Consultorio Ético de la Fundación Gabo
25 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

Aquí no existen contratos colectivos para los periodistas. ¿Qué argumentos tendría un periodista para exigir este derecho? Depende de la legislación laboral del país. En los países en que está consagrado ese derecho, a los periodistas les ha bastado alegar los derechos de cualquier trabajador. No se entiende por qué mientras las leyes laborales consagran el contrato colectivo como un derecho del trabajador, lo mismo que su asociación en sindicatos que protegen sus derechos, el periodista tenga dudas al respecto. Reconocer que es un trabajador y que su trabajo debe ser remunerado de acuerdo con las leyes, es un elemental y buen comienzo, al que debe seguir la conciencia de proteger sus derechos mediante la asociación con los otros periodistas.

Desde el punto de vista de la ética, esta defensa de un salario y de unas prestaciones sociales justas es un deber, porque así se crean las condiciones favorables para el ejercicio de un periodismo independiente y digno. Si el periodista no tiene garantizadas unas condiciones laborales justas, es poco real exigirle una actitud ética en el ejercicio profesional.

Las malas condiciones laborales denotan una complicidad cierta de directores y dueños de medios con las prácticas deshonestas que desnaturalizan la profesión y que convierten a periodistas y medios en una amenaza social.

Documentación.

Uno de los primeros en comentar el prestigio de los periodistas fue Max Weber en "La política como profesión". "El periodista pertenece a una especie de casta de parias que siempre se juzga en la sociedad con base en sus representantes de baja ética. Por eso existen ideas raras acerca de los periodistas y su trabajo, que se han difundido ampliamente. No todos saben que un buen esfuerzo periodístico requiere por lo menos tanta inteligencia como cualquier hazaña de erudito, especialmente porque tiene que ser producido inmediatamente, en cualquier momento, bajo condiciones creativas que son totalmente diferentes y debe tener un efecto inmediato. Casi nunca se reconoce que la responsabilidad es mucho mayor y que el sentido de ésta que tiene cada periodista honorable, por lo general no es menor que el de un erudito, porque lo que se recuerda, naturalmente, son las acciones de los periodistas irresponsables y las consecuencias a menudo horripilantes. Nadie cree que la discreción de todos los periodistas, más o menos capaces, sea mayor por término medio que la del resto de la gente, pero es así.

Weber supone, en otras palabras, que los periodistas poseen un prestigio ocupacional bajo. Aunque un periodista recto y sobresaliente puede disfrutar de mayor estima personal que, por ejemplo, un buen médico, el prestigio genérico de los periodistas nunca alcanzará el de los médicos. Según una declaración personal de Peter Schenkel, el periodismo en Latinoamérica también tiene relativamente poco prestigio como profesión, pero algunos periodistas sobresalientes, o jefes de programas de noticias gozan de alta estima social como individuos. Tampoco es sorprendente que en Latinoamérica el periodismo haya producido escritores famosos como García Márquez o Vargas Llosa.

Michael Kunczik.
Conceptos del Periodismo. Fundación Ebert, Bonn, 1991 Página 37.

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