Consultorio Ético de la Fundación Gabo
22 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Qué pasa, desde el punto de vista de la ética, cuando en la narración de las noticias se percibe la existencia de cierta ironía? Hay ironías célebres, como "La Modesta Propuesta" de Jonathan Swift, una fórmula para adobar, cocinar y servir niños, como plato refinado. Daba a entender lo contrario de lo que estaba diciendo y así lo entendieron muchos de sus lectores. Otros encontraron en ese texto irónico una repugnante invitación a la antropofagia. Es el problema de la ironía, que significa lo contrario de lo que dice y pone en dificultades de comprensión a los lectores que tienen un limitado sentido del humor.

Además, la noticia debe ser comprendida a la primera lectura porque se basa en un pacto implícito con el lector: cuénteme usted lo que pasa y hágamelo entender, que los comentarios, apreciaciones y análisis los buscaré en otra parte. El deber del periodista es la información directa y escueta, entregada del modo más claro posible. La ironía enturbia esa claridad y, además, pone al periodista en peligro o de convertir la noticia en editorial, o ensayo y de sobreponer la opinión personal a la versión exacta de los hechos.

Documentación.

Los periódicos del siglo XIX y de comienzos del XX fueron tanto una colección de opiniones y sarcasmos como fuentes de información. A uno le basta revisar la cobertura de las guerras en aquellos tiempos para conocer de qué lado estaba el periodista.

Los editores esperan que usted escriba sus informaciones sin prejuicios personales, pues es lo que los lectores esperan. La subjetividad no es buena, pero entra en acción cuando uno acepta que el reportero, de una forma u otra, es el que juzga lo que va en un artículo o lo que no va. El reportero es el ensamblador, el controlador de calidad, el juez que decide la información de cada historia que escribe. Pero el reportero estaría perdido si no contara con la ayuda y experiencia de aquellos que ya conocen las reglas de juego. Los periódicos como el gobierno, son una maquinaria bien balanceada. El reportero no dicta las leyes del periodismo que han surgido a través de años de discusiones y errores.Teel y Taylor.

Sala de Redacción. Gernika. México, 1985. Pág. 112 y 113.

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