En las informaciones relacionadas con el proceso de paz, ¿el periodista debe mantenerse neutral? ¿Debe defender las instituciones amenazadas por la guerrilla?
R.- Es conveniente preguntarse antes de abordar el tema, sobre la función que le corresponde a la prensa cuando está en marcha un proceso de paz.
Es evidente que se trata de un período de transición, desde la guerra hasta las condiciones que permiten el proceso de conversaciones para la paz
Como período de transición en el que se supone que terminará un estado de cosas, el de la guerra, y comenzará otro, el de la paz pactada, las cosas cambian dentro de un estado de confusión. Se necesitará, por tanto, una comunicación pública que ayude a desenredar lo que está confuso y hacer claridad donde hay penumbra u oscuridad.
Si a esto se agrega que las conversaciones de paz transcurrirán mientras las operaciones de guerra continúan, la confusión será aún mayor (¿cómo hablar de paz mientras se dan órdenes de disparar?) la confusión es aún mayor y aumenta la necesidad de claridad..
Hay que tener en cuenta, además, el factor de confusión que introducen los políticos que aprovechan la coyuntura para apoderarse de la causa de la paz, o para combatirla con sofismas o con distorsión de los hechos.
La guerrilla, por su parte, alegará sus razones, mantendrá sus ataques y aportará sus sofismas y su propaganda.
En medio de toda esta confusión el ciudadano común, con frecuencia víctima de la guerra, es el más necesitado de información creíble, exacta y oportuna y, por tanto, se convierte en la máxima prioridad del periodista.
Contra el criterio de la defensa de las instituciones que asume la opinión más conservadora, o del impulso a los cambios que seduce a los progresistas, se impone el camino del medio que es el del servicio a los ciudadanos. A ellos debe llegar una información de calidad, rigurosa en materia de exactitud, independiente del poder para que sea creíble e inspirada en el bien de todos, para que sea un servicio eficaz.
Como en todas las ocasiones y en esta en especial, cuando se trata de un proceso de paz, el periodista está del lado del lector, oyente o televidente, a quien sirve con su información y lejos de toda trinchera.
Documentación
¿Periodista o ciudadano?
“El mismo dilema de siempre. Estaba grabando a un policía que desactivaba un carrobomba que dejó el ELN en a carretera que conduce a Sardinata, cuando ocurrió la explosión. Tuve ganas de salir corriendo y ayudarle al policía que se arrastraba con las piernas destrozadas. ¿Debía seguir grabando o botar la cámara y seguir grabando como los demás?”
Este relato del corresponsal de uno de los canales privados es un de los muchos ejemplos del constante debate que viven los reporteros en el conflicto.
Si bien la mayoría considera que su papel es informar, para muchos esta función es insuficiente y prefieren agregarle funciones tan especializadas como mediar en conflictos, construir la paz, mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, fiscalizar al estado, educar y servir de soporte al desarrollo regional y ser la voz de los que no tienen voz. Es decir, que el periodismo sirve para todo.
Esta multiplicidad de funciones que los periodistas se atribuyen son, por lo general, demandas que hacen la opinión pública y las instituciones del estado, aunque en ocasiones responden a sus propias motivaciones ideológicas.
En varias ocasiones, por ejemplo, los periodistas deben guardarse información que a juicio de funcionarios del gobierno afectarían el proceso de paz. El dilema de callar o publicar, está mediado por un compromiso con la democracia, que tiene diferentes maneras de interpretarse, de acuerdo con la ideología y los sentimientos de cada periodista.
Esta tensión entre actuar como ciudadano o como periodista ubicado en el justo medio de los acontecimientos, no está resuelta para los reporteros colombianos, ni para los que cubren guerras en todo el mundo. Ryszard Kapuscinski dice:
“Olvidamos que el periodista es un ciudadano del común. Como periodista debemos tener responsabilidad no solo profesional sino con sentido ciudadano. ¿Es esto bueno para mi ciudad, para mi nación, o para mi patria? No en el sentido partidario sino en el sentido más alto de la responsabilidad.”
“El periodista es el que conoce los eventos, los comprende, les asigna un sentido y lugar y luego los comunica”, dice Omar Rincón..
A veces, sin plantearse la pregunta “¿cómo debo decirlo?” van optando en su rutina periodística por la autocensura.
Proyecto Antonio Nariño: Bajo todos los fuegos. Prisma Asociados, 2007, Bogotá. P. 101-102.