Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

El secreto profesional del periodista es un tema muy escabroso cuando se tiene en cuenta el reciente arresto de una periodista por negarse a revelar sus fuentes. El bien común está por encima del particular, pero ¿qué pasa si está en juego la libertad del periodista?
¿Cree que haya alguna forma de evitar que una periodista vaya a la cárcel por seguir sus principios profesionales?
Aunque este tema fue tratado en una consulta reciente, la pregunta plantea un punto de reflexión válido y útil sobre la posibilidad de que el cumplimiento de un deber profesional enfrente al periodista con la justicia. O sea lo ético versus lo legal.

En el episodio reciente de la periodista Miller fue notorio el contraste entre dos actuaciones: la de la periodista que prefirió ir a la cárcel antes que revelar su fuente y la del periodista que declaró ante el juez para no ir a la cárcel.

Quizás no se ha hecho la encuesta sobre esto, pero es muy probable que la mayoría de los periodistas aprobaría la conducta de Miller, como la que dicta su conciencia profesional y rechazaría la declaración ante el juez, como contraria a sus convicciones éticas.

La ética va más allá de lo legal y, por tanto, aparece ante la conciencia de quien ha asumido libremente sus valores y principios, como una instancia más exigente que la de la ley. Hay un sano orden legal cuando la ley protege y posibilita el cumplimiento de las normas éticas. Aparece, en cambio, la sospecha de que el orden legal está fundado en bases deleznables cuando el cumplimiento de los deberes éticos enfrenta a las personas con la ley.

En presencia de una ley de esas características la actuación de personas como Miller es clara: la obediencia al deber ético antes que a la ley es una forma de denuncia de la ley injusta, y la iniciación o continuación de un proceso histórico de desmonte de esa clase de leyes. Porque lo sintieron así antes de Miller y lo sentirán después de ella, para los periodistas el dictado de su conciencia es anterior a las órdenes de los jueces.

Documentación.

Legalmente el caso es complejo. Pero las consecuencias prácticas de que por primera vez un periodista vaya a la cárcel en Estados Unidos por negarse a revelar sus fuentes pueden llevar a cambios muy profundos. Que no favorecen el ejercicio del periodismo independiente. El reversazo es aún más grave por ser a nivel federal. Todos los estados de Estados unidos, salvo uno, contemplan en su legislación algún tipo de protección a los periodistas. De hecho, 34 fiscales estatales dirigieron una petición a la Corte Suprema para que interviniera en el caso y aquella fue desoída. La pregunta es qué va a pasar ahora, con la legislación federal yendo en una dirección y la estatal en la opuesta.

(�) La decisión de la Corte Suprema podría debilitar la fortaleza y autonomía del periodismo estadounidense. El derecho a proteger las fuentes informativas es uno de los pilares de la independencia frente al poder establecido. Sin esta garantía legal no habrían sido posibles los famosos Papeles del Pentágono de 1971, cuando el Times y The Washington Post sacaron a la luz los desatinos oficiales en Vietnam, o el caso de Garganta Profunda que llevó a la renuncia del presidente Nixon. Buena parte del periodismo investigativo sería inconcebible sin la posibilidad de proteger a las fuentes.Con razón el editorial de ayer de The New York Times tenía un tono ominoso: "el encarcelamiento de reporteros por perseguir la verdad suena particularmente medieval en esta era de la información."

Editorial de El Tiempo de Bogotá.
29 de Junio de 2005.

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