Consultorio Ético de la Fundación Gabo
22 de Julio de 2016

Consultorio Ético de la Fundación Gabo

¿Cómo definiría el periodismo? ¿Ha cambiado en el tiempo esta definición? R.- Unos cuantos datos históricos permiten comprobar la evolución que ha tenido la definición de periodista.
Algunos creen ver la más antigua versión de un periodista en el soldado Filípides que corrió 40 kilómetros para llevar noticias el año 49 a.c. sobre la batalla de Maratón. Si es así, el periodista se define como el que lleva y trae noticias.
En el siglo XIII aparece otro antepasado: el redactor de los Avisi en Italia, o de los Zeitungen en Alemania; hojas manuscritas con noticias para el gobernante. De acuerdo con esto, periodista sería el que informa al poder.
En Inglaterra (1786) se miró al periodista como el que escribía para defenderse de las calumnias. Hasta entonces era un delito publicar críticas contra los gobernantes. Esta idea fue rebatida en 1735 en el juicio contra Peter Zenger en Nueva York, acusado por sus críticas al gobernador británico de Nueva York. Absuelto, con ayuda de un impresor llamado Benjamín Franklin, abrió el paso para una definición del periodista como fiscal del poder.
En la guerra civil de Estados Unidos se le vió como el que da la versión de las guerras.
A finales del siglo XIX, la competencia de Rudolph Hearst y Josep Pulitzer en Estados Unidos, impuso otra definición del periodista como el cazador de noticias de sensación, por lo raras, o porque permitían mirar por el ojo de las cerraduras.
A mediados del siglo XX se abrió paso otra imagen: la del periodista intérprete de los hechos y de la vida de la sociedad.
Hoy el periodista no es solo los ojos y oídos de la sociedad. Es su entendimiento. Estimula, no solo los sentidos, también la inteligencia y la voluntad de los receptores.
La evolución de la idea de esta profesión va, pues, desde la entrega mecánica de un boletín (Maratón) hasta el periodista que define Gabriel García Márquez como “alguien que tiene la oportunidad de cambiar algo todos los días”.
Documentación
En una época en que gracias a Internet cualquiera puede ejercer de reportero o comentarista, nos movemos en un periodismo de dos direcciones, sostiene Secley Brown. El periodista se convierte en líder de un foro, o en mediador, más que en profesor o conferencista. El ciudadano deja de ser exclusivamente consumidor y se convierte en prosumidor, es decir, en consumidor y productor.
La interacción con el lector se convierte en parte integral de la noticia a medida que esta evoluciona. Sirva de ejemplo lo ocurrido en 1999 con un perfil biográfico del periodista Cody Shearer escrito por A.O. Scott para Slate, una revista electrónica. Joe Conason se percató de que el artículo estaba lleno de imprecisiones y envió un correo electrónico a Slate, que por su parte no tardó en corregir la información. A partir de ese momento, todo el que entraba al artículo de Scott, leía una versión corregida que mencionaba a Joe Conason en una nota de agradecimiento e incluía un vínculo que daba acceso a su mensaje de queja.
Esta interacción tan propia de las nuevas tecnologías es una clase de periodismo que recuerda al periodismo de conversación, al primer periodismo que hace 400 años nacía en café y casas públicas. Desde ese punto de vista, la era digital no provoca ningún cambio fundamental en la función del periodismo. Es posible que las técnicas hayan variado, pero los principios subyacentes son los mismos. El primer compromiso del periodismo es la comprobación.
Tanto si la desempeña un escritor idealista del siglo de las luces, o un teórico de Silicon Valley ¿cómo se lleva a cabo esta función en la práctica? ¿De qué manera actúa la prensa libre en su papel de baluarte de la democracia? Llega a actuar en la realidad de alguna forma?

Bill Kovach y Tom Rosenstiel en Los Elementos del Periodismo.

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