Periodismo y partidismo, por separado y jamás combinados
24 de Agosto de 2018

Periodismo y partidismo, por separado y jamás combinados

Foto: Pixabay / Creative Commons.

Una respuesta de este consultorio sobre el rol social del periodista deja espacio para pensar que el periodista debe hacer acción política como líder. ¿Entendí bien?

Respuesta:

Si se distingue entre política y partidismo, se puede entender bien cuando se afirma que el papel del periodista no se puede reducir al relato exacto de lo que sucede a diario, sino que debe aspirar a la promoción de cambios para hacer una mejor  sociedad, que es una función política, pero no partidista.

Cuando el periodista hace una relación integral de los hechos y propicia una comprensión e interpretación de lo que sucede y afecta al bien común, estimula en los receptores de su información la participación en cambios y soluciones. Además, lo hace sujeto de una historia que se construye entre todos.

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La información periodística, así entendida, promueve, busca soluciones, propone salidas, estimula e inspira. Al hacer entender e interpretar cumple una función política porque incorpora a los receptores a las tareas comunes de promoción y  defensa del bien común, en cualquiera de los partidos políticos.

En esto consiste su rol y liderazgo político. En cambio, degrada su rol cuando pone su ejercicio profesional al servicio de un partido o líder político. Su información se convierte en propaganda y la profesión periodística pierde su naturaleza y dignidad.

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Documentación

Aparentemente, la tarea de los periodistas es solo la de informar. Es decir, la de convertir en lenguaje articulado los hechos y transmitirlos al resto de la humanidad, a través de influyentes medios de comunicación.

Sin embargo, yo creo que ningún periodista acepta voluntariamente ser un mero observador de datos sueltos. Para todos es un imperativo profesional y humano situar los acontecimientos, verlos en perspectiva y, sin pretender convertirse en historiador o filósofo, participar de su desciframiento. Todo lenguaje, aun el más serenamente descriptivo, participa de las propiedades del análisis, está inscrito en una búsqueda elemental de comprensión de los hechos. Así que, a las tareas físicas, a los largos viajes, las tensas esperas, las experiencias violentas y los maltratos que hacen parte cotidiana de la aventura periodística, se suman una tenaz curiosidad intelectual y un esfuerzo expresivo que excede las meras preocupaciones gramaticales para participar aún de preocupaciones estéticas como la claridad y la eficacia narrativa, e incluso la capacidad de conmover.

Creo que el deber de los periodistas va más allá del esfuerzo por informar y por dilucidar los hechos. Aunque creo que la siguiente exigencia que la humanidad debe hacerle al periodismo es a los medios, a los gremios y a la profesión en conjunto. El periodismo, y ese es un alto destino, se debe menos a la verdad de los protagonistas de los hechos que a los intereses de la humanidad. Es la perspectiva humana, no facciosa, lo que le puede dar sentido, no solo como instrumento informador, sino como instrumento civilizador. Creo que el periodismo por su altísima influencia, por su presencia cotidiana en las comunidades, por su capacidad de formar criterios y despertar opiniones tiene la posibilidad de influir de un modo mucho más definitivo en el discurrir de las naciones.

Al periodismo le compete un papel de primera magnitud en el proceso de modernización. La más urgente de las tareas de la sociedad colombiana es la de superar la ficción de modernidad, esa de autos, computadores, electrodomésticos, supermercados, entretenimiento, moda y acceder a la verdadera modernidad que es la de las ideas. La guerra que vivimos se nos presenta como una auténtica guerra medieval, intolerante e inhumana, librada con los sofisticados arsenales del siglo XXI. Pero es que la mentalidad de nuestra sociedad es una mentalidad arcaica, donde todavía los signos de preeminencia son la riqueza, la capacidad de excluir a los demás, la capacidad de hacer daño a otros y la capacidad de manipular a los demás.

El periodismo no puede impedir que ocurran los hechos lamentables de la guerra, también es responsable del orden mental que impera en la sociedad, del sistema de valores que la rige y del tipo de importancia que se concede a las obras de la barbarie y a las obras de civilización.

William Ospina en Otros desafíos para el periodismo. Conferencia dictada en julio de 2000.

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