El periodismo navega entre un mar de versiones encontradas, en medio del fenómeno siempre creciente de la desinformación. La guerra Ucrania-Rusia no ha escapado de ello. En un artículo de la BBC, una joven en Kharkiv (Ucrania) relata que es incapaz de convencer a su madre, residente en Moscú, de que está en peligro en territorio ucraniano. “No quería asustar a mis padres, pero comencé a decirles directamente que los civiles y los niños están muriendo”, contó al medio británico. “Pero a pesar de que se preocupan por mí, todavía dicen que probablemente solo sucede por accidente, que el ejército ruso nunca atacaría a los civiles. Que son los ucranianos los que están matando a su propia gente”.
La joven afirma que su madre solo repite la narrativa que oye en los canales estatales rusos. Pero ¿quién tiene la verdad en este caso? ¿Los habitantes de Ucrania que dan sus testimonios a la BBC mientras detrás se escuchan los bombardeos? ¿O medios rusos que han estado estrictamente controlados durante décadas, entregando a sus espectadores una visión acrítica de Rusia y sus acciones en todo el mundo?
Jean-François Fogel, periodista francés y director del Executive Master of Media Management del Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po), intenta zanjar la discusión con la siguiente afirmación: la verdad periodística no existe.
“No todas las verdades funcionan de la misma manera. La verdad científica es una experiencia que se puede repetir; la verdad filosófica es una demostración lógica utilizando conceptos; la verdad religiosa es el discurso de un profeta que anuncia lo que es la verdad revelada; pero la verdad periodística, que obliga a protagonistas y testigos a acordar una versión única de unos hechos, no existe, sobre todo en el terreno político. Es decir, vivimos en un mundo en donde hay una coexistencia de versiones contradictorias sobre la misma cosa”, dice Fogel, quien preside el Consejo Rector de la Fundación Gabo.
Es en estas contradicciones que aparece la desinformación. El periodista francés explica que la desinformación es una información recibida por una persona que dice que esta no es cierta, aunque su vecino opine lo contrario, pues esta información confirma lo que cree. Por ende, combatir la desinformación implicaría “modificar el contexto individual de la recepción de la información, lo que es muy difícil”.
En este sentido, Fogel refiere que aunque hay hechos que no tienen justificación como el bombardeo de poblaciones civiles en una guerra, se crean versiones (falsas o verdaderas) que algunas personas terminan adoptando como una verdad justificable. Así, surgen versiones que intentan culpar de la guerra a la OTAN y sacan del centro del debate el hecho de que miles de personas inocentes están muriendo bombardeadas.
“La cosa obvia es que la verdad política es un bien muy individual y específico de cada persona. Por ejemplo, en el caso colombiano, vemos en un proceso judicial actual a personas que piensan que [el expresidente Álvaro] Uribe ha utilizado falsos testimonios, y otras personas que, con la misma buena fe, piensan lo contrario”, cita Fogel. En este caso, el periodista francés indica que no se trata de la información sino de la creencia de cada persona, que tiene la decisión de ponerle la etiqueta de verdadero o falso a las distintas versiones.
¿Sanción a los medios de comunicación?
La guerra entre Rusia y Ucrania ha sido particular por la forma en la que las redes sociales han acercado al planeta entero al campo de batalla, y han sido, así mismo, una gran fuente de desinformación ¿Pero qué sucede cuando los medios de comunicación son quienes al parecer desinforman? ¿Es válido sancionarlos o vetarlos?
El veto que la Unión Europea les hizo a medios rusos como Sputnik y Russia Today (RT) recibió aplausos, pero también críticas; en una de ellas se lee: “La propaganda se contrarresta con información, no con censura”.
En su momento, la presidente de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que la medida iba dirigida a frenar “la maquinaria mediática del Kremlin” y que buscaba evitar que tales medios no difundieran “sus mentiras para justificar la guerra de [Vladímir] Putin”. El experto Jean-François Fogel considera esta acción “un buen ejemplo para explicar que vivimos en un mundo donde hay versiones contradictorias en circulación e instituciones y gobiernos que se sienten incómodos frente a ciertas versiones”.
