Consultorio Ético de la Fundación Gabo
22 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Es ético publicar datos personales de la vida de personajes públicos como propiedades, inversiones? ¿Constituye esto una violación de su vida privada?
Es obligación de los personajes públicos dar a conocer los bienes que poseen y sus fuentes de ingreso cuando entran a la vida pública así lo impone una necesidad de transparencia en el ejercicio de los cargos públicos.

A diferencia del ciudadano común, el funcionario tiene una intimidad recortada porque todo lo que en su vida pueda afectar el interés público, pasa a ser objeto del conocimiento de la ciudadanía. Sobre todo lo que tiene que ver con su economía. Un hecho ejemplar es el de los funcionarios que, al tomar posesión de sus cargos, entregan al público una relación detallada de lo que poseen. Esta conducta previene la aparición de rumores y le da a la ciudadanía una garantía sobre la limpieza con que se manejarán sus intereses desde el poder.

Merced al cuidadoso trabajo investigativo del periodista brasileño Fernando Rodrigues, cualquier elector de su país puede conocer el inventario de bienes de cualquiera de sus altos funcionarios con sólo entrar a una página de Internet. Esto debería ocurrir en todos los países como parte de una lucha contra la corrupción en la que los periodistas deben aportar su investigación sobre lo que poseen los gobernantes y sobre la manera como lo obtuvieron.

Documentación.

Cuando Richard Nowakowski ascendió a la presidencia del consejo del condado de Milwaukie, el Sentinel, (periódico regional) descubrió algunas actividades cuestionables "incluso las violaciones a las leyes de campaña y su participación en partidos inestables". Los artículos del diario llevaron a ocho acusaciones por felonía. Se acusó a Nowakowski de aceptar sobornos y se resolvieron cinco casos de perjurio. Sin embargo, al final, sólo se le culpó de violar el Corrupt Practices Act del estado y se le multó con mil dólares por aceptar 800 dólares en sellos postales como parte de una contribución a la campaña. Nowakowski, convicto y acusado de felonía, perdió su puesto. Más tarde se trasladó a Florida donde murió de un ataque al corazón en 1982.

Los directivos del periódico concluyeron que su papel de revelador de la verdad, como guardián del gobierno, pesaba más que cualquier precaución que de otra manera habría evitado que se hicieron públicos algunos detalles de la vida privada del funcionario.

Wills, el editor del diario, escribió: "¿Nuestro razonamiento? Creíamos que teníamos la responsabilidad de dejar que la comunidad conociera los antecedentes personales, el carácter y las actividades de este funcionario por elección. Estábamos seguros de que el código de conducta que utilizaba en su vida personal sería el mismo que aplicaría al tomar decisiones a nivel gubernamental y de que los ciudadanos llegarían a la misma conclusión".

Edmond Lambeth.
Periodismo Comprometido. Limusa-Noriega editores. México. 1992. Página 69.

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