Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Al igual que muchos artículos de consumo masivo, los noticieros deberían informar sobre su contenido: 45% de violencia, 20% de deportes, 15% de sexo, etc. ¿Esto es éticamente correcto? El contenido de un noticiero no es un artículo de consumo masivo, sino un servicio público. Allí está formulada una característica fundamental y una diferencia específica de la información periodística.

Cuando la información se maneja como artículo de consumo, la actividad periodística queda sometida a leyes que la desnaturalizan y que la hacen perder su dignidad, como estas:Es noticia lo que más le gusta al público. Que es la lógica propia de cualquier negocio, cuya prosperidad depende del acierto para interpretar los gustos del consumidor. El periodista no está para darle gusto a nadie, sino para informar a todos, consciente de que hay informaciones que gustan y otras que no. Su talento no se dirige al descubrimiento de gustos sino de intereses y necesidades públicas.
Hay noticias que venden y otras que no. Por tanto hay que buscar y desarrollar las primeras. Cuando están guiados por esta ley comercial, los noticieros combinan violencia, sexo y diversión para atraer al público que desea esos elementos, pero no para mostrarle la realidad. La historia de cada día es más compleja que eso abarca esos elementos pero no sólo eso ellos hacen parte de la realidad, pero interrelacionados con otros hechos reales, que es lo que un buen periodismo revela y pone a disposición de los receptores de su información.
El periodismo se limita a reflejar la realidad como si se tratara de un espejo. Esta ley es la que alegan los periodistas que conciben la realidad como la suma de unos hechos sensacionales y escandalosos. Liberado de esa ley, el periodista entiende que la realidad es más amplia y que su reflejo no es el mismo que se vería en un espejo. El periodista, más que ver y oír, piensa, analiza, concluye, es decir, asimila la historia como un proceso en que los hechos se interrelacionan y pueden ser guiados por el conocimiento y la voluntad.En conclusión: los porcentajes de informaciones de un noticiero no deben estar determinados por los gustos de los consumidores, como los elementos que se combinan en una pizza o en un coctel son la historia de cada día, y el conocimiento de los intereses de la audiencia sumado a la voluntad de servir sus intereses, dan por resultado los criterios para determinar el contenido de un espacio periodístico.

Documentación.

Los medios no sólo transmiten, sino que preparan, elaboran y presentan una realidad que no tienen más remedio que modificar cuando no, formar. El medio no es un espejo porque el espejo no toma decisiones, sino que refleja simplemente lo que tiene ante sí, mientras los que animan los medios adoptan decisiones, siguen una política, luchan con la falta de tiempo, la distracción de los colaboradores, la limitación de recursos. No será noticia probablemente lo que no tenga imagen con que aparecer en el telediario y eso dependerá de si ocurre en una ciudad con un equipo de cámaras en el lugar adecuado y en el momento oportuno.

La metáfora del espejo evoca igualmente una inmediatez: es lo que en aquel momento está delante, lo que refleja. Mientras que el presente social que ofrecen los medios raramente ocurre en ese momento, sucedió horas antes, un día, dos, acaso más. E incluso las imágenes que se mueven ante nuestra vista sólo en menos de la mitad de los casos corresponden al mismo día. Eso cuando no ha habido que añadir un sonido imaginario a una película que carece de él o agrupar imágenes significativas para producir la impresión que se supone se trata de producir.

Tampoco da cuenta de la realidad la metáfora de la ventana. Una ventana da a una realidad exterior a los espectadores e independiente de ellos. Pasa lo que pasa, no lo que nosotros decidimos que está pasando. Mientras los medios deciden qué está pasando, qué imagen de la realidad exterior van a producir y ofrecer a sus espectadores. Lo que los medios presentan no es ni un espejo, ni una ventana.

Esas dos metáforas no tienen en cuenta la mediación del lenguaje, que es esencial en los medios de comunicación, especialmente cuando se trata de transmitir información. El lenguaje es capaz de hacer presente una diversidad de objetos que se hallan ausentes aquí y ahora. Gracias al lenguaje una acumulación enorme de experiencias y significados puede llegar a objetivarse aquí y ahora. Todo un mundo puede actualizarse en cualquier momento gracias al lenguaje.

Lorenzo Gomis.
Teoría del Periodismo. Paidos, Barcelona. 1997. Páginas 16 y 17.

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