Siempre será necesaria una mayor reflexión sobre la filosofía de los editores y las editoras en un contexto complejo, con desafíos específicos, y estaría bueno mejorar nuestras preguntas sobre los mismos. Por eso, la Fundación Gabo y Open Society Foundations ofrecieron el taller ‘El rol de los editores en tiempos de cambios e incertidumbre’ a cargo del maestro Chani Guyot, CEO y director de Red/Acción.
La actividad estuvo dirigida a editores y editoras que desarrollan su trabajo de forma independiente o como integrantes de algún medio en Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras. El taller buscó contestar la pregunta sobre qué periodismo necesitan nuestras sociedades en términos de calidad y ética en medio de tanta polarización. Tener una mayor autoconciencia de fortalezas y debilidades como editores y editoras es un reto, pero también lo es trabajar en red.
Uno de los mecanismos más eficientes y eficaces para atravesar estos tiempos es saberse parte de una comunidad. Al final, establecer puentes que permanezcan, algunas cosas no han cambiado y es interesante repasar el pasado de todo oficio. Asimismo, entender que los contextos han cambiado y que las salas de redacción dejaron de ser, de golpe, ese escenario de aprendizaje inmediato para abrir canales remotos de comunicación funcional en pandemia.
Esta relatoría contiene consejos sobre edición en estos tiempos adversos, que dan cuenta de cómo quienes están a cargo de periodistas son más entrenadores y entrenadoras que árbitros. Ofrece recomendaciones de cómo hacer feedback desde la distancia y herramientas útiles para no alterar la salud mental del equipo y ganar eficiencia en la producción. También tips sobre cómo convertir a los cínicos en escépticos con el periodismo de soluciones y cuestiones éticas, es decir, aquellos que se obstinan en ir en contra de la evidencia.
La edición es de entrenamiento, no de arbitraje
Un coach puede ser un director técnico, pero esta es una designación con una ampliación semántica que refiere a todas esas personas que acompañan, entrenan y eso son las y los editores para Chani Guyot: arqueros y arqueras que resuelven los problemas, están en el arco, corrigen y arreglan lo que está roto. Preparar y acompañar hace parte fundamental de su tarea, y cambia de inmediato la dinámica de los equipos y de la relación dentro de ellos. “Hay periodistas que, una y otra vez, cometen el mismo error. Eso pasa porque nadie les ha dicho: no se puede hacer de esta manera. Y si nadie le advierte que esa coma no va ahí, ahí seguirán poniendo el acento”, anticipó el maestro. “El editor es el primero que tiene que poner las preguntas sobre la mesa: hacerlas al periodista y al texto y tiene que habilitar a que su periodista haga mejor su trabajo. Pero no es el editor o la editora quienes sólo corrigen el trabajo o sólo arreglan lo que el periodista rompió o no logró hacer bien. La edición a las preguntas tiene que ver con eso”.
Con esta pandemia y su giro precipitado hacia lo digital ha cambiado rotundamente la forma de relación en las salas de redacción. Antes, cuando ya había computadores, los editores imprimían y corregían en papel y había en ese proceso una instancia de aprendizaje. Siempre se marcaba el error, el arranque de las notas, y en ese sistema de feedback los periodistas quedaban un poco más expuestos, pero ahora se recibe un texto y se edita y se publica, pero el y la periodista no reciben ninguna retroalimentación. Quizá ni leen el texto final y se quedan con la versión inicial que escribieron. Hay distancia, y lo que se pierde entonces es esa oportunidad de aprender.
El entrenador o la entrenadora puede ir antes y después para contrariar al periodista y no solo corregir sus errores. Un buen editor y editora trabajan sobre las 3P.
1. Producto: Una nota, un home, un multimedia, un libro. Es el espacio de trabajo más visible y sobre el que solemos estar embarcados. Nunca se puede perder de vista el formato y el destino final de una investigación.
2. Proceso: El problema del producto no se corrige en el producto, sino en el proceso. Los y las editoras no son muy buenos trabajando en procesos, pero también es claro que sin el arranque de conversación de una nota, si no están sentados todos los que deben, si no son claras cuáles son las instancias de producción y edición y ni cómo es la retroalimentación, no funciona. Todas esas cuestiones suelen estar un poco más invisibles pero suelen capturar una enorme capacidad de cambiar valor. Son procesos que pueden traer mucho impacto en términos de calidad.
