Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Por qué la ética no sirve para zanjar ningún debate? ¿Somos libres de elegir lo que nos pasa? ¿Trata la ética de órdenes, caprichos o costumbres? ¿Por qué? Toda decisión ética es un ejercicio de libertad. Alguno sostiene que es el máximo ejercicio de la libertad. En efecto, lo ético no puede ser impuesto por nadie su naturaleza endógena convierte a cada ser humano en su propio legislador y en su propio juez. Lo que no quiere decir que la ética llegue a ser la expresión de un capricho y que haya tantas éticas como personas.
Aristóteles definió la ética como la obediencia a la propia naturaleza, de modo que lejos de ser una decisión caprichosa o sujetiva, es obediencia a esa condición del ser humano que es su naturaleza inteligente y sociable. Esto convierte el ejercicio de la ética en una exploración permanente de la naturaleza humana. La ética, en efecto, conduce a un descubrimiento de la naturaleza.
Como se ve, la ética ni es una orden recibida de alguien , ni es un capricho de cada persona en cambio las costumbres son un atisbo de lo ético. De hecho, alguna definición de ética la muestra como la ciencia de las costumbres, y Hegel escribió sobre la eticidad de las costumbres porque en ese consenso de un grupo humano que a lo largo de generaciones conserva y valora una manera de vivir, se puede hallar, como apoyo y fundamento, un valor ético. La costumbre, al contrario de la moda, sobrevive a los cambios y a las generaciones, cuando está fundada sobre valores tan inalterables y permanentes como la naturaleza humana.

Documentación.

La eticidad no es sino un aspecto o manifestación de la libertad. No hay ética sin alternativa, sin posibilidad, sin ambigü edad, sin capacidad de opción y transformación: sin libertad, en efecto.
El hombre es ético en su ser mismo: no se le concibe, en tanto que humano, sin eticidad. Pero tampoco se comprende lo ético si no se le ve implantado en el fondo de la naturaleza humana. La moralidad no es algo externo, ni tampoco algo eventual, superfluo o meramente formal. Reconocer el carácter ontológico de la moralidad es reconocer su carácter inmanente, intrínseco al hombre y a su propia condición. La significación ontológica de la ética hace posible la autonomía de la ética.
Lo universal y permanente no es, desde luego, ninguna tabla de valores, ninguna ley moral. Es evidente que las morales son todas históricas y plurales. No así la moralidad constitutiva o eticidad: esta es una nota constante de la naturaleza humana. En tanto que el hombre es hombre, no existe la a-moralidad en sentido estricto, que sería la total indiferencia. La existencia humana transcurre neutra o descalificada, por eso es libre y no fatal o necesaria. Cambian todas las morales y todos los valores, lo que no cambia es la necesidad de valorar, de preferir y de actuar en razón de lo que se considera lo mejor, se conciba como se conciba.. el hombre puede ser moral o inmoral, bueno o malo, de acuerdo con los valores que asuma. Pero en uno u otro casos no deja de ser intrínsecamente ético.

Juliana González
ética y Libertad. Fondo de Cultura Económica. México. 2001.-Páginas 306-307

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