Consultorio Ético de la Fundación Gabo
26 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

En los recientes atentados de Londres, el gobierno británico prohibió a los medios la divulgación de imágenes sangrientas, sin embargo las imágenes más sangrientas aparecieron en Internet. Este nuevo medio es conocido por tener una supuesta democracia de la información, pero ¿al revelar esas imágenes no irrespeta las leyes y normas éticas del periodismo? ¿O es que estas no son aplicables a este medio? Como se explicó en la respuesta anterior, quien usa Internet para informar está sujeto a las mismas normas éticas que el periodista de radio, televisión o medio impreso. El relativo anonimato del usuario de Internet no da patente de corzo a nadie para actuar al margen de los principios que rigen la información pública.

Esto debería ser claro la confusión nace de la idea común que asocia lo ético con lo legal, y puesto que aún no existen unas claras y efectivas normas legales para los contenidos de Internet, se cree que tampoco las hay en materia ética. El que entiende que la ética no puede ser impuesta desde fuera, y que es una decisión personal urgida por la propia conciencia, encuentra que sus normas son tan aplicables por el navegante solitario de Internet, como por el periodista de cualquier medio que opera dentro de una redacción y frente a lectores que lo identifican y reconocen y que, por tanto, están en capacidad de reclamarle por cualquier abuso informativo.En la difusión de imágenes obscenamente violentas por Internet opera la misma lógica que en su publicación por televisión o en medios impresos que, con ese recurso, buscan una mayor audiencia o circulación y así como las autoridades pueden intervenir ante esos medios en defensa de los derechos del público, de la misma manera llegarán a hacerlo con Internet que, por lo nuevo, hoy por hoy tiene características de tierra de colonización o tierra de nadie.

Documentación.

En mi opinión (el sistema de controles oficiales) sería ampliamente ineficaz debido a un buen número de razones.

Primero, cualquier sistema de control distará de ser perfecto. El grado de imperfección de los sistemas de control que traten de regular grandes cantidades de individuos que navegan a través de servidores privados, será probablemente grande. Pensemos, como prueba comparativa, en los esfuerzos internacionales para controlar el uso y comercio de drogas ilícitas. Contrariamente a la costumbre, existe un alto grado de cooperación y consenso internacional con respecto al control de narcóticos, y muchos gobiernos (especialmente en occidente) han dedicado con éxito enormes recursos a su implementación. A pesar de esto, todo hace pensar que la guerra contra las drogas está siendo perdida. No existen razones para pensar que sería diferente con el control de los contenidos ilícitos en Internet. De hecho, probablemente sería peor, en parte porque son más difíciles de detectar y de confiscar y en parte, porque Internet ha iniciado su vida como un sistema internacional fuera de control de los gobiernos.

Una segunda dificultad es que el sistema descrito como factible - las listas negras a través de los servidores- lo es cuando se adopta en forma voluntaria. Los padres ansiosos exigen maneras de filtrar contenidos y uno no puede imaginar que los proveedores comerciales convertirían la existencia de tales dispositivos en un señuelo de ventas. Pero al pasar de la instalación voluntaria a la obligatoria por medio de la ley, entran en juego consideraciones muy distintas. Haría falta una considerable voluntad política dentro de cada jurisdicción y una acción internacional concertada sobre la legislación y la aplicación. Dada la experiencia del control de drogas, las posibilidades son remotas.

Un tercer argumento se refiere a las peculiaridades del Internet. Para esperar controlarlo con alguna eficacia necesitaríamos emplear dispositivos de software. Sin embargo el problema es que la invención de cada uno de tales dispositivos da lugar al estímulo de inventar otro que lo anule. Una vez más podemos poner ejemplos prácticos de esto. Los hackers, los crackers y phreackers no son menos diestros que quienes tratan de combatirlos. El resultado es una especie de relación gato-ratón en la que ninguno gana la guerra. Lo mismo sucedería, en mi opinión, si se intentase introducir un control de la gestión o de los contenidos.Gordon Graham.
Internet. Frónesis, Cátedra Universitat de Valencia. Madrid, 1999, páginas 117-118.

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