3. Personas: Trabajamos colectivamente. Periodistas, fotógrafos, editores, todos están en la misma vía. En las redacciones están más orientadas al producto, al título del clickbait, a la edición de una home más que a los procesos y las personas que los desarrollan.
“Pero más que arqueros somos entrenadores”, dijo Guyot, “eso naturalmente nos va llevar a mirar si hay cosas mínimas como un error de ortografía, no tan mínimas como si faltó una fuente, si hay exceso de interpretación, porque todos son goles, pero tenemos que estar en el arco evitando que pase y fijándonos también en procesos y, sobre todo, en las personas. No porque haya un mejor arquero se gana el partido, sino porque el equipo juega y funciona mejor”.
En Red/Acción se dieron cuenta de que una cosa que hacían esporádicamente tenía que ver con cómo incorporar la participación de su audiencia. Cuando tenían una nota terminada se preguntaron qué mecanismo de participación podría derivar de esta nota, pero esa pregunta debía pensarse desde el sumario: qué notas tenían potencial de construir una participación. Y luego se dieron cuenta de que para que fuera escalada, y con un mayor impacto, tenían que tener una editora de participación o editor de audiencias, que es quien dice qué notas tienen un mayor potencial y sugiere cómo podría activar mejor la conversación de cada tema. Eso impacta fuertemente en el producto, pero es interesante hacer el recorrido hacia atrás para ver qué cosas se pueden modificar y mejorar para que un mejor proceso derive en un mejor producto y las personas se sientan a gusto con el resultado así como la audiencia.
“Antes, cuando no existía lo digital decía y a la gente no le gustaba”, advirtió Guyo, “que la redacción era una máquina de montaje de páginas. Al final, el proceso ordenaba al editor qué y cómo hacer una ingeniería con un periódico”. Explicó que ese es un mecanismo válido para pensar cuáles son nuestros errores en este momento, dónde podemos crecer, puede servir para iluminar dónde hay oportunidades de mejora, cómo hacer que las personas contribuyan más al periodismo de calidad y con impacto ético. Pero, sobre todo, cómo se aprende dentro de la redacción: una gran responsabilidad de los editores y las editoras.
Pero se aprende y desaprende trabajando todos los días. Y en una redacción se aprende o se deja de aprender según la calidad de sus conversaciones. “Cuando una redacción aprende a tener conversaciones de calidad, la calidad de sus productos comienza a crecer. Parte de las preguntas del entrenador y entrenadora tiene que ver con el nivel de confianza y fluidez de sus equipos.
Hay dos características que distinguen las conversaciones de calidad:
- Un ambiente psicológicamente seguro: poder decir lo que se quiera sin temor a represalias, a que se cobren sus opiniones por asignación y solo por un ambiente psicológicamente seguro se puede activar lo segundo.
- La honestidad total: capacidad de autocrítica y capacidad de crítica organizacional. Cuando no hay lo primero, la gente esconde sus cadáveres que son sus errores (lo que no supo o no pudo hacer). Cuando hay falta de confianza se maquilla todo. Si hay una conversación en que las personas pueden admitir sus errores eso habilita la honestidad que primero se ejerce sobre uno, y luego en formato periodístico.
“Los editores somos un gran espejo de la organización. Si como editor estoy dispuesto a admitir errores, poner límites y reconocerlos y pedir ayuda, la gente puede replicar lo mismo”, explicó el maestro. “El tamaño del desafío que enfrentamos necesita que podamos aprender cotidianamente y eso depende de la calidad de las conversaciones”.
Parte de esa calidad tiene que ver con el feedback. El feedback es la retroalimentación. Cómo nos damos la opinión los unos a los otros según nuestro trabajo. Cuando no hacemos feedback es decir: no me interesa y una forma de oponerse a ello es el método recomendado por Guyot de las 4P. Para evaluar a un periodista en particular, este esquema ayuda a ordenar una conversación:
1. Positivo: qué te gusta, qué está muy bien hecho, qué se está haciendo bien. Este tipo de productos, ideas, notas.
2. Potencial: cómo podemos hacer que crezca y mejorar eso que hacemos bien. Si hacemos bien las entrevistas, ¿cómo podemos hacer que esto crezca?: ¿Las destacamos en el home, incluimos una en el sumario semanal?
3. Problemas: qué no está funcionando, qué hacemos mal. Una devolución o evaluación tiene que decirnos lo que no funciona.
