Existen periódicos con tendencias partidistas, unos oficialistas, otros opositores. ¿De qué manera afecta esto a la información? ¿Estar a favor o en contra afecta la credibilidad? Cuando la tendencia partidista contamina la información y se producen noticias, fotografías e informes sesgados por el interés de atacar o de defender a un partido, o a un gobernante, o a un político, el medio de comunicación y sus periodistas pierden credibilidad y, por tanto, dejan de ser mirados con la confianza que merecen los que toman distancia.
Esta pérdida de credibilidad y de confianza explica, en buena parte, la disminución de receptores de un medio El medio se condena a tener como audiencia a los partidarios de una sola tendencia que son los que se sentirán cómodos con su información los de otras tendencias, al sentirse excluidos, se apartan del medio.
Otro fenómeno sucede cuando el periódico o noticiero toma distancia y mantiene una información útil para todos y respetuosa con todas las tendencias. Sus noticias son creíbles porque en ellas no aparece intención propagandística alguna, y resultan útiles porque aportan hechos y argumentos que los electores procesan para apoyar una decisión inteligente.
El periódico o noticiero partidista difícilmente podrá evitar el tono emocional y propagandístico que el receptor rechaza como un engaño porque espera y tiene el derecho a encontrar información veraz y objetiva, calidades complementarias que el periodismo no partidista procura como su contribución para un ejercicio sereno e inteligente de los derechos democráticos de la población.
Documentación.
Como es muy difícil dar cuenta de la realidad y las presiones son múltiples,- económicas, sociales, culturales, políticas,- la tentación de la prensa es acercarse mucho al poder político o al poder económico. Los periodistas no pueden tener la confianza del público si no se quedan a medio camino entre los dirigentes y el resto de la sociedad. Los medios no van a reforzar su poder y legitimidad si suben demasiado al lado del poder político o del poder económico. El riesgo en ese caso es un desacople respecto de la opinión pública.
(...) Los medios si quieren conservar su rol democrático, deben quedarse a medio camino entre el pueblo y las elites, evitando el elitismo y al mismo tiempo el populismo.
(...) Es positivo salir de la confrontación actor político-medios. En ella unos y otros pierden algo. Los actores políticos quieren seducir a los medios y los medios quieren seducir a los políticos. Los dos van a perder porque, al cabo de un tiempo o los hombres políticos caen en manos de los medios o los medios caen en manos de los políticos. Salir de esa confrontación implica reintroducir la presencia de la opinión pública, si no de las opiniones públicas. Es decir, comprender que, tanto para los actores políticos como para los periodistas, el sentido de su acción en la democracia se juega con respecto a las opiniones públicas.
Dominique Wolton.
La Comunicación de Cara a la Democracia.
Desafíos del Periodismo Real. Clarín, Buenos Aires, 2006. Páginas 18, 19, 22.