Soy estudiante de sexto semestre de comunicación social con énfasis en periodismo y también soy feminista. Y tratar de aplicar las dos cosas a veces me resulta difícil. Específicamente, quisiera saber cómo abordar el movimiento #MeToo desde un enfoque de género, sin pasar sobre la ética periodística, ya que dentro del feminismo se habla de no poner en duda el testimonio de una víctima, pero en mis clases de periodismo se habla de que los periodistas no somos jueces. ¿Cómo hablar del movimiento #MeToo sin revictimizar a las mujeres y sin hacer de jueces desde una perspectiva de género? ¡Muchas gracias!
Respuesta de Mónica González
No debiera haber contradicción entre el buen periodismo y el feminismo y la óptica de género para abordar los abusos sexuales contra mujeres de distintas condiciones y en distintos países. Pero el dilema se está planteando, acicateado en parte por un número ínfimo de mujeres que han acusado abusos y sus testimonios han resultado poco veraces.
Por ello, el problema hay que analizarlo en su contexto, en cómo se ha silenciado desde siempre el abuso sexual contra las mujeres, en cómo se normalizó y los sistemas judiciales cerraron la puerta a investigarlo y sancionarlo penalmente. Basta recordar lo que ocurrió en España recientemente con el juicio a lo que se llamó “La Manada”. Esos delitos han gozado de impunidad que hoy, y solo hoy, nos resultan indignantes como sociedad.
Para aportar precisamente a esta marea que busca cambiar la cultura del abuso imperante, el buen periodismo debe recurrir a su mejor herramienta: el rigor. El testimonio de una víctima -sea la que sea- debe ser chequeado e indagado en su sustento, lo que no significa discriminarla. Hacer lo posible por darle voz a las mujeres abusadas obliga a mantener el rigor en alto.
Los periodistas no somos jueces, y si optamos por definirnos como “militantes feministas” debemos transparentarlo, porque ello sí implica asumir sesgo y prioridades que, si bien son muy respetables, son distintas.
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Los periodistas no somos jueces, efectivamente. Debemos dar voz a las denuncias que consideremos creíbles y relevantes. Y contrastar con todos los afectados por nuestras informaciones. Pero los periodistas tampoco debemos caer en la trampa de la equidistancia. Sin juzgar, sí debemos valorar la credibilidad de los testimonios y la fuerza de las pruebas y los datos y no perpetuar las dudas que el sistema, dominado por los hombres, ha puesto siempre sobre las denuncias de las mujeres.
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Consideraciones éticas para la cobertura de temas sobre violencia de género
Respuesta de Álex Grijelmo
El buen periodista comprueba todas las noticias que escribe. Y si no puede, atribuye los hechos a fuentes identificadas que asumen la responsabilidad sobre lo que afirman. Eso vale para cuestiones relacionadas con el feminismo pero también con la pobreza, la xenofobia, el racismo y todo tipo de discriminaciones. La ética periodística debe estar por encima de cualquier otra tentación. Y en efecto, los periodistas no somos jueces. Las informaciones no deben incluir juicios de valor.
Respuesta de Javier Darío Restrepo
En el Manual de Redacción del diario El Tiempo, de Bogotá, se lee: “Las páginas del periódico no aceptan jamás que un periodista haga campañas de ninguna índole” (1.02.10). Determinación que tendría que ver con el hecho propuesto en esta consulta. En efecto, el enfoque de género convertido en campaña crearía serios problemas al periodista feminista que estaría inclinado a transformar los hechos en temas publicitarios a favor de su campaña. Y cualquier acercamiento de lo periodístico a lo publicitario, desnaturaliza el ejercicio periodístico.
Un periodista, por ejemplo y teniendo en cuenta hechos invocados en la consulta, no puede aceptar que una fuente deba ser creída porque sí. Lo periodístico es comprobarlo todo, porque a las audiencias se les debe dar información que puedan creer. Y las fuentes, sean autoridades, científicos, futbolistas, actores, economistas, víctimas o victimarios, hombres o mujeres, pueden mentir; de hecho algunos mienten, y es tarea del periodista impedir que esas mentiras contaminen la corriente de la información.
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Verificar los datos no es actuar como jueces; es más modesto el trabajo del periodista con los hechos. Los jueces dictaminan a la luz de las leyes si alguien es culpable o inocente, una tarea que excede la de comprobar y comunicar los hechos.
El servicio del periodista a las mujeres víctimas de abusos o de discriminación es presentar los hechos de abuso o de discriminación. A partir del conocimiento de esos hechos, de su análisis y explicación, las audiencias decidirán sus actitudes en relación con la mujer y sus derechos.