4. Propuestas: cuál es nuestra recomendación para superar los problemas. Si vemos un problema que alguien no, estamos más cerca de poder hacerle una recomendación que resuelva ese problema. El mecanismo es muy simple y poderoso para aplicar en conversaciones estructuradas, en equipo individuales, etc.
“Nos enfocamos negativamente en algo y eso hace que la persona se cierre, fluir de estos cuatro momentos hace que uno empiece por lo positivo, alimenta la mirada constructiva a cómo hacerlo más seguido y también orienta la evaluación en si veo un problema o dificultad”, explicó Guyot. “Si soy entrenador, puedo asumir la tarea de hacer algunas sugerencias y recomendaciones de cómo resolverlo”.
Esto está muy estudiado, además, en la psicología de los niños sobre cómo crecer, tener autoconfianza y autoestima, pero esto tan evidente y que está tan estudiado en los niños, también ocurre en las organizaciones. “Los adultos y organizaciones también tenemos autoestima. Que empiece por lo positivo, potencial, problemas y propuestas funciona. Hoy lo aplicamos de manera natural en la edición de textos.
Feedback en contextos complejos
Hacer periodismo en estos contextos no es cosa sencilla: hay una inestabilidad política y fragilidad económica. Son dos condiciones en las que se impacta directamente en la manera en que se lleva a cabo el oficio. “Somos una empresa y se impacta en nuestros negocios y salarios”, dijo el maestro. “Muchas veces, también, los temas que cubrimos: ¿cómo se cubre el horror y cómo manejamos la salud mental de nuestros equipos?”.
Explicó que hay una cuestión objetiva que tiene que ver con la situación de la industria. “Estamos lidiando con la erosión de modelos de negocios que hace 15 años eran muy sólidos e invertían en medios impresos y la publicidad digital no llega a compensar los ingresos del papel”. Los programas de membresía son complejos y lentos, y esto es un dato no menor de estos tiempos de viralidad.
Luego tenemos la pandemia, que tiene desafíos periodísticos sobre cómo contar historias y cómo fiscalizar el poder, pero tiene una dimensión personal sobre cómo nos afecta a nosotros y a nuestras familias tanta muerte. El Digital News Report del Instituto Reuters sobre periodismo en pandemia ofrece perspectivas:
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Es importante dar cuenta del fenómeno al interior de los equipos. Hablar del tema, ponerlo sobre la mesa. “Una de las maneras es tener una instancia específica en que las reuniones de equipo arrancan con el check in”. Así ha comenzado cada sesión del taller.
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Comunicar bien cuando ocurre algo que todo el mundo esté al tanto. Así como cuando un periodista o el medio tiene un premio, cuando el padre, el abuelo o la hermana se contagió, es importante contarlo y chequearlo con la persona. “El ingrediente no menor que complica nuestro trabajo tiene que ver con el trabajo remoto. La mayor parte de nosotros lo está haciendo así y también hay que implementar herramientas que mejoren ese proceso y sea cercano”.
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Cuidar el uno a uno. Saber que es necesario entender la organización en red, con nodos. “Somos una parte como editores pero puede haber más periodistas dependiendo de nosotros y cuidar el uno a uno, significa hacer mi trabajo pero también fomentar en el equipo esos encuentros entre los trabajos particulares”. Son el espacio en donde más naturalmente surge la vida personal, “si estoy hablando con alguien y me pregunta cómo estoy, y hay confianza, hay más posibilidad de sinceridad”. El uno a uno es como la máquina de café, explicó el maestro, la serendipia de con quién se cruza. “Si uno mira el mapa de su organización debería identificar quién es el quién del uno a uno. La gerente general que habla con las de comercial, el editor general que habla fundamentalmente con periodistas, las directoras de proyectos, etc. Estar presente en nuestras conversaciones: pedir ayuda y ofrecer ayuda”.
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Facilitar la dinámica interna de la reunión. La red de vínculos y al tener un breve espacio de check in saber si alguien no se siente bien, porque puede estar entre varias opciones. “Si nos conocemos, cuando terminemos comité iría a las tres personas: editor general, gerente de proyectos, y le preguntaría quién es la persona que está triste hoy: alguno de esos tres debería saberlo, solo si estamos trabajando bien”.
