Todos tenemos una tía Lety. Es esa persona, por lo general un familiar, que constantemente nos está alertando a través del reenvío de cadenas de correo electrónico o Whatsapp sobre las amenazas a la seguridad que se nos pueden llegar a presentar. Que hay un descuartizador de niños suelto, que hay una nueva modalidad de robo en los taxis, que ladrones disfrazados de policías están robando casas. Sobre todo este tipo de casos nos informan a diario. Lo hacen por amor.
Mi tía Lety es una mujer jubilada de casi 70 años, ya crió a sus cuatro hijos, quienes viven en el exterior. Esto la ha obligado a convertirse en una experta en métodos de comunicación digital. Primero aprendió a usar el e-mail, luego Skype, posteriormente las redes sociales, y ahora Whatsapp.
Un domingo hace más o menos un mes, ella me reenvió un audio de Whatsapp en el que se alertaba de un paro de transportadores en la ciudad a partir del día siguiente. Sonaba muy creíble. El tipo que hablaba tenía un tono militar, casi regañando a quien no creyera su advertencia. Invitaba a la gente a no salir de su casa, so pena de quedar atrapados todo el día en el tráfico. Me asusté. Pero mi instinto periodístico me llevó a buscar en Google información sobre el supuesto paro. Nada. Ni un solo medio de comunicación había publicado al menos una línea. Concluí que el audio se trataba de una broma, o se refería a algún paro de tiempo atrás.
Le llamé la atención a mi tía Lety. Le expliqué cariñosamente que se trataba de un rumor sin sustento, y que no tenía nada que temer. Podía salir a tomar té con sus amigas sin temor a morir de tedio en un embotellamiento. Ella me pidió disculpas. Sé que se sintió regañada, pues durante un par de semanas no me volvió a escribir.
Cambio de chip
¿Por qué pido entonces que sean como mi tía Lety, una persona que inocentemente difunde desinformación?... Sigan leyendo.
Algo cambió la semana pasada. Como bien saben, fue noticia en el mundo entero que Whatsapp se cayó durante varias horas. Al día siguiente, mi tía Lety reapareció, reenviándome el ya popular mensaje de una tal Karelis Hernández, quien daba instrucciones para salvar Whatsapp de la crisis en la que se encontraba por congestión de sus servidores.
Le agradecí cortésmente a mi tía por compartirme el mensaje, sabiendo que se trataba de información tan falsa como una moneda de cuero. Lo que sucedió unas horas después me sorprendió. Recibí un nuevo mensaje de mi tía. Una imagen donde se podía leer un comunicado de la compañía de telefonía panameña T Móvil, el cual explicaba por qué era falsa la solicitud de la tal Karelis.
A esto, mi tía Lety añadió una línea: la información es falsa. Saludos.
Si queremos empezar a combatir en serio el problema de las noticias falsas y la desinformación por internet, necesitamos ayudar a que más y más personas como mi tía Lety adquieran habilidades periodísticas de verificación de información y contraste de fuentes.
Necesitamos enseñarles que hoy en día cualquier persona con un teléfono inteligente es prácticamente un medio de comunicación de masas, y que esto implica una gran responsabilidad respecto a la información que compartimos. Piensa antes de compartir es el nuevo piensa antes de hablar.
Al parecer mi tía Lety lo ha empezado a comprender. Si tienen una tía como ella, invítenla a almorzar un día de estos y explíquenle qué es esto de la posverdad. Eso sí, sin regañarlas. Háganlo con mucho amor.