Consultorio Ético de la Fundación Gabo
22 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

En las campañas electorales se ha puesto de modo ofrecerle un trabajo extra al periodista, para escribir discursos, redactar boletines de prensa, preparar ruedas de prensa o documentos de difusión pública. Son propuestas atractivas porque pagan bien al periodista que, en los medios, reciben una mala paga.
¿Cuál es el punto de vista ético sobre esto? Está en juego la independencia. El dilema que se plantea en este caso es claro: o la independencia, o la aceptación de un ingreso que compense un mal salario. No siempre es posible tener los dos extremos del dilema. La realidad de la vida de los periodistas muestra como regla general, que son mal retribuidos en las empresas periodísticas y que son asediados de modo constante por quienes quieren comprar su conciencia profesional.
Cuando el periodista cede a la presión del ofrecimiento económico, lo mismo que quien cede a la presión de las amenazas, produce un daño social de incalculables consecuencias porque permite que, con su aval, se engañe a la sociedad entera. La credibilidad del periodista y del medio se ponen así al servicio de los políticos ineptos y corruptos, o de gobernantes mediocres y dañinos. Este es un daño que afecta a la sociedad y al periodista, o al medio mismo.
El receptor de información da por supuesto que el periodista y el medio están prioritariamente a su servicio y no al de los poderosos. Por tanto, la sola sospecha de que el periodismo está movido por unos intereses y que el periodismo ha sido comprado, basta para que todas sus informaciones sean miradas con desconfianza. En esa situación, el periodista y el medio se convierten en elementos desechables y sin peso moral alguno.
Documentación
No es honesto un medio que omite la información que podría sostener la tesis contraria a la que predica. Hay silencios tan grandes que se convierten en mentiras.
Cuando un medio cuenta un solo lado de la moneda, otro medio cuenta el otro lado para equilibrar cargas y así se van profundizando narrativas opuestas, alejadas de la realidad.
En medio de la precarización laboral que caracteriza al sector, está el periodista, solo, con su paupérrimo salario. Con dependencia laboral de por medio, el periodista puede verse obligado a adherirse a una línea editorial que no comparte, o incluso rechaza y a poner su trabajo al servicio de ella.
En Argentina un proyecto de ley en discusión, propone reconocer el derecho de los periodistas profesionales, sin perjuicio alguno, a negarse a participar en la elaboración y o difusión de informaciones contrarias a sus principios éticos de la comunicación en el medio al cual están involucrados laboralmente.
Se pretende así proteger la independencia del periodista cuando el empleador exige resultados conforme a una cierta orientación ideológica. Ningún trabjador debe violar las normas de la empresa que lo contrata, pero en casos de cambios extremos de orientación ideológica de un medio, el periodista debe poder abandonarlo, indemnización mediante.
Laura Gil: Conciencia periodística. El Tiempo, Bogotá, 13-05-2015

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