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Está prohibido hablar de trabajo. Tratar de no hablar de política ni de pandemia: sino de series, música, literatura, de nuestros mundos personales. De nuestros placeres, hobbies. “Hay herramientas o ideas en las que se puede profundizar para que la dinámica interna también habilite espacios que tienen que ver con cómo nos acompañamos mejor. La verdad es que uno podría pensar que es una necesidad no solo humana, es también profesional. Si estoy quemado o estresado, voy a trabajar peor, con lo cual hay un primer motivo humano para alentar estos espacios y un segundo motivo profesional”.
Sobre la polarización y respecto a lo anterior, Guyot explicó que hay medios que por diversos motivos están uniformemente instalados de un lado de la polarización, eso puede afectar el periodismo que hacen en términos del fenómeno de la cámara de eco: se da manija, máquina y se exacerba esa situación. Pero en el escenario que se plantea es que hay que abordar el tema de manera explícita, hay que sacar todos los elefantes debajo de la mesa y diseñar conversaciones difíciles.
La conversación entre editores y editoras con su equipo es, además, fundamentalmente emocional y no racional. Según Guyot, no estamos discutiendo sobre quién tiene razón, en general las conversaciones polarizadas están llenas de resortes emocionales: entender que la dinámica de esa polarización funciona de ese modo, es un primer paso. Admitir que el que no piensa como yo es el enemigo es errado, y es super delicado y puede afectar fuertemente el trabajo en una redacción y por lo tanto el resultado. Para evitarlo hay una lista corta de recomendaciones:
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Evitar aumentar el nivel de estrés. “Si soy el editor y no doy suficiente tiempo a un reportero o reportera y le estoy avisando tarde, solo dos horas para un trabajo que le pude haber dado seis horas, estoy generando un estrés extra. Este tema se enrojece con la pandemia y el trabajo remoto y no tiene que ver con trabajar más rápido o más barato, sino con cuidar nuestra salud mental y reducir la incertidumbre”.
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Delimitar las fronteras para alentar los tiempos personales y profesionales. “A veces vemos películas, escuchamos música, y eso hace que sea cada vez más difícil delimitar fronteras. Lo primero que tenemos que hacer como editores es hacerlo bien nosotros. Yo puedo decirle a todo el mundo que el viernes a las 6 p.m. se termina de trabajar, pero si lo estoy haciendo, estoy dando una señal contradictoria” puso de ejemplo el maestro.
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Dormir bien, alimentarse bien y cuidar nuestro cuerpo y espíritu. “Si no estamos bien, estamos dando un mal ejemplo. Si dormí mal y me alimento mal estoy más irritable y si me irrito es lo que el equipo ve. Las recomendaciones pueden parecer obvias, pero quienes conducimos equipos nos lo proponemos repetirlo y acordar una y otra vez cómo es mejor trabajar”.
No más Whatsapp: cómo funcionar en tiempos remotos
La pandemia agrega incertidumbre al tener que gestionar una operación periodística a la distancia. Whatsapp no es una buena herramienta para gestionar la comunicación cotidiana, según la experiencia de Guyot. “Tiene un problema fatal y es que cuando enfocamos las dificultades que tenemos para poner límites entre nuestro tiempo de trabajo y descanso, Whatsapp es el especialista en dinamitar esa frontera. Puedo desactivar las alertas con lo cual recibo un mensaje. Pero yo entro a Whatsapp para enviarle un mensaje a mi hermano, a mi madre, a mi hijo, a mi mujer, y cuando lo hago y veo un mensaje del jefe o del grupo, casi nunca cortamos. No sé si hay muchas personas con la capacidad mental de decir: el viernes recibo un trabajo con un problema pero el lunes lo soluciono”.
El mail tampoco es una buena herramienta para gestionar la producción de contenido. En Red/Acción tienen una sábana en Google Sheets. Una especie de parrilla master con título, sumario, categoría, formato y la región en la que aplica. “Lo hacemos porque a fin de mes tenemos un reporte que nos dice cuántas de Argentina, cuántas globales, cuántas de políticas públicas, cuántas de medio ambiente. Es un documento público y todo el equipo sabe qué está produciendo el resto para cada uno de los días. Tenemos una sección de sumario pendiente para poner ideas y una de inspiración en donde ponemos notas de periodismo de soluciones para poder coger ideas. Tenemos una sección en la que cada periodista tiene su propia solapa y va trabajando en ella con nuevos avances y demás”, contó Guyot sobre la maquinaria de su taller.
