Los medios argentinos no han implementado la figura del Defensor del Lector. ¿Falta autocrítica o conocimiento sobre el tema? Como sucede en todos los países en donde aún no se tiene la experiencia del Defensor del Lector, la dificultad es doble:
Un conocimiento escaso de esa figura, alimenta los prejuicios: que restringe la independencia del medio y de los periodistas que son personas moralistas en exceso, que son agresivos con los lectores o con los propios periodistas, que trabajan para quién les paga, o sea la dirección del periódico.
No es menos importante la otra razón: no existe una fuerte cultura de la autocrítica y de la rectificación, por tanto, la presencia en la redacción de alguien que, de buena o mala manera, provee esa autocrítica, genera dificultades que solo se pueden sortear con un cambio de mentalidad dentro de la redacción.
Documentación.
A menudo se dice que los ombudusman se crean para obtener estas ventajas: mejorar la imagen del medio y evitar conflictos mayores. Si se crea esta figura como expresión de un compromiso ético y de ellos se siguen ciertas consecuencias positivas, no cabe ningún reparo. No puede haber inconveniente alguno en que el compromiso ético de un medio le acarree ventajas. Sin embargo no es lo mismo que se cree únicamente para obtener esas ventajas siendo el compromiso ético puramente instrumental y aparente.Esto nos lleva a la más seria objeción: que es difícil que el ombudsman realice una crítica independiente y valiente del mismo medio en que trabaja y que le paga.
En principio no hay razón para dudar de la honestidad de todos los que han ocupado ese cargo. Si su labor depende de sus cualidades personales y profesionales y del grado de compromiso ético de cada medio, no resulta adecuado hacer juicios demasiado globales.
Hugo Aznar.
Comunicación responsable. Ariel, Barcelona, 1999. Páginas 186-187