Desde mi cargo de editora he encontrado que la mayoría de las notas de los reporteros contienen juicios de valor, faltas de ortografía y entradas débiles. ¿Hasta qué punto puedo corregirlos? ¿Quién debe poner los encabezados? Hay, entre muchas, dos clases de editores: los que se dedican a subrayar las debilidades y errores de los periodistas. Estos editores acaban editando y reescribiendo las notas y los que entienden su función como una asesoría permanente para formar buenos periodistas. Los primeros se mantienen al borde de la prepotencia, impiden a sus subordinados crecer humana y profesionalmente y logran un periódico del tamaño de sus propias limitaciones los otros logran un trabajo en equipo, en el que comparten sus experiencias, afirman conocimientos y crean un ambiente propicio para el ejercicio del mejor periodismo, que es el que se alimenta de entusiasmos, ideas y trabajo en común.Es tarea del editor orientar ese equipo. Alguien vio al editor como un director de orquesta con capacidad y talento para obtener un producto de calidad como resultado de la optimización de las habilidades de cada uno. En un equipo así y con tal editor, cada periodista da lo mejor de sí.
Cuando se mira así a una redacción no hay lugar para dudar si se deben corregir o no los errores, si es tarea vedada para alguien escribir los encabezados o si deben tolerarse los juicios de valor. El editor pedagogo sabe que a él y a sus redactores los debe guiar el propósito de hacer todos los días el mejor periódico del mundo con la cooperación de todos.
Lo otro, o sea la redacción en que cada uno trabaja aislado de los demás, en que cada un defiende su territorio y sus reales o pretendidas calidades, contra los demás, es una redacción que nunca podrá hacer periodismo de calidad. Una redacción así está condenada a la mediocridad.
Documentación.
Una reportera de un periódico se propuso ayudar a su editor a mejorar y le escribió un memorando:Emplee más tiempo hablando con los redactores, uno por uno, de manera informal. Pase por sus escritorios y pregúnteles lo que están haciendo. Son relaciones públicas, lo sé, pero es importante. Su personal tiende a asociarlo a usted, injustamente, con castigo, humillación, lacónicos mensajes por computador y otras cosas. Usted es duro y serio, pero no es el conde Drácula. Me gustaría que dejara que más gente viera su personalidad.Trate de tener más tiempo, desde el comienzo, para consultar con los redactores sobe historias claves. ¿Cuál es su objetivo? ¿Qué sabe usted ya? ¿Qué necesita saber? Y en otro momento: ¿qué averiguó? ¿Cuál es el enfoque? ¿Cuál es la cabeza? Dos cosas logra con esto: eliminar sorpresas al cierre y el redactor comienza a mirarlo como un amigo y no como alguien que lo va a desautorizar más tarde.Un gran número de redactores se intranquilizan cuando usted corrige sus trabajos. No creo que ayude hablar inicialmente de lo negativo es más importante hablar de las fortalezas y dar confianza. Algunas veces el trabajo es deficiente y usted quiere gritar, pero el punto es que tenemos que trabajar con lo que hay, sacarle el mejor partido todo el tiempo. Si los redactores tienen miedo se paralizarán. El resultado será una baja productividad.Sea generoso con los elogios, aun si a veces implica exagerar un poco. La alabanza motiva al redactor mucho más que el miedo. Si usted es generoso con los halagos. El redactor probablemente aceptará mejor su crítica.Roy Meter Clark y Don Fry.
Asesoría Editorial a Periodistas. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín 1992. Páginas 181-182.