Aquí vienen otras de sus recomendaciones para la gestión de comunicación cotidiana, la producción de contenidos, la producción de textos y la producción de imágenes:
Gestionar la comunicación cotidiana:
Slack y Discord. Ambas herramientas permiten eliminar Whatsapp. Entre boletines de noticias, textos, varios videos por semana, pódcast, una sección diaria en Infobae de periodismo de soluciones, en el caso de Red/Acción e incluso se pueden asignar a cada tarea tiempo.
Gestionar la producción de contenidos:
Crear un formulario en el que se pueda poner validación de datos y monitorear o controlar mediante una solapa el flujo de producción. Cada autor sabe dónde tiene el espacio para subir información y quién controla qué. “Esto es gratis y en cualquier browser se puede hacer. Sin embargo, hay opciones más sofisticadas y algunas que cobran, pero Google tiene una ventaja y es que le da mucha visibilidad al proceso. Todo el mundo sabe qué sale hoy y qué mañana. Se puede gestionar una parte, no hace falta que todo el mundo esté a cargo de lo que ocurre”.
Estas herramientas sirven aunque uno esté en la misma redacción. “Tienen su gracia, bajan el nivel de estrés y se trabaja con un poco menos de tensión. Está claro que todo el mundo está haciendo con más información de contexto. Mi recomendación para cualquiera que quiera aplicar un cambio de proceso es empezar pequeño, simple. Eso quiere decir: empezar con algunas personas, algún proceso particular. Pero no empezaría a cambiar todos los procesos de la redacción sabiendo que además al principio el proceso te lleva más tiempo porque hay que compartir información”.
Gestionar la producción de textos:
El periodista se enfrenta al trabajo de su editor. El periodista escribe y manda el texto, el editor a veces corrige cosas de fondo y a veces son sólo detalles. El redactor no ve la nota publicada y no hay aprendizaje. “En Infobae la periodista escribe en Documentos de Google y la editora lo revisa con control de cambios y sugerencias. Hacemos que la misma periodista apruebe, en algunos casos son comentarios, no siempre son errores, son maneras de que pueda revisar, y en otro hay que trabajar más. Y leerlo antes de que se publique”.
Gestionar la producción de imágenes:
Trello. “Al principio puede sumar estrés”, advirtió el maestro, “pero cuando adoptan plataformas que simplifican el proceso, lo transparentan y lo hacen más fluido, eso ayuda”.
Periodismo de soluciones: ¿cómo convertimos a los cínicos en escépticos?
Esta es la sección que Chani Guyot tiene a cargo de editar en Infobae. Advierte que el modelo lleva tiempo. Así explica el contexto.
“Tenemos la sensación de que nos inunda la cantidad y la calidad de información, pero sobre todo, la información negativa. Hay un sesgo de la negatividad en las personas y en la información. Solemos prestar más atención a lo negativo que a lo positivo, posiblemente porque haya un resorte natural y bueno, con lo cual, en algún sentido, lo negativo genera más atención a nivel personal e individual porque produce algo más en nuestra psiquis”.
El rol del periodismo, para el maestro, es iluminar las zonas oscuras de la sociedad y del poder, por ejemplo. “El rol social es iluminar esos abusos, pero vamos a ver el modo en que el periodismo se ha “pasado de rosca” y ha olvidado que solo ejercer ese aspecto de su rol produce una dificultad social que el periodismo de soluciones viene a compensar”.
Con el fenómeno de la desinformación, que es bastante diverso, se afectó la percepción en el periodismo. Y luego, con el clickbait, la búsqueda del click a cualquier costo, el softlink y a la hiperpolarización, impuestos por la sociedad y no por el periodismo, que es caja de resonancia. “Hay también sobreinformación de calidad media y baja, y en todo este contexto es donde hay evidencia de que el periodismo puede ser un rasgo de diferenciación de un medio y puede tener un impacto muy positivo”.
Guyot muestra cifras de una reciente investigación hecha por el Pew Research Center que dan cuenta de que en porcentajes, el 62 % de la sociedad norteamericana no puede distinguir entre lo real y lo falso, 51 % dice que las noticias no ayudan a entender la realidad, 39 % confía en las noticias y 50 % cree que la prensa tiene una visión del mundo negativa. Estas cifras siguen descendiendo desde hace años. “Es casi un contrasentido, pero en estas realidades y en estos contextos, es donde el periodismo de soluciones tiene una enorme profundidad”, explicó.
