Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Qué ocurre cuando un medio de comunicación guía las agendas gubernamentales?Para resolver un problema el gobierno debe salir en el periódico. Una situación así plantea preguntas provechosas para el periódico:¿Se ha convertido el periódico en un medio de propaganda para los altos funcionarios?
De ser así, sería evidente que el periódico ha renunciado a su independencia crítica y que ha abandonado la posición que le corresponde que es la de estar del lado de la población.También sería evidente que no ejerce su función fiscalizadora del poder.¿Está dando el periódico una información completa sobre la totalidad de las necesidades y requerimientos de la población?
Lo normal es que la agenda de los gobernantes no coincida ni con la de los gobernados, ni con la de los medios de comunicación. Esto genera una saludable tensión dinámica y democratizadora en que los medios y población presionan para que la agenda del gobierno cambie sus prioridades o incluya temas que el gobernante ha excluido.

Documentación.

¿Cuál es la función de los medios de contribuir a la agenda de asuntos que interesan a la política?
En una formulación que ha llegado a ser clásica se ha señalado que "los media, al describir y precisar la realidad externa, presentan al público una lista de todo aquello en torno a lo que hay que tener una opinión y discutir". Llamamos asuntos públicos, precisamente, a esos recortes selectivos de la realidad que ingresan en la esfera de las preocupaciones compartidas por la gente.
El supuesto que subyace a este enfoque - proveniente de la teoría y el análisis de las comunicaciones masivas - es que los públicos se vuelven conscientes o ignoran, ponen atención o descuidan, enfatizan o pasan por alto, elementos específicos de la realidad circundante como resultado de la acción de la prensa, la televisión y los demás medios de información.
En su versión extrema, que suele ser adoptada por el personal político, llega incluso a sostenerse que la gente tiende a incluir o a excluir de su propio conocimiento lo que los medios incluyen o excluyen de su propio contenido. Y que la importancia atribuida por el público a los diversos tópicos refleja simétricamente el énfasis atribuido por los medios masivos a los acontecimientos, a los problemas y a las personas.
Bajo este supuesto no debe sorprendernos que la política y sus actores principales busquen establecer una relación casi simbólica con los medios, o bien, cuando eso no es posible, se establezca entre ambos una competencia conflictiva por la determinación de la agenda pública.
(...)Resulta evidente que los medios de comunicación no pueden por si solos tematizar los asuntos públicos, pues operan en un territorio de significados previamente demarcado por factores socio-culturales y político-institucionales. De hecho para ingresar a la agenda y alcanzar visibilidad y permanencia ante la opinión pública, los asuntos necesitan adecuarse no solo a los intereses comunicativos de los medios sino, además, a criterios de relevancia interna de las personas, a criterios de relevancia comunitaria y a las propias percepciones que los individuos y los grupos tienen sobre el estado de la opinión pública.
Lo anterior impone a los medios masivos de información la necesidad de sintonizar finamente con las preocupaciones de la gente, sobre todo si desean influir sobre ella y cumplir su función representativa de los diversos grupos que aspiran a incorporar sus intereses y anhelos en la agenda política.

José Joaquíb Brunner Ried.
Comunicación y política en la sociedad contemporánea. Contribuciones 2, 1996.- Fundación Adenauer. Buenos Aires. Pág. 14 y 15.

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