Consultorio Ético de la Fundación Gabo
25 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Es válido que la nota de color y la crónica sean vistas sin valor informativo para los radio oyentes? Desde el punto de vista técnico y ético la crónica es un producto informativo más elaborado y de mayor utilidad para el lector, oyente o televidente.

Técnicamente implica el desarrollo de la noticia porque demanda un enriquecimiento de las respuestas a las seis preguntas básicas contenidas en el primer párrafo de la pirámide invertida. Describía Alex Mac Kiney la crónica como "penetrar en las verdades peculiares y particulares "de los hechos. Según él, "la crónica expone los hechos con sus ideas asociadas para enfocar lo que es significativo pero no evidente para el observador superficial". Y explica Tomás Eloy Martínez la diferencia entre noticia y crónica: "la realidad no nos pasa delante de los ojos como una naturaleza muerta sino como un relato en el que hay diálogo, enfermedades, armas, además de estadísticas y discursos".

Desde el punto de vista ético el mejor periodismo es el que sirve más eficazmente al receptor. Es obvio que entre la esquemática noticia, que se limita a contar el qué de los hechos y la generosa crónica que indaga el por qué, el cómo y el para qué de los hechos que relaciona el quién con el dónde y el cuándo, hay una diferencia sustancial. La crónica se propone hacer comunicable y comprensible el relato de los hechos y, por tanto, aporta valiosos elementos, sacude la rutina de los esquemas noticiosos en uso y convierte los hechos de cada día en un conocimiento liberador. Con razón José Pulitzer insistía en que no se es periodista solo para contar noticias. El buen periodismo es más exigente y los consumidores de noticias, sin proponérselo, están demandando más que solas noticias. Quieren saber su significado, sus proyecciones, sus antecedentes, es decir, necesitan más crónica porque no les basta la raquítica aproximación a los hechos que dan las solas noticias.

Documentación.

De todas las vocaciones del hombre, la del periodismo es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas. La llama sagrada del periodismo es la duda, la verificación de los datos, la interrogación constante. Allí donde los documentos parecen instalar una certeza, el periodismo instala siempre una pregunta. Preguntar, indagar, conocer, dudar, confirmar cien veces antes de informar: esos son los verbos capitales de la profesión más arriesgada y apasionante del mundo.

La gran respuesta del periodismo escrito contemporáneo al desafío de los medios audiovisuales es descubrir, donde antes había sólo un hecho, al ser humano que está detrás del hecho, a la persona de carne y hueso afectada por los vientos de la realidad. La noticia ha dejado de ser objetiva para volverse individual, o mejor dicho: las noticias mejor contadas son aquellas que revelan a través de la experiencia de una sola persona todo lo que hace falta saber. Eso no siempre se puede hacer, por supuesto. Hay que investigar primero cuál es el personaje paradigmático que podría reflejar, como un prisma, las cambiantes luces de la realidad. No se trata de narrar por narrar. Algunos jóvenes periodistas creen que narrar es imaginar o inventar, sin advertir que el periodismo es un oficio extremadamente sensible, donde la más ligera falsedad, la más ligera desviación, puede hacer pedazos la confianza que se fue creando en el lector durante años. No todos los reporteros saben narrar y, lo que es más importante todavía, todas las noticias se prestan a ser narradas. Pero antes de rechazar el desafío, un periodista de raza debe preguntarse primero si se puede hacer y, luego, si conviene o no hacerlo. Narrar la votación de una ley en el senado a partir de lo que opina o hace un senador puede resultar inútil, además de patético. Pero contar el accidente de la princesa Diana a través de lo que vio o sintió un testigo, suponiendo que existiera ese testigo privilegiado, sería algo que sólo se puede hacer bien con el lenguaje, no con el despojamiento de las imágenes o con los sobresaltos de la voz.

Tomás Eloy Martínez.
Conferencia ante la SIP en Guadalajara. 26-10-97

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