El color “real” de la luz

El color “real” de la luz

En la reportería gráfica el fotógrafo suele responder a sus editores, mientras que en la fotografía documental es usual que él o ella siga su propia nariz buscando un producto más personal, con mirada de autor.
Aracataca, Magdalena, Colombia. 2005. / Foto: Stephen Ferry
Stephen Ferry

Me alegra tener esta oportunidad de conversar con ustedes acerca de la fotografía no ficción.

Espero que este espacio sirva para nutrir una conversación entre reporteros gráficos, editores, periodistas, fotógrafos documentales y todos los que adoren a la fotografía.

Muchas gracias a la FNPI y la Red ÉticaSegura por convocarnos aquí.

Antes de todo, quiero aclarar términos. Por lo general, ‘reportería gráfica’ se entiende como la fotografía de prensa, la de los periódicos y revistas, donde uno cubre los acontecimientos, temas y personajes de interés para los lectores de estos medios. Prima en muchos casos la inmediatez. En cambio, el término ‘fotografía documental’ se usa para hablar de los proyectos de largo plazo. En el campo de la fotografía documental muchas veces los proyectos que demoran mas años en realizarse terminan siendo los más respetados.

Y en la reportería gráfica el fotógrafo suele responder a sus editores, mientras que en la fotografía documental es usual que él o ella siga su propia nariz buscando un producto más personal, con mirada de autor.

De pronto la diferencia es comparable a la que existe entre ser un reportero de notas diarias y ser cronista que dispone de más tiempo para observar, reflexionar y escribir.

Para mí, ambos tiempos – lo inmediato de las noticias y lo largo de la practica documental – son igualmente válidos, bellos, e irremplazables. Me interesa mucho la síntesis entre los dos esquemas de trabajo. Por ejemplo, trabajé por mas de diez años en el libro “Violentología; Un manual del conflicto colombiano” pero está conformado en gran parte por fotos tomadas para TIME, Newsweek y el New York Times con apuros para realizar y despachar el trabajo antes del cierre.

Entonces para borrar un poco las diferencias en estas prácticas prefiero usar un solo término -‘fotografía no-ficción’ – para referirme al trabajo de nosotros en general.

También me gusta que las palabras ‘fotografía no ficción’ enfatizan la disciplina de no armar o cambiar los escenarios fotografiados. De hecho, decidí usar ese rótulo de ‘fotógrafo no-ficción’ en mi página web después de que un colega me preguntó si yo había usado un filtro para que se viera tan verde esta fotografía, tomada en el pueblo de Aracataca, Magdalena, lugar del nacimiento de Gabriel García Márquez. Me sorprendió la pregunta, porque yo no usaría un filtro, ni Photoshop tampoco, para cambiar sustancialmente el color de una escena.  Sería crear una ficción, y me apuré para aclarar mi apego a los principios periodísticos.

Aracataca, Magdalena, Colombia. 2005.

 

Pero no es tan sencillo, cuando se trata del color de la luz. Lo que pasa es que el cerebro humano es muy bueno para compensar los colores de la luz, haciendo que la luz de ambiente tienda a parecer blanca. Por ejemplo, mientras escribo esto estoy en un despacho iluminado por luces de tubos de neón. Esas luces emiten una luz verde, sin embargo, yo veo las paredes blancas. Supongo que la mente tiene esta función de balancear los blancos para que el mundo no nos parezca demasiado caótico y locamente colorido.

Como la mente, las cámaras digitales tiene una función de balance de blancos automático. Pero con pocas excepciones, la película fotográfica es balanceada solo para la luz blanca. Es decir la película no balancea los colores.

En el caso de la señora cataqueña, lo que sucedió fue que había una luz verde en la calle, que al caer sobre su casa, pintada también de verde, produjo ese color intenso que se percibe en la foto. Basta mirar dentro de la habitación de la señora, donde había una bombilla que emite una luz más bien amarilla, para entender el juego de las luces ahí. La foto se tomó con película negativa Kodak Portra 400, y por ende muestra la luz con todo su propio color y sin compensación. La misma foto tomada con una cámara digital con balance de blanco automático puesto se hubiera visto menos saturada.

Los siguientes ejemplos son otras imágenes tomadas en película, y por no estar balanceada, el color de la luz se ve más intensa en la foto que como se vería si fuera compensada por la mente o por una camera digital.

Para mí, en estas fotos la luz del ambiente es importante para la foto, y este trato de la luz, basado en el uso de película. forma parte de mi estilo personal.

San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Mexico. 1999.

 

Atacama, Chile. 2003

 

Estos ejemplos levantan unas preguntas muy específicas que quiero lanzar al debate:

Por reflejar el color de la luz en toda su saturación, y no como la mente suele percibirla, ¿son estas fotos una distorsión de la realidad? O más bien son un registro fiel de la luz  y es la mente la que distorsiona? ¿Será que son aceptables en un trabajo documental hecho con estilo personal pero no como evidencia en un juicio? Como fotógrafos no ficción, ¿qué tan estrictos debemos ser en cuanto al color de la luz? ¿Acaso el flash no cambia la luz enteramente?

Personalmente no veo problema ahí, pero me parece un buen caso para arrancar la conversación sobre la relación entre estilo personal y la estética por un lado, y el “registro puro” de los hechos por el otro.

La ñapa:

Les recomiendo que le presten atención al colectivo de fotógrafos llamado Supay. Los invito a reflexionar sobre la relación entre estilo personal y la no ficción en la obra de estos compañeros peruanos: www.supayfotos.com

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Las fotografías son del derecho reservado de su autor.  No se permite ningún uso sin permiso escrito: stepheneferry@mac.com

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