
¿Cómo evaluar la licitud o ilicitud de una publicación, éticamente hablando? Los códigos de ética periodística dan la clave. Allí se señala el deber ser del oficio y, por tanto, el ideal del trabajo periodístico.
Cuando se leen y se comparan esos códigos se encuentra una coincidencia en valores fundamentales que, aplicados a las publicaciones de medios impresos, de radio o de televisión, permiten concluir cuáles publicaciones son éticas y cuáles no alcanzan ese nivel del deber ser. Entre esos valores pueden destacarse estos que, a su vez, dan la clave para una publicación de calidad.
El compromiso con la verdad. Los códigos coinciden en señalar este valor como la viga central o columna vertebral de la ética periodística. Este compromiso le impone al periodista técnicas como la objetividad, actitudes como la imparcialidad, el trabajo minucioso de investigación y comprobación de todos los datos, la humildad para corregir, aclarar o rectificar, el rigor para seleccionar sus fuentes y hacer crítica del material que proveen las fuentes.
El compromiso con la verdad requiere el apoyo de otros valores como la independencia, esa táctica de la libertad, que en el camino hacia la verdad despeja los obstáculos que crean cuantos presionan al periodista con el miedo, el soborno, el autoritarismo, las lisonjas, el engaño o la mentira.
El compromiso con la verdad apoyado en la independencia, tiene un objetivo: el servicio a la sociedad, que el sentido de la responsabilidad mantiene presente y activo.
Se suman esos tres valores, verdad, independencia y responsabilidad, y se tiene un criterio claro para determinar su una publicación es ética o no.
Documentación.
Puede apreciarse (en los códigos) toda clase de convergencias en conceptos como verdad, objetividad, exactitud, donde han concurrido todos los códigos con un porcentaje del 100 por 100 el secreto profesional con un 82 por ciento no al soborno con un 76 por ciento no a la calumnia, acusación, difamación y plagio con un 62 por ciento, al mismo tiempo que una gran divergencia de contenidos que va desde el número primero verdad, objetividad, exactitud con el 100 por ciento hasta el número 120: no citar fuera de contexto, con un 2 por ciento. Entre estos dos conceptos extremos tenemos un haz en donde se conjugan todos los contenidos posibles en la ética de la información.
Quizás la más importante conclusión de estos códigos éticos es la constatación de hasta qué punto las deontologías nacionales que expresan, comportan tantos puntos comunes y poseen motivaciones y objetivos semejantes o idénticos. Mas en concreto, el hecho claro y constatable de que detrás de estos documentos subyace un gran fondo común de grandes principios deontológicos que son universales y de derecho natural.
Porfirio Barroso Asenjo.
Códigos deontológicos de los medios de Comunicación. Paulinas, Madrid, 1984. Página 20