Periodista y fotógrafa, actualmente trabajando en un libro sobre fotoperiodismo en el Perú, el mismo que será publicado por el fondo editorial de la Universidad de San Martín de Porres, Lima (Perú). Me gustaría conocer su postura frente al siguiente enunciado: ¿La digitalización de la fotografía y el creciente auge de los programas de edición, como el photoshop, difuminan los límites de intervención fotográfica que la ética establece?, por otro lado, ¿qué hace tan importante a la fotografía en el periodismo?
Respuesta:
La tecnología digital puede utilizarse para profundizar en la verdad de las cosas mediante el acceso que propicia a numerosas fuentes, o se usa para mentir y difundir la mentira como plataforma abierta a la verdad o a la mentira. Lo mismo sucede cuando la fotografía digital se utiliza para distintas actividades de investigación médica, lo mismo que la astronómica, la planeación urbana o la agricultura; pero también es eficaz para engañar. En esta página web de la FNPI se puede encontrar el ejercicio de examinar fotos para descubrir cuáles mienten y cuáles son verdaderas; lo uno y lo otro, posibles mediante la aplicación de una tecnología poderosa.
Es el usuario, el fotógrafo o editor gráfico, quien puede determinar el uso ético, correcto o incorrecto de la tecnología, al aplicar o desechar los criterios éticos de verdad, respeto de la intimidad o de responsabilidad social.
Escribía un viejo fotógrafo que “la cámara es un medio honesto, pero la hacen mentir”.
Otro gran fotógrafo, Henri Cartier Breson, al cabo de incontables experiencias periodísticas afirmó: “La cámara llegó a ser una extensión de mis ojos”. Para el periodista es una manera de ver y de conservar sus recuerdos, de modo que al procesar una noticia, la fotografía lo vuelve testigo de los hechos, por segunda vez. Esta es una de las razones de la importancia de la fotografía en el periodismo.
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La imagen fotográfica y la realidad se complementan, de modo que para el periodista se vuelve un suplemento de la realidad que, entre otras cosas, “libera el contenido humano de los hechos e imparte humanidad al mundo inhumano” (Clarence John Laughlin).
La fotografía, por tanto, no sólo reproduce la realidad, la recicla, según el manejo que haga de ella el periodista.
Además, este es uno de sus principales aportes: la fotografía llega con sus contenidos a todos, por encima de las diferencias culturales, de idioma, o de nacionalidad; tiene un lenguaje universal.
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Documentación
Hay algo depredador en la acción de hacer una foto. Fotografiar personas es violarlas, pues se las ve como jamás se ven a sí mismas, se las conoce como jamás pueden conocerse; transforma a las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente.
Quizás con el tiempo la gente aprenda a descargar sus agresiones con cámaras y menos con armas.
Una fotografía es a la vez seudo presencia y un signo de ausencia. Como el fuego del hogar, las fotografías, sobre todo las de personas, de paisajes distantes y ciudades remotas de un pasado desaparecido, incitan a la ensoñación.
Una fotografía que trae noticias de una insospechada zona de la miseria, no puede hacer mella en la opinión pública a menos que haya un contexto apropiado de disposición y actitud.
Las fotografías no pueden crear una posición moral, pero sí consolidarla y también contribuir a la construcción de una en cierne.
Las fotografías pueden ser más memorables que las imágenes móviles, pues son fracciones nítidas de tiempo, que no fluyen. Cada fotografía fija es un momento privilegiado convertido en un objeto delgado que se puede guardar y volver a mirar.
Susan Sontag en Sobre la fotografía, Debolsillo Random House Mondadori, Barcelona, 2008 p. 25, 26, 27.