir con corrección y propiedad, como una contribución a la educación de los lectores y a la realización de informaciones bien escritas". Manual de Estilo y Redacción de El Colombiano. Medellín. Página 63
Documentación.
"Me atrevería a sugerir ante esta sabia audiencia que simplifiquemos la gramática antes que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas, a las que tanto debemos, lo mucho que tienen todavía que enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los ques endémicos, el dequeísmo parasitario, y devolvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas váyamos en vez de vayamos, cántemos en lugar de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites
Tanto revuelo causaron estas palabras de Gabriel García Márquez, que se vio obligado a aclararlas en una entrevista con Joaquín Estefanía, en el diario El País de Madrid. He aquí algunas de sus frases:
"Mi ortografía me la corrigen los correctores de pruebas. Si fuera un hombre de mala fe diría que esta es una demostración más de que la gramática no sirve para nada. Sin embargo la justicia es otra: si cometo pocos errores gramaticales es porque he aprendido a escribir leyendo al derecho y al revés a los autores que inventaron la literatura española y a los que siguen inventándola porque aprendieron con aquellos. No hay otra manera de aprender a escribir... Dije y repito que debería jubilarse la ortografía. Me refiero, por supuesto, a la ortografía vigente, como una consecuencia inmediata de la humanización general de la gramática".
Alex Grijelmo.
Defensa apasionada del idioma español. Taurus, Madrid, 1998. Páginas 25 y 26.