No obstante, dice que en el caso de Sputnik y RT, al ser medios cuya financiación depende del Estado ruso, se pueden entender como un instrumento de un gobierno. Anota que quizás por tal razón, la sanción no tuvo un eco de queja o reclamo por parte de las audiencias de Europa occidental porque estos medios ya traían una mala imagen. “Negaban la existencia de la guerra y era un contenido insoportable por su negación de la realidad tal como se veía a veces en tiempo real”, lo que explica el silenciamiento.
Honestidad versus verdad
Si no hay una verdad periodística, como afirma Fogel, ¿el periodista puede replicar lo que quiera aunque no se ajuste a la realidad? El experto aclara que la coexistencia de diversas verdades no debería confundirse con una emulación de la desinformación. Por ello, Fogel sugiere la honestidad: “La objetividad es inalcanzable sobre todo en un mundo de versiones contradictorias. La honestidad sí se puede conseguir”.
El periodista francés y también ensayista indica que la honestidad consiste en aplicar las reglas de definición de los hechos, teniendo presente tres criterios claves que deben tener los periodistas: independencia, responsabilidad y ausencia de un interés individual. Y recalca que el periodismo independiente no obedece a nadie; el periodismo es responsable porque se dedica a temas pertinentes para la sociedad y es desinteresado porque el periodista no gana ni pierde nada con el hecho de publicar lo que escribe.
Así mismo, para no perder la brújula en un “mar de contradicciones”, Fogel recomienda a los periodistas tener en cuenta dos elementos claves:
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La búsqueda de los hechos. Cumplir con las reglas profesionales del oficio, tener la ética presente para buscar información y hacer un contraste de fuentes. Si es posible buscar fuentes independientes o cruzar varias fuentes.
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La transparencia. “La nueva objetividad es la transparencia”, dice Fogel. El periodista debe reconocer que tiene prejuicios y también debe manifestar cuáles son las causas que defiende. “Hay un crecimiento de un periodismo comprometido de manera honesta y transparente (...) y desde este posicionamiento inicial se puede investigar hechos”, precisa.
Las fallas de los medios en el cubrimiento de la guerra Rusia-Ucrania
En cuanto al cubrimiento de la guerra Rusia-Ucrania, Fogel identifica tres errores o fallas que tuvo la prensa europea y que, actualmente, está intentando remediar:
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La prensa no creía en la guerra. “A pesar de que Estados Unidos anunciaba una ofensiva en los próximos días y era una advertencia repetida, la prensa europea no le hacía caso. Ahí hay un fallo inicial”, detalla.
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La prensa se equivocó sobre Vladimir Putin. Había un perfil erróneo del presidente de Rusia. “Se descubre un responsable político que actúa tomando decisiones que parecían imposibles, que no se esperaban de él. La prensa se equivocó y fue obvio que no sabía bien de quién hablaba”.
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La prensa no fue capaz de valorar la capacidad de respuesta de Europa. No pensaban que Europa iba a responder de manera unánime y fuerte frente a Putin ni que hubiese esa voluntad política colectiva tan fuerte.
Fogel considera que la prensa europea ha intentado recuperar su atraso ante el primer error y ha actualizado la visión limitada que tenía. Y señala que quedó demostrado que los medios no tenían la capacidad de análisis para entender a Putin y habían hecho una lectura mediocre de este actor político. Por otro lado, al presidente de Ucrania se le veía como un actor de serie y no como un líder. Volodímir Zelenski “se transformó en un líder político y militar muy fuerte. Ahí hubo un doble error de la prensa europea al no notarlo”, expresa.
Tales errores, indica el experto, conllevan a un atraso en la información y ahora el reto que tienen los medios de comunicación es intentar ser creíbles y ponerse al día en el cubrimiento de esta guerra. Señala, además, que no es la primera vez que la prensa comete un error como este. “¿Cómo hacía la prensa estadounidense para hacer una buena cobertura de Trump, después de equivocarse tanto y pensar que la elección de él sería imposible? Es la misma pregunta que se hace ahora la prensa europea frente a Putin”, concluye.