La ética de la exclusiva

La ética de la exclusiva

Hoy en día cualquier usuario con canales como Twitter o WhatsApp, es capaz de “golpear” con una información exclusiva a los grandes medios de comunicación.
Fotografía: Moses Mehraban en Flickr / Usada bajo licencia Creative Commons.
Gustavo Villarrubia

Hoy en día cualquier usuario con canales como Twitter  o WhatsApp, es capaz de “golpear” con una información exclusiva a los grandes medios de comunicación.

Esto gracias a la multiplicación de los dispositivos de fácil acceso , que consiguen que una noticia, una imagen o  un video se difunda  rápidamente por las múltiples plataformas de comunicación existentes, que ya han dejado hace tiempo de ser  exclusividad de las grandes empresas periodísticas.

Ahora bien, si por un lado esto se festeja como una gran victoria contra “la censura” y las presiones de los “poderes económicos” o  “poderes fácticos” detrás de algunas empresas periodísticas que limitarían la libre circulación de ciertas noticias, hay algo que no debe dejar de llamar nuestra atención y preocuparnos: la ética de las exclusivas.

Una circulación de “exclusivas”  donde no existan los mínimos filtros éticos, permitiendo que la información entregada se mueva en la frontera entre la verdad y la mentira, la difamación o la alabanza, y donde el rigor periodístico de la fuente de información desaparece en el  ciber-espacio. Esto no puede ni debe dejar de ocuparnos.

El pasado miércoles 8 de julio, alrededor de las 18:30 comenzó a circular por WhatsApp y Twitter el rumor de que a la media noche de ese día un paro indefinido de combustible comenzaría en la ciudad de Santiago de Chile  y todo el territorio nacional. Los mensajes llamaban a cargar combustible por el inminente paro que comenzaría en solo unas horas más. El mensaje comenzaba diciendo: “Una  muy buena fuente, con nombre y apellido desde COPEC  (Compañía de Petróleo de Chile), me avisó que desde esta noche comienza un paro indefinido de combustible” y terminaba diciendo: “ no sé si será verídico, pero por las dudas carguen sus estanques” . A las 19:30 , una hora más tarde,  la noticia ya había saltado del Twitter y WhatsApp, a algunos canales de TV y plataformas de medios escritos. Esto produjo que varias gasolineras de la capital comenzaran a colapsar, a una de las horas de mayor tráfico. Esto despertó aún más el interés de los medios, que empezaron a cubrir estas largas colas de autos esperando llenar el estanque.

Todo esto duró hasta las 20:30, cuando la Compañía de petróleo de Chile (COPEC) hizo público un comunicado desmintiendo la información que andaba circulando sobre posibles problemas de suministro.

La “exclusiva” había sido lanzada a media tarde por WhatsApp y Twitter, y a pesar de ser desmentida,  fue de igual manera noticia impuesta en los principales noticiarios televisivos de las 21:00 hs de ese miércoles, donde todos titularon más o menos igual: Copec y dueños de camiones que trasportan combustible descartan paro”. Lo que ningún medio supo explicar, fue quién fue el instigador de la “exclusiva”, ya que los primeros tuits y mensajes de Whatsapp a esas alturas se habían esfumado en las nubes del ciber espacio.

Otro de los ejemplos que me vienen a la memoria, es el tristemente ocurrido el 31 de mayo de este mismo año, en el estado de Sergipe en Brasil.

Un reportero de televisión se topa con un operativo policial en una carretera, y rápidamente da aviso a su canal, quienes lo ponen en vivo a relatar lo que estaba pasando.  La cámara comienza a mostrar a varios policías, autos atravesados, y tres jóvenes  en el suelo esposados boca abajo, custodiados por un policía. En un ambiente de mucha tensión por la inmediatez, el reportero comienza su locución en vivo relatando lo que está presenciando, mientras camina en dirección al policía, que mantiene a los esposados en el suelo.

Al llegar el oficial, en un rápido intercambio de palabras, le explica que se trataba de un robo y la detención de tres delincuentes armados con quienes habían intercambiados  disparos. A lo que inmediatamente el periodista se agacha  hacia dos de los jóvenes que permanecían en el suelo e intenta entrevistarlos, pero percibe que eran menores, lo cual es confirmado por uno de ellos. Rápidamente se gira al tercer detenido y acercándole el micrófono a la altura de la cara, y llamándole la atención tocándolo con el dedo índice, comienza a preguntarle la edad. Al ver que este no le responde insiste con la pregunta y la punta de su dedo en el hombro, ¡todo esto en vivo!

Hasta que uno de los policías de la escena del crimen le llama la atención al reportero de que estaba entrevistando a un muerto.

El querer destacar con una información única, de  rápida repercusión mediática, y que esto a su vez determine en un reconocimiento público, siempre ha sido un tema difícil de lidiar dentro de los medios de comunicación.

Personalmente he conocido “profesionales de la información” que están dispuestos a ser los primeros a cualquier precio. Esto exponiendo sin pudor, vidas privadas, intimidades, denunciando o anticipando juicios sin contar con todos  los elementos suficientes, ni la autoridad para esto.

Personas que en sus medios de comunicación en más de una ocasión se vieron obligados a retractar la información y disculparse con la audiencia, ya sea por la falta de rigor o veracidad de la información que habían entregado. Pero aún así confrontados con la ética, se limitaban a decir sin ruborizarse: “más fácil es pedir perdón, que salir a la cola”.

Dicho esto, reafirmo el llamado de atención a pensar cómo hacer periodismo aprovechando las múltiples plataformas, estando dispuestos a perder una exclusiva, pero nunca la rigurosidad y veracidad, de la misión del comunicador social.

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Sobre Gustavo Villarrubia

Trabajó 6 años en India como corresponsal y colaborador de CNN en Español, TBS (Japón), Radio Monitor (México), TV Globo (Brasil), Canal 13 y Radio Cooperativa (Chile). Corresponsal de guerra en Afganistán (septiembre-diciembre 2001) e Irak (abril 2003). Desde abril de 2002 a 2010 trabajó como reportero investigador del programa Contacto de Canal 13. Obtuvo el Premio Chilectra a “Las buenas prácticas periodísticas” (2005) y fue nominado al Premio Mejor Documental Emmy 2005 (Por “Se Busca”). Desde 2010 a 2014 se desempeñó como reportero en Ciper. Al día de hoy trabaja como productor periodístico de reportajes en canal 9 MEGA.

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