¿La boda de un presidente, es tema para revistas de espectáculos o es asunto de interés público? ¿Cuándo deben tenerse como privados estos temas? ¿Son intangibles por privados, los temas sentimentales, de la salud o familiares, de los presidentes? Así como la ética del médico está centrada en su compromiso con la vida y la del magistrado en su defensa de la justicia, la del periodista gira alrededor de su compromiso con la verdad y la ética del político y del funcionario se concentra en la defensa de lo público.
Por tanto, funcionario o político con una fina sensibilidad para anteponer lo público a cualquier interés privado, actúan éticamente será una ética frágil la del servidor público que de alguna manera se vale de lo público para favorecer un interés privado.
Entre las aplicaciones de estos principios se encuentran asuntos al parecer tan privados como los afectos del funcionario o sus enfermedades si estos de alguna manera tienen que ver con el interés público, la intimidad del mandatario deja de ser igual a la de cualquier ciudadano, porque su vida privada toca el bien público. Así el matrimonio, o el divorcio, o la enfermedad grave de un presidente son asuntos que se vuelven públicos cuando pueden afectar el desempeño presidencial, o su manejo de los asuntos públicos, y es este el aspecto que interesa al periodista.
Algún candidato a presidente, en uno de nuestros países manifestó su desacuerdo con la ética de otro candidato que, desde un cargo de gobierno, había aceptado la imposición de un directorio político para sus nombramientos. Según la sensibilidad ética de aquel candidato, el manejo de lo público requiere una independencia del gobernante para quien no debe existir más presión que la del bien público y no la del interés de grupos, partidos o políticos.
Documentación.
La dimensión ética es, en esencia, la proyección social, comunitaria y solidaria de la vida humana. La ética revela que la responsabilidad que cada quien tiene ante sí mismo y su propia conciencia, la tiene en el fondo ante los demás. El compromiso, en realidad, es doble y simultáneo: consigo mismo y con los otros. Y esto se hace particularmente manifiesto en las actividades académicas o profesionales pues en ellas, de múltiples formas, están esencialmente involucrados otros seres humanos, ya sea en el orden individual o en el social.
(...) La ética revela, y ése es su principal sentido, que el bien propio puede y debe coincidir con el bien de los otros. En la conjunción de ambos bienes se cifra, en última instancia, el sentido ético de la propia actividad. El simple ejercicio profesional, encerrado en sí mismo, sin proyección o trascendencia, que se desentiende de su compromiso ético es, así, un ejercicio mutilado de su significación primordial. Puede desempeñarse acaso de manera competente y generar riqueza y satisfacciones de orden meramente personal. Pero está lejos de un genuino cumplimiento humano.
Juliana González.
El Ethos, destino del hombre. Fondo de Cultura Económica. México, 1997. Página 96