¿Hacer énfasis en noticias de sucesos como violaciones, crímenes, terrorismo es atentar contra el orden social y contra la ética periodística? Todo hecho de importancia social debe ser publicado, el asunto es cómo publicarlo.El periodismo de sensación tiene preferencia por estos temas y los destaca como principales en su agenda. Además sólo publica de ellos los detalles que producen mayor sensación, es decir, estimulan los sentidos y la curiosidad como un mecanismo para incrementar las ventas. Esta conducta deja a un lado principios fundamentales como el de preferir el interés público al interés privado, y el que ofrece la verdad completa de los hechos en vez de verdades a medias o sesgadas `por el interés de causar sensación.
El periodismo que se propone servir al lector, enmarca esos mismos hechos dentro de un contexto, investiga sus antecedentes y consecuencias y trabaja más para la inteligencia que para los sentidos de los receptores de información. A ese criterio obedecen la titulación, el diseño, las fotografías y los textos que, sin dejar de ser atractivos y de agradable lectura, dan una visión integral de los hechos.
Documentación.
Lo primero que hay que decir del periodismo amarillo es que no merece la categoría de periodismo propiamente hablando. Su fin no es informar objetivamente y de forma atractiva sobre asuntos de interés público, sino todo lo contrario. Su fin es ganar dinero explotando cualquier acontecimiento, falseándolo y hasta inventándolo, si ello fuere necesario y sin ningún pudor ético o respeto al público. La verdad informativa es suplantada por la falsedad y el engaño en función exclusiva del lucro. No tiene ética del fin, ni tampoco de los medios, por lo que el amarillismo termina siendo sinónimo de inmoralidad total.
La capacidad de penetración de la imagen y el colorido aumenta la nocividad del periodismo amarillo. Desfigura la verdad, cultiva la imaginación aberrante y trastorna el orden natural de los valores poniendo en primer lugar y de manera escandalosa lo más frívolo y brutal.
Niceto Blázquez.
ética y Medios de Comunicación. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid 1994. Páginas 302-303