Qué es y qué no es el periodismo de soluciones:
No son buenas noticias. “No estamos hablando de un gobierno que asfalta las calles y eso es un equívoco frecuente y desacredita su valor. Es importante correr de la mesa esa idea: no es un maquillaje de la realidad, no es ocultar los problemas, tenemos la responsabilidad de iluminar los pliegues más oscuros o incómodos, el problema es que si sólo hacemos eso le estamos devolviendo a la sociedad un espejo distorsionado”.
No es buscar al héroe, no es la mirada a los expertos ni un párrafo colado al último momento. No es un periodismo especulativo. No viene a reemplazar al periodismo que existe, viene a complementarlo. “Tenemos el deber ético de iluminar la historia de las personas y las organizaciones que están haciendo algo por resolver problemas. A veces no es la solución completa ni es la solución al problema, pero hay historias que necesitan ser contadas y devolverle a la sociedad una imagen más precisa”.
Para Guyot, el periodismo de soluciones mira las respuestas estructurales con evidencia. Con rayos x, todo lo contrario a ignorarlos. Desentraña las causas que son complejas y descubre los problemas que están haciendo las personas para resolverlos. Son historias que merecen ser contadas. Es una visión rigurosa de la realidad y ayuda a impulsar una ciudadanía más efectiva.
“A veces las y los editores promovemos una pérdida de ciudadanía: los ciudadanos se desactivan dentro de lo público porque creen que está todo mal, y no es bueno que la ciudadanía se baje”. El periodismo de soluciones ofrece una respuesta que debe estar explicada dentro del contexto que se trata de resolver. Investiga en detalle cómo funciona la respuesta y cómo se logró, no sólo resultados sino también el proceso.
Ahonda, además, en cómo se resuelven estos problemas, qué modelos tienen éxito. Está impulsado por una narrativa de cómo hago para resolver este problema. No proclama las soluciones como las únicas que existen. Mantiene la narrativa enfocada en la evidencia, en las lecciones aprendidas, no en los gobiernos.
“Un buen periodista es una persona escéptica, que desconfía. El cínico, en cambio, sólo ve lo peor y siempre piensa lo peor del otro en términos de intenciones. Hay muchos periodistas enfermos de cinismo y eso se refleja en nuestras notas. ¿Cómo convertimos a los cínicos en escépticos? A un periodismo naif o hiper confiado en que le van a faltar herramientas, pero hay que sostenerse en el escepticismo”.
Según el maestro, nuestro foco en lo que no funciona y en lo que está roto y en los problemas, a veces agota nuestra mirada y, si bien no hay que dejar de hacer eso, es importante para nosotros, las organizaciones y las y los lectores que se ilumine no sólo los abusos del poder y del dinero, sino también el trabajo de las personas que están haciendo algo por resolver todo lo que está o parece mal.
El periodismo de soluciones surge de un mecanismo muy simple y muy evidente que es: quién lo hace mejor, quién lo está haciendo bien, quién se destaca y por qué. Se apunta para descubrir este tipo de historias. No son buenas noticias, no evaden los problemas, se miran los problemas y se busca a quiénes los están resolviendo.
Y todos los problemas se pueden desagregar: el hambre, la pobreza, la violencia doméstica, todos grandes problemas, y nada fácil encontrar alguien que haya resuelto al menos uno, pero cada problema tiene diversos ángulos y uno de tantos puede proponer pautas de alivio. “Así como la tirilla electrónica resolvía los problemas de narcomenudeo y le servía a las personas presas por ese delito. No es la solución para todas las personas que están en prisión, pero sí para una pequeña porción de ese problema”, explicó el maestro. “Hay que pedirle al poder que rinda cuentas, pero muchas veces el desvío positivo ejerce presión. Eso quiere decir que destacar el que sí lo hizo, pone en evidencia que hubo otros que no, los deja afuera, y no es directamente un periodismo de denuncia pero por contraste está señalándole el déficit al resto”.
Defender la edición clásica en tiempos contemporáneos
En este momento son necesarias narrativas periodísticas para lidiar con la polarización. Para Guyot, esto impacta en la calidad periodística: hace que pierda alcance y capacidad de transformar la realidad. Y hay un reconocimiento ideal y necesario: el impacto de la polarización se da en equipos periodísticos y en el periodismo que se ofrece a las audiencias. La trinchera es un mal lugar para este oficio. Si no hay nada que nos permita cambiar de opinión, el periodismo pierde parte de su sentido.
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Para ser un buen editor o una buena editora, además, hay que ser generosos y generosas. Guyot aseguró que es un trabajo completamente invisibilizado. Y las redacciones han sido durante mucho tiempo unas escuelas de aprendizaje que la virtualidad de la pandemia ha hecho que se pierda un poco. Pero a los textos no podemos dejar de hacerles preguntas; unas al sumario y otras las que el periodista le hace directamente a su investigación. Las que sugiere el maestro son:
Preguntas al sumario
1. ¿Cuál es la función para el lector, qué le vamos a dar? La respuesta básica es informar, pero a veces hacemos temas que tienen que ver con un servicio. “A veces hacemos notas que alumbran un problema y otras que alumbran una solución. Siempre hay más de una función. Trabajamos mucho sobre la empatía como emoción, no solo enojo o alegría. La empatía es una emoción importante que tiene que ver con el modelo de la redacción. Si vas a buscar despertar empatía, eso tiene consecuencias al momento de elegir el lenguaje, los testimonios. Hay una intención de nuestra tesis si nosotros decimos: la extrema negatividad desalienta la participación, no sirve. Nos gusta alentarla. La función es infinita. Es interesante que ustedes como equipo tengan esa pregunta abierta. Pueden priorizar entre 20 las primeras seis emociones, elegir y enfocarse”, explicó el maestro.
2. ¿Dónde están las historias personales? Trabajamos sobre muchos temas y el problema es que suelen ser notas que se alimentan de informes oficiales del Banco Mundial o del gobierno y luego tiene la voz de expertos; el tema es el desafío social. Es importante que haya historias personales que representen ese problema o la solución. A veces por la velocidad, solemos privilegiar las voces oficiales o de las organizaciones más preparadas. Hacemos notas sobre temas difíciles o duros y muchas veces no está la voz de las víctimas.
3. ¿Cuál es el enfoque? Para evitar dos tendencias: esta nota ya se hizo, esta nota ya la leímos y nos ocurre que las efemérides nos obligan a publicar el aniversario del 24 de marzo de Golpe de Estado, y cada 24 de marzo la misma historia. La pregunta sobre el enfoque original es súper relevante. Esta historia se contó 100 veces pero de qué manera podríamos contarla de nuevo. Hay una voz que no ha hablado sobre esta historia y al mismo tiempo ser originales. Es un buen ejemplo el de poner a los niños a dibujar la guerra. El problema de la repetición que muchas veces se debe a la pereza intelectual es que no logramos ver nuevos aspectos de una realidad y muchísimas veces tiene que ver con a quien le damos voz y cómo esa voz encuentra camino. Aquí hay para mí una herramienta muy poderosa que hay que usarla bien.
4. ¿Cuál es el título que buscamos? Luego de hacer la reportería pensamos en el título que la representa. A veces elegimos el tema, el enfoque y el título que vamos a buscar. “Eso afila la mirada del periodista, pero el riesgo es que no encontremos el título porque puede estar basado en una hipótesis que luego la realidad no la valida. Y forzamos el título. Hay que modificarlo si no está sostenido por el reporteo y por el texto”, dijo Guyot. En cada sala de redacción, las y los editores pueden hacer con las y los periodistas un listado exhaustivo de qué preguntas se pueden hacer a las ideas, no es la pregunta a la pregunta, es la pregunta a la respuesta. “La función puede ser la solución, pero para un medio de investigación, puede ser: qué material documental necesita este tema, qué evidencia. Tal vez en otros, las voces de los expertos son lo más importante. Las preguntas al sumario o a las ideas”, explicó.
5. ¿Qué fuente inesperada podemos buscar? Según explicó el maestro, en este oficio tenemos muchas virtudes y defectos y, uno de esos, es que la fuente es la pereza intelectual. “Lo que ocurre es que cuando un periodista cubre un tema, las fuentes le funcionan y se acerca a ellas. El periodista judicial busca al que le sirve y tal vez hay sesgos ahí, eso suele pasar y creo que la pregunta por la fuente inesperada es porque posiblemente puede echar una luz distinta sobre un tema, y ayudar a tener un enfoque original”.
Preguntas a las ideas
1. ¿Concebimos producciones pensadas? Definir las funciones del texto y preguntarnos si este cumple al menos una de cinco.
2. ¿Son relevantes las historias personales que escogimos? Reconocer si las voces están bien representadas.
3. ¿El título representa bien el contenido? En el mundo del papel el título puede tener mucho impacto en la lectura de una nota, pero hoy no es mucho menos: puede o no tener relevancia en un click.
4. ¿Se puede sumar una información de servicio? Existe un sesgo a que la audiencia pueda tomar decisiones y hacer algo con la información que recibe, muchas de las preguntas tienen URL, teléfono o información que permita prolongar el texto. Si está bien construido el texto, el link es una trampa.
5. ¿Incluimos desafíos sociales? Existe la crisis climática, la igualdad de género, los discursos incluyentes, y a veces hay una tendencia a tocarlos superficialmente, cerrar el tema. “Es importante evidenciar qué sabemos del tema, pero también qué no sabemos, qué otras conversaciones alientan incluirlo en la agenda, otros puntos de vista. Es relevante a veces esas preguntas taxativas que definen nuestra audiencia”, agregó Guyot.
Para el maestro, estamos escribiendo peor en los últimos años. “Hablo con la libertad de no leer mucho periodismo que se produce en el Cono Sur, pero hay que escribir simple y claro”. Recomendó, groso modo, definir bien los formatos. “Uno de los problemas de nuestro periodismo es que somos bastante degenerados: hacemos notas y la verdad que una crónica es una crónica y un perfil es un perfil y, si trabajamos mejor los géneros, tendríamos mejores medios. Ayudaríamos a que haya una diversidad en los tonos, en las investigaciones. Nos sirve a nosotros para decir que en toda la producción hay diversidad, hay colores, hay melones, sandías, pomelos y limones”, arguyó.
También presentó el formato de la cruz, como expresó, muy utilizado en el mundo anglosajón. Ejemplo: hay un enfrentamiento entre sindicalistas y policías, y en medio de ese contexto, el título es “5 heridos y 10 encarcelados murieron en el barrio”. La estructura de la cruz:
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Arranca con una anécdota o una acción. Cuando Pedro González se tropezó con el cordón en la Plaza de Mayo, sintió miedo porque oyó los cascos de los caballos de la policía sobre sus espaldas. “Es una acción”, relató Guyot, “y lo interesante es que representa a muchos. Tiene una aproximación cinematográfica y es una técnica muy usada por el periodismo norteamericano”.
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Contiene un enlace. Como Pedro Gutiérrez, otros 250 sindicalistas protestaron en la Plaza de Mayo a raíz de la Reforma Laboral. “La cámara hace un zoom out y cuenta el contexto de esta historia. Extrapola al protagonista porque sabemos que existen 250 Pedro González. Y se da alguna cifra que logre interpretar el primer párrafo como el botón del enlace, es una muestra de lo que cubrimos”.
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Tiene en cuenta la cabeza. La información básica, una extensión del conector. Es el desarrollo. Pueden ser cuatro o cinco párrafos y es contar más en detalle lo que está pasando. En el caso de una manifestación violenta se dice: las manifestaciones llevan tanto tiempo en las calles, por todo esto y de una manera contundente.
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Incluye un remate. Estos textos no son como la pirámide invertida, no, tienen más dilación. A veces se retoma el personaje de introducción. “Es una lectura que puede hacer zoom in y zoom out, utilizar a alguien para dar el contexto y narración a la gran historia que está detrás, debajo o en torno a la pequeña historia”, expuso.
Ética en el periodismo de soluciones
La Fundación Gabo siempre pone la ética en el ejercicio profesional como el centro de sus grandes cualidades y Guyot quiso reservar un espacio para hablar de lo mismo desde la experiencia de edición. “Muchos de ustedes compartieron situaciones, dilemas o problemas frecuentes, escogí dos para profundizar en el intercambio de conocimiento”.
- Una vez una fuente que accedió a darme una entrevista me pidió que no sacara sus declaraciones porque podía generarle problemas. Yo accedí a no hacerlo, pero no sé si fallé éticamente.
Nadie, dijo Chani, puede decir si está bien o mal, pero se requiere que lo cuestione cada quien. Lo primero es que nuestra relación con las fuentes es un área de decisiones éticas relevante e importante para reflexionar. Siempre hay una pregunta: ¿estamos protegiendo a la fuente o estamos siendo cómplices con ésta? La protección de las fuentes es una responsabilidad ética, pero a veces desarrollamos con nuestras fuentes algo que va más allá de eso. “De todo laberinto se sale por arriba, pero hay diagonales. La protección de las fuentes va desde la protección física, a su integridad, hasta salvaguardar el anonimato de una denuncia si una fuente me confía