Consultorio Ético de la Fundación Gabo
22 de Septiembre de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Cuál cree usted que debe ser la diferencia entre periodistas y locutores? Tenemos productores independientes que llaman a periodistas comunitarios, que cumplen las funciones de locutores y periodistas. ¿Son la misma cosa?
En los códigos de ética se traza el perfil que identifica al periodista y que lo hace diferente del locutor, del publicista, del relacionista público o del comunicólogo, que son las profesiones con las que más frecuentemente se lo confunde.

A diferencia de esas actividades, el periodista trabaja exclusivamente para toda la sociedad representada en sus lectores, oyentes o televidentes.

El servicio que presta también lo diferencia: actúa no como intermediario que relaciona instituciones, gobernantes o entidades con el público, sino como mediador que activa "la capacidad de las personas para analizar, criticar y proponer" (Jesús Martín Barbero, "los medios y las mediaciones").

En tercer lugar, esa mediación se logra con la información. El periodista está capacitado técnicamente para el manejo de los enormes volúmenes de información que hoy están produciendo la radio, la televisión, Internet y otras fuentes alternas. Se trata de obtener la información, de evaluarla, de someterla a crítica, de editarla, de redactarla y difundirla, tareas con las que el periodista se propone entregar a sus receptores elementos válidos para:Asumir el conocimiento y el control de los hechos Entender los antecedentes de los hechos y aprovechar sus aciertos o sus errores Conocer sus consecuencias y, por tanto, influir en su desarrollo.Cada vez es más necesaria la profesionalización y permanente actualización del periodista. La dinámica tecnología de las comunicaciones, que trae consigo la rápida obsolescencia de técnicas y aparatos, y urge la renovación de conocimientos y prácticas, es solo uno de los factores que han hecho compleja y exigente la práctica del periodismo. Se agregan, entre otros: el hecho de que el hombre de hoy, profusamente informado, necesita procesar y aplicar la información a su vida y a sus intereses el fenómeno de sociedades cuyo desarrollo está ligado a una información de procesos, no solamente de hechos.

Toda la aceleración en el campo de las comunicaciones, impuesta por las nuevas tecnologías, ha puesto en evidencia los elementos específicos de una profesión que no podrá ser mirada como un ejercicio improvisado, para locutores, relacionistas, comunicólogos y demás profesiones afines, pero diferentes.

Documentación.

De todos los buenos periodistas del mundo es una invencible curiosidad. Una curiosidad a prueba de desánimos, de jefes estúpidos, de poderes opacos, de sentimientos personales una curiosidad que no se acaba nunca, igual que la capacidad de sorprenderse ante los inimaginables quiebros de la realidad. De ahí que sea mejor pensar que el periodismo es la broma más bonita del mundo en vez de creer que algún día vamos a llegar a saber o entender todo lo que nos parece incomprensible.

Hay que saber sobre todo, desconfiar de aquellos que parecen saberlo todo. Tener claro que nunca se sabrá lo suficiente para obrar en consecuencia y poder digerir lo que efectivamente se aprende, es tan indispensable como la curiosidad.

Esta distancia respecto a las versiones múltiples que ofrecen la realidad y el mundo, esta humildad congénita, este reconocimiento de la pluralidad de las explicaciones, son la única garantía de que este individuo que llamamos periodista va a ser capaz de mirar limpiamente en torno suyo, extasiarse curiosamente ante lo que ve y ser capaz de transmitirlo en forma comprensible a los demás.

Ignacio Ramonet dijo en una entrevista "el mundo no es un sinsentido. En el esfuerzo por entender los sucesos del presente se legitima la irresponsabilidad. El mundo de hoy merece ser entendido. Nuestro esfuerzo por entender lo que ocurre se traduce en ofrecer al lector, al ciudadano una serie de elementos para que pueda hacerse su propia idea de lo que pasa. Nosotros seguimos apostando por la razón, pero este no es el discurso dominante ahora mismo".

Margarita Riviere.
Periodista. Grijalbo, Barcelona 1994. Páginas 21, 22, 23.

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