Consultorio Ético de la Fundación Gabo
25 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿El sistema impuesto condiciona para que el periodista mienta? ¿Qué obliga al periodista a mentir? En la respuesta 555 se había comenzado a tratar este tema de la verdad y mentira del periodista, a instancias de la misma corresponsal. Hoy se ratifican y amplían los conceptos expuestos entonces.

Mentir o no mentir depende de una decisión personal y autónoma que nadie está en capacidad de imponer por cuanto implica la voluntad de engañar. Entidades impersonales denominadas sistema, régimen, estructura, etc., pueden condicionar pero no manipular la conciencia de las personas. Por tanto si el periodista miente es porque él así lo ha decidido.

Mentir, por otra parte, es contrario a la naturaleza de la profesión periodística, así como darle muerte a un paciente contradice la esencia de la profesión médica y apoyar la injusticia niega el deber ser del juez o del magistrado.

No hay razón alguna en el ejercicio de la profesión periodística que legitime la mentira otra cosa es el error del periodista, distinto de la mentira, como ya se explicó en la mencionada nota 555.

Si un periodista miente, no es por razón de su oficio, sino por una decisión personal motivada por el miedo, o por algún interés, por odio, o por voluntad de hacer daño o de favorecer a alguien, por defender la propia imagen o por exaltarla, que son algunos de los motivos por los que las personas mienten, cualquiera sea su profesión.

Documentación.

Todos los códigos deontológicos del periodismo existentes, admiten de una u otra forma la verdad objetiva como ideal supremo del buen informador. Y ello porque se trata de satisfacer un derecho humano fundamental de la persona humana y de la sociedad cuyos intereses prevalecen sobre los particulares del informador. Inseparables de la verdad son la objetividad, la exactitud, la veracidad. Por lo mismo se condena taxativamente toda forma de distorsión informativa, sobre todo la omisión, la exageración o el énfasis indebido, así como la propaganda. Distorsión equivale a lo que comúnmente solemos llamar manipulación.

(...) A la verdad objetiva se opone la falsedad y a la sujetiva la mendacidad o mentira. Informar con objetividad, contexto, hablar de las cosas tal como ellas son en sí en su propio contexto, sin manipular o distorsionar ninguna de sus circunstancias. Ser veraces, en cambio, equivale a decir primariamente lo que sabemos de las cosas adecuando lo que decimos a lo que sabemos, que puede no coincidir necesariamente con lo que las cosas son exactamente o en su objetividad pura.

De lo dicho se infiere que la verdad se refiere siempre a la realidad en cuanto conocida.

Niceto Blázquez.
ética y Medios de Comunicación. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid. 1994. Páginas 208 y 209.

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