¿Cómo entrevistar a las víctimas sin faltar a la ética?
2 de Marzo de 2018

¿Cómo entrevistar a las víctimas sin faltar a la ética?

Foto: Unsplash  - Compartida bajo licencia Creative Commons

¿Es ético entrevistar a la familia de una víctima? ¿Qué preguntas serían las adecuadas? ¿Se debe emitir la imagen de una persona que llora la muerte de su hija?

Respuesta:

Hay una práctica saludable en estos casos: preguntarse si uno entrevistaría, grabaría o fotografiaría a mis padres, hermanos o hijos en un momento de desgracia, por ejemplo, el asesinato de alguien de la familia, o su secuestro: ¿Los entrevistaría? ¿Los seguiría con una cámara? ¿Permitiría que alguien lo hiciera?

De ese ejercicio resulta claro que uno no permitiría esa conversión del sufrimiento ajeno en noticia. ¿Por qué?

Cuando uno reflexiona sobre esa negativa, descubre que una persona o una familia que sufre debe blindarse contra los invasores de su intimidad ya que un sufrimiento, el llanto, las protestas contra la desgracia, son actos íntimos que arrancan del interior más profundo y que llevan consigo la expresión más personal.

Por eso se considera un abuso la invasión de esos momentos con preguntas, cámaras o micrófonos. Si yo no quiero ni toleraría eso con mi familia no he de hacer a otros lo que no soportaría que hicieran conmigo. Tal ha sido uno de los más antiguos criterios éticos en el mundo: “no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti”.

Las manifestaciones de dolor valen como información cuando, sin violar la intimidad, se comunican para estimular la solidaridad con las víctimas o para inducir el repudio a los actos de violencia, o medidas preventivas de la violencia o de catástrofes. Es obvio que en estos casos las imágenes y relatos serán sobrios y que las entrevistas se limitarán a destacar datos sobre las causas del atentado o sobre su impacto en la vida de la sociedad. Es decir, sobre lo que el hecho criminal o el evento de la naturaleza representan para el bien de la comunidad.

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Documentación

La intimidad expresa aquello de más radical, de más profundo, propio de la estructura interior de las personas, que por extensión alcanza también en su significado a la familia, como ámbito de lo íntimo. Es el poder que la persona tiene de excluir a los demás del conocimiento de sus actos y actividades personales.

Es, ante todo, vida interior, incluso en el sentido religioso, más o menos laicizado, de esta expresión, relación intrapersonal o intradiálogo, reflexión  sobre los propios sentimientos, conciencia, tanto en el sentido de conciencia gnoseológica, como en el de conciencia moral, y también autonarración y autointerpretación, contarse a sí mismo la propia vida y subjetividad, sintiéndolas como tales.

Si es avasallada la autonomía de la persona y, con ella, su dignidad desaparece. Así es de importante para el ser humano.

Algunos autores diferencian intimidad de vida privada, en el sentido de que la primera es una esfera más reducida e inaccesible que la segunda.

Sin embargo, es conveniente conocer qué comprende la intimidad o vida privada: ideas y creencias religiosas o filosóficas, mágicas o políticas que el individuo desee sustraer al conocimiento ajeno; aspectos concernientes a la vida amorosa o sexual; aspectos no conocidos o extraños a la vida familiar, anomalías físicas o síquicas no visibles, en general todo dato o hecho, o actividad personal cuyo conocimiento produzca perturbación moral o síquica del afectado.

José Luis Gálvez, Marta Paz en Sensacionalismo, Fundación Pieb, La Paz, 2003.  p. 115, 116

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