Día del Periodista en Colombia: resistencia desde el periodismo para fortalecer la democracia
9 de Febrero de 2025

Día del Periodista en Colombia: resistencia desde el periodismo para fortalecer la democracia

Este 9 de febrero, y en medio de nuevos desafíos para el oficio, se conmemora en Colombia el Día del Periodista. Analizamos el panorama actual con los periodistas Andrea Aldana y Juan Esteban Lewin, y el director general de la Fundación Gabo, Jaime Abello Banfi.
Kirvin Larios

La experiencia de ser periodista en Colombia o en cualquier parte del mundo no se puede encerrar en unas pocas líneas. En tiempos de redes sociales y algoritmos, de desinformación e inteligencia artificial, los desafíos del oficio resuenan con similitudes en las diferentes orillas del planeta. Y sin embargo, existen variaciones importantes. En Colombia, por razón de su oficio, decenas de periodistas enfrentan amenazas y hostigamiento, se han exiliado forzosamente o viven en permanente riesgo de morir. No es lo mismo reportar desde una región sacudida por la violencia de grupos ilegales o hacer cubrimiento en ciudades donde se localizan los centros de poder. Las diferencias también se advierten en los salarios y condiciones laborales, en el acceso a herramientas para establecer canales comunicativos y en la eficacia de las medidas de protección en circunstancias de peligro.

Si las audiencias padecen el bombardeo informativo, el ecosistema periodístico debe encajar a su vez los informes anuales sobre la evasión de noticias, los llamados para tener un lugar en la economía de la atención sin caer en la trampa de las redes sociales, y los debates que ponen a competir a influenciadores con periodistas. A ello se suma un reto mayor, que, como los anteriores, no es exclusivo del periodismo sino de toda la sociedad: la estabilidad de la democracia.

Este Día del Periodista en Colombia se sucede mientras algunos medios como El País, alertan que el presidente de la nación más poderosa, Donald Trump, está llevando a cabo “un asalto a la democracia en toda regla”. A pocas semanas de su posesión, se configura un escenario que exige abordar sin nuevos actos de barbarie el fenómeno migratorio, el cambio climático e incluso la guerra en Gaza; se alteran las relaciones con América Latina y otros lugares, pero también en esto participa nuestro consumo de unas redes sociales controladas por los oligarcas tecnológicos afines a la ideología de Trump. Además, políticos de izquierda o de derecha han aprovechado sus plataformas para desinformar, mentir o impulsar sus agendas a como dé lugar.

La periodista Andrea Aldana, reportera ‘freelance’ exiliada hace casi tres años en España por razón de su oficio, dice que actualmente es común escuchar entre los colegas el lamento “la democracia ya fue”. “Esto sólo traduce la lectura del malestar que hay en las sociedades y que gobernantes como Trump o Milei han sabido aprovechar electoralmente para llegar al poder y socavar las democracias”. Aldana afirma que esto refleja cuán desconfiadas están las personas frente a las instituciones, lo que hace que “salgan a votar contra sus propios derechos sociales y escojan como gobernantes a personas autoritarias que ofrecen soluciones simples e ineficaces pero inmediatas”. Agrega que la propaganda política ha conseguido que un Estado de bienestar sea visto como un enemigo del desarrollo de un país. “En este sentido, podría decirse polémicamente que en algunos países la democracia está permitiendo que se actúe contra la propia humanidad y, por lo tanto, un sistema político en decadencia. Y frente a este escenario, el periodismo tiene poco margen de acción”.

Por su parte, Juan Esteban Lewin, jefe de redacción de la edición América-Colombia de El País dice que “la democracia se encuentra en un estado de debilitamiento, de riesgo y de pérdida de legitimidad”. Esta dificultad, añade, se ha exacerbado con voces contrarias a la lógica democrática del libre debate de ideas y del pluralismo, lo que supone un “ un reto nuevo al periodismo, porque el periodismo por su naturaleza libre y crítica del poder puede terminar muy fácilmente siéndole útil a las voces que buscan minar aún más la democracia”.

Jaime Abello Banfi, director general y cofundador de la Fundación Gabo, dice que actualmente existe una lucha política abierta por el liderazgo de las narrativas. “Y parte de esa lucha política pasa por minimizar, desacreditar y atacar la reputación de los medios y los periodistas. Es una estrategia política muy propia especialmente del populismo político contemporáneo de derecha o izquierda. Y es el caso de los Estados Unidos, donde hay un presidente, Donald Trump, que sabemos que es uno de los peores enemigos de la prensa crítica en el mundo, que está acompañado por un declarado enemigo de la prensa, Elon Musk”, agrega.

Para Lewin, el escenario social y político actual puede afectar “gravemente al periodismo”. Una parte de la audiencia va en busca de información que “refuerce sus prejuicios y sus sesgos”, por lo tanto, no es bien recibido “el periodismo que tiene como premisa básica incomodar al poder pero también a las audiencias en el sentido de abrirlas a nuevas ideas, mostrar nuevas perspectivas, revelar información desconocida”. Es lo que Aldana describe como “la pérdida de interés por la información de interés público”. Para mayor confusión se apela, además, a la emotividad de las audiencias. Se “ha fomentado la reactividad emocional a través de priorizar con sus algoritmos —en sus  redes sociales— contenidos engañosos, o altamente orientados, que apelen a las emociones de las personas para inducirlas a actuar”, dice Aldana.

Como consecuencia, el periodismo busca adaptarse, “y algunos lo logran y lo hacen muy bien convirtiéndose en medios de nicho, fomentando una fidelidad en la audiencia y apostándole a un periodismo más reposado; pero otros buscan poder competir por la audiencia, lo que hace que en muchas ocasiones sacrifiquen el contenido profundo, riguroso y relevante, por información que atrape la atención de la audiencia, la búsqueda del ‘clickbait’, y que solo juega a favor de la crisis de credibilidad que atraviesa el periodismo”. Esta crisis, comenta Aldana, es global: “La reactividad emocional de los usuarios de las redes sociales y la pérdida de credibilidad del periodismo, permanentemente atacado por gobernantes autoritarios, y no solo de extrema derecha, la estamos viendo en todos los países”, agrega.

Por un periodismo cuidadoso, independiente y serio

Según Abello Banfi, uno de los efectos colaterales de la “nueva ola política” es “el desfinanciamiento de los medios”. La pauta publicitaria, la suscripción, incluso el dinero de cooperación internacional se han reducido. Desde luego, no afecta solo a los medios: “El ataque también se dirige contra las ONG y contra el pensamiento crítico en la academia [...] Es un ataque que se identifica con un proyecto de poder. Pero no solo lo hacen determinados políticos populistas, es también un interés de determinadas plataformas globales”.

En medio de este escenario, la pregunta es ¿qué sigue?

“Toda acción genera una resistencia”, dice Banfi. “Lo que nos queda es la resistencia, que exige lo máximo del periodismo”. El periodista “está obligado a ser el comunicador más cuidadoso, más responsable y más ético, porque uno de los elementos esenciales del periodismo es la información periodística basada en hechos verificados”. Agrega: “El periodismo tiene que competir por la atracción, por la atención, lo cual lo obliga a reinventarse en sus modos de comunicación, de expresión, de narración y de relacionamiento”.

Según Aldana, frente los retos del periodismo ha nacido “una nueva forma de información que es algo así como ‘periodismo del periodismo’”, anota en referencia a proyectos que “buscan analizar y contrastar las formas y el fondo de los contenidos y cubrimientos de los medios de comunicación”. Como ejemplo, destaca a Presunto Podcast, un programa que ayuda a esclarecer a la audiencia sobre qué y cómo se informa,  y ejercicios como los que hace El Espectador, con un boletín semanal en el que su director, Fidel Cano, en el programa Redacción al desnudo, menciona los equívocos o errores del trabajo de la semana. “Creo que ambos ejercicios, o ejercicios similares, deberían replicarse en más medios”, dice Aldana.

Lewin cree que la adecuación a esa realidad “cada vez más aguda” es un compromiso del periodismo y de la democracia, que deben adaptarse a una realidad en la que “muchas veces el problema no es la falta de información sino el exceso de la misma o la dificultad para distinguir qué es cierto o falso, qué ha pasado por un cedazo editorial y de intento por hacer periodismo contra los sesgos propios”. También insiste en que el periodismo “debe hacer parte de un movimiento más amplio no solo de defensa de la democracia, la diversidad, el pluralismo, la tolerancia, sino de una vida, si se quiere, más sosegada, en la que las personas, luchando con la adicción a la dopamina que produce la gratificación instantánea en las redes sociales, debemos hacer parte de ese movimiento que es más amplio de lo que puede hacer el periodismo”.

Este llamado deja claro que el periodismo se integra como otros campos a la conversación social en una democracia. El reto es mayor ahora, y la formación de periodistas, la constante transformación de medios y plataformas, es tan crucial como siempre. “Hacer periodismo en Colombia y tocar un poder mientras lo haces, un poder legal o ilegal, pone en inminente riesgo tu vida”, dice Aldana. “Es cada vez más difícil en términos económicos, en la medida en que las redes sociales van ganando más fuerza y la gente se limita a ellas”, dice Lewin. Por esto, coinciden en que se necesita “un periodismo con profundos valores democráticos que sepa plantar cara al poder —no sólo al político, también al económico— y que tenga la valentía de alertar a la audiencia cuando la democracia está en peligro” reflexiona Aldana. “Y esto último requiere un periodismo verdaderamente independiente, cosa difícil de pedir cuando se nos suele olvidar que los medios de comunicación son también empresas comerciales de la comunicación”.

Dice Lewin que para evitar darle plataforma a estas voces que buscan desestabilizar la democracia “se necesita, sin duda alguna, más periodismo; periodismo serio, responsable, juicioso, pero también plural y diverso, que permita que dentro de las diferentes voces que confluyen en el periodismo, haya voces que llamen la atención a diferentes grupos y que impidan la concentración de la verdad en algunos sectores”.

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