La futbolización como renuncia

La futbolización como renuncia

Para el profesor español José Luis Rojas Torrijos, lo preocupante no es tanto la hegemonía del fútbol en la prensa deportiva, sino la polarización que produce la forma en que es abordado el tema.
Fotografía: Pexels en Pixabay | Usada bajo licencia Creative Commons
José Luis Rojas Torrijos

Hablamos, muy a menudo, de periodismo deportivo cuando en realidad nos referimos a periodismo futbolístico. Y no es una mera segmentación temática. Sin duda, se trata de una sinécdoque que se asume casi por inercia desde las empresas periodísticas y en la que no se repara lo suficiente teniendo en cuenta las importantes consecuencias que puede llegar a tener una futbolización mal entendida en el tratamiento informativo de los protagonistas y en la calidad de los contenidos deportivos que se proyectan a las audiencias. Veamos.

El fútbol es, con diferencia, el deporte más popular del mundo con más de 4.000 millones de seguidores habituales, esto es, más de la mitad de la población mundial, según recoge en un estudio reciente World Atlas. Por tanto, que mande el fútbol es una lógica respuesta a una realidad que existe en el mercado, a una demanda informativa que ha crecido exponencialmente en estos últimos años a medida que las televisiones se han encargado de llenar sus respectivas parrillas de horas de emisión de partidos por cuyos derechos han pujado con cantidades multimillonarias.

La indiscutible hegemonía informativa del fútbol en el periodismo deportivo es algo constatado por numerosos estudios. Uno de los de mayor alcance de cuantos se han realizado hasta la fecha, es Play the Game, iniciativa del Instituto Danés de Estudios del Deporte, que promueve la ética, la transparencia y la libertad de expresión en el mundo del deporte. En colaboración con dos universidades alemanas, la German Sport University de Colonia y el instituto Macromedia Hochschule für Medien und Kommunikation de Munich, llevó a cabo el International Sports Press Survey 2011, un análisis de noticias publicadas en 80 periódicos de 22 países diferentes de varios continentes. Este informe señala que el fútbol (soccer) copa más de la tercera parte de la cobertura informativa en medios de Europa y Latinoamérica.

Arrinconamiento inconveniente

Pero la futbolización no solo es el predominio indiscutible de una temática deportiva. También comporta el arrinconamiento de noticias importantes, tanto de la propia competición del fútbol como sobre todo de otras modalidades. Una futbolización mal entendida es la que, en primer término, lleva a que el periodismo se constriña cada vez más y reduzca una porción cada vez mayor de sus espacios a un número cada vez más reducido de equipos y protagonistas (masculinos). El caso español es especialmente significativo por la polarización informativa que se produce ya no solo entre Real Madrid y F.C. Barcelona, sino entre apenas algunos de sus jugadores más mediáticos o famosos, muy especialmente Ronaldo y Messi, u otros como Sergio Ramos o Piqué.

Este excesivo sesgo temático alimenta una necesidad colectiva de consumir más de lo mismo, aunque muchas veces en el día a día no haya suficientes ni verdaderas noticias para ello. Así, se rellenan amplios espacios con elementos provenientes de la industria del espectáculo o pseudoperiodísticos. Cuando el chascarrillo de redes sociales, la anécdota ligada a la vida privada de un jugador o su pareja y la polémica generada a través de múltiples declaraciones que se magnifican se convierten en el hilo conductor del discurso periodístico-deportivo, este se empobrece, porque, entre otras cosas, renuncia a informar más y mejor de la competición y se contenta con entretener, priorizando el espectáculo de todo lo que la circunda. Como afirma Ramón Besa en una entrevista en Periodismo Deportivo de Calidad, “la futbolización no tendría que ser negativa si la apuesta editorial fuera precisamente el fútbol como deporte".

La futbolización mal entendida supone que ha de primar la cantidad sobre la calidad y que los contenidos no se seleccionan ni se jerarquizan siempre a partir de criterios estrictamente noticiosos. Como consecuencia, quedan infrarrepresentadas o directamente invisibilizadas noticias relativas a otros deportes que, dada la relevancia del acontecimiento o los logros conseguidos, merecerían una mayor valoración periodística por parte de los medios dedicados a cubrir esta amplia parcela informativa. De esta forma, la tendencia cada vez más acentuada a informar de fútbol por exceso se encamina hacia una progresiva trivialización del periodismo deportivo, que renuncia a una valiosa oportunidad para enriquecer unos contenidos que ni son siempre deportivos ni siquiera informativos.

Por ello, esta futbolización mal entendida implica también una renuncia ética, que tiene que ver con las intencionalidades del periodista y su medio a la hora de asumir responsabilidades en el manejo de la información. Como subraya Javier Darío Restrepo en el reciente manual Ética periodística en la era digital, “el tiempo del periodista, optimizado por la tecnología digital le permite o mejorar el negocio de la empresa al multiplicar las noticias y entregarlas al instante o aprovecharlo para elevar los estándares de calidad". Y da la sensación de que futbolizar la información deportiva privilegia lo primero: cuanto más contenido y de lo mismo mejor, aunque no se trate de noticias ni estas se entreguen completas, se comprendan sin esfuerzo y tengan como objetivo primordial entretener a las audiencias y mantenerlas cautivas.

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