Consultorio Ético de la Fundación Gabo
25 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Qué debe preferir el periodista, la veracidad informativa o la verdadera información? No puede haber una verdadera información sin veracidad informativa. Mal podría establecerse una separación o contradicción entre estos dos conceptos.
La información verdadera aporta, hasta donde es posible, todos los elementos de una realidad, no sólo aquellos que pueden ser captados a través de los sentidos, también los que aportan la memoria, la capacidad de análisis y de prospectiva y la imaginación. Cuando se reúnen todos estos elementos en una información, esta se acerca al ideal de la verdadera información.
La veracidad informativa es la actitud que induce al periodista a obtener e integrar en su trabajo informativo todos estos elementos. Es una actitud hecha de compromiso con la verdad y con los lectores, que le impone al periodista prácticas de rigor en la recolección, evaluación y procesamiento de los datos, metodología de científico en la investigación y cuidado para hacer comunicable y preciso el texto de la información. La veracidad informativa, en consecuencia, produce una verdadera información.

Documentación.

La interpretación sucesiva de la realidad social que llevan a cabo los medios se propone, ante todo, conseguir que cualquier persona en cualquier ligar pueda ponerse al corriente de lo que pasa, comentarlo, e intervenir en las acciones en curso si puede y lo desea. El periódico está compuesto en forma de mosaico para que el lector pueda captar en cualquier rincón, gracias al resumen que da el titular, el hecho que le interesa conocer. Puede leer la información entera, prescindiendo de las que hay al lado o las que vienen después. Los medios están al servicio del público.
En este proceso se sujetan los medios a las necesarias servidumbres técnicas y sólo tratan de conseguir que lo que dicen sea entendido y captado en poco tiempo y pueda comentarse enseguida. Los medios eligen pocas noticias entre montones de ellas que no les caben en el espacio disponible � que es la superficie redaccional que en un diario deja libre la publicidad pagada- o en el tiempo asignado a un noticiero en la televisión o en la radio. Pero esas noticias las dan enteras, completas, aunque sean resumidas, de modo que el público quede suficientemente informado para el comentario o la acción. La interpretación científica de un fenómeno de la naturaleza puede pedir mucho tiempo y el término del proceso no depende de la voluntad humana. La interpretación artística de una partitura musical depende de la extensión de la obra y el tiempo que pida. La interpretación periodística de la realidad no depende tanto de la realidad misma como del público que debe captarla y los medios técnicos que deben comunicarla. Por eso es descriptiva y fragmentaria, pero también completa.

Lorenzo Gomis.
Teoría del Periodismo.
Paidos, Barcelona. 1997. Páginas 43 y 44.

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