¿Qué lugar deben dar los medios a aquellos discursos que atentan contra la democracia, con contenidos que pueden rozar con la apología del crimen o de acciones terroristas?
¿Si no se les da espacio, se cae en la censura? ¿Qué se debe priorizar, la libertad de expresión o la custodia de los principios democráticos? Un discurso democrático o antidemocrático no hacen una realidad completa, por eso cuando la información se limita a la reproducción de uno u otro discurso, se da una versión incompleta de la realidad. Las dictaduras sólo propician la difusión de su propio discurso, y se les parecen las democracias que hacen lo mismo y que, por tanto, silencian a quienes se les oponen.
En cambio, la apología de cualquier crimen no tiene por qué encontrar espacio en los medios de comunicación. Es evidente que ante hechos como el secuestro, el terrorismo, las violaciones o los actos de corrupción, el periodista no es ni puede ser objetivo en él, puesto que es alguien que sirve a la sociedad, siempre habrá un opositor a esas acciones. El discurso sobre la libertad de expresión deja de tener aplicación en este caso porque, mantenerlo, equivaldría a proclamar la libertad para secuestrar, violar, robar, estafar, etc.
En la práctica el buen periodismo no transcribe mecánicamente ninguna clase de textos. Un discurso, todo discurso, es un punto de vista que debe ser contextualizado y relacionado con sus antecedentes debe, además, ser confrontado con otras opiniones diversas de modo que, en la medida de lo posible, el receptor de la información disponga de una visión completa. Es decir, no se trata de publicar o no publicar un discurso antidemocrático, sino de hacer una información completa a propósito de discursos de esa naturaleza.
Documentación.
Verdad periodística es más que una mera fidelidad a los hechos. Es un proceso de selección que se desarrolla entre el artículo inicial de una serie y la interacción entre lectores y periodistas. Este primer principio del periodismo - su desinteresada búsqueda de la verdad- es lo que en última instancia lo diferencia de otras formas de comunicación.
Para comprender la idea de proceso de selección es importante recordar que el periodismo existe en un contexto social. El funcionamiento correcto de ciudadanos y sociedades depende, necesariamente, de un relato fidedigno y exacto de lo que acontece. Para llegar a eso que podríamos llamar verdad funcional, ciudadanos y sociedades desarrollan diversos procesos y procedimientos. La policía persigue y arresta a los sospechosos basándose en hechos. Los jueces presiden los juicios. Los jurados dictan sentencias de culpabilidad o inocencia. Todas esas verdades están sujetas a revisión, pero entretanto nos valemos de ellas porque son necesarias y funcionan.
Esto es lo que busca el periodismo, una forma práctica o funcional de la verdad. No la verdad en sentido absoluto o filosófico. No la verdad de una ecuación química. El periodismo puede - y debe- buscar la verdad en un sentido que nos permita gestionar nuestra vida cotidiana.
(...) Sea o no posible una auténtica objetividad, no creo que estemos aquí para eso...Buscamos un tipo de periodismo que en la medida de lo posible se esfuerce por ofrecer información suficiente al lector para que éste extraiga sus propias conclusiones. Ese es nuestro máximo ideal.
(...) un periodismo construido meramente en la exactitud o la veracidad de la información, resulta insuficiente (...) Ya no basta con reproducir los hechos verazmente. Ahora es necesario informar de la verdad que encierran los hechos.
Bill Kovach y Tom Rosenstiel.
Los elementos del Periodismo. Ediciones El País, Bogotá, 2004.- Páginas 58-59