¿Cuál debe ser el compromiso del periodista con la democracia? Aquí conocimos un video en que un periodista presuntamente extorsionaba a un político a quien pedía 10 millones de pesos por no difundir una grabación. Argumentó que la función del periodista es administrar la reputación de los políticos y citó a algún autor para respaldar su punto de vista. ¿Es ese el papel de los periodistas? R.- El periodista está al servicio del bien común de toda la sociedad. Es la tarea que le confiere dignidad a su profesión y que, cumplida, fortalece la democracia.
Además, como servicio público que es, el periodismo es el instrumento más eficaz de la democracia. En efecto, estimula la expresión del pensamiento y su difusión, de modo que contribuye a la formación de una opinión pública y al debate, que es el medio de expresión de la ciudadanía y de su participación en lo público.
Si la democracia es la práctica de gobernar discutiendo, es función de la prensa promover la discusión de los asuntos públicos.
Además, es característica esencial de la democracia la fiscalización pública de los actos de gobierno, tarea en la que el periodismo participa como los ojos y oídos del cuerpo social y como conciencia crítica de la ciudadanía.
Por dondequiera que se mire, el periodista se debe a la ciudadanía y no a los políticos, ni al gobierno, ni a los poderosos.
Pretender que administra la reputación de los políticos es degradar su oficio y reducirlo al papel subalterno de relacionista público de políticos o gobernantes. Mucho menos si se le vincula a prácticas de chantaje que bordean los códigos penales.
Documentación
La función de la comunicación es la de representar a la comunidad en la esfera pública.
De hecho, la política democrática solo puede desarrollarse ahí donde está garantizado el carácter público de los actos de gobierno y donde los públicos pueden intervenir en la conversación sobre los asuntos que interesan a la comunidad, incidiendo por esta vía en su tratamiento y resolución.
La constitución de una esfera pública distinta y separada de los intereses privados, constituye uno de los grandes avances en el despliegue de la racionalidad democrática. En efecto, puso fin a la práctica de tratar a la comunidad y al Estado como el asunto privado de un grupo único de notables.
Desde el momento mismo que existe una opinión pública y que los temas políticos son tratados en un foro abierto donde las decisiones de autoridad necesitan reconocerse o por lo menos aceptarse con base en su legitimidad, desde ese mismo instante no hay espacio para gobiernos puramente cortesanos, patrimonialistas o autoritarios.
Fundamental es aquí el papel que juegan los públicos. En su aceptación moderna, estos aparecen junto a los medios masivos de información. Recién entonces las personas pueden formar grupos relativamente amplios y compartir una opinión común sin estar a la vista y oído unas de otras
Por eso la comunicación democrática conlleva la idea de que los medios deben representar adecuadamente a la diversidad de intereses, símbolos culturales, preferencias políticas y grupos sociales en la esfera pública.
José Joaquín Bruner: comunicación y política en la sociedad democrática, en Contribuciones, Fundación Konrad Adenauer. 2- 1996. Buenos Aires. p. 11, 12.
Consultorio Ético de la Fundación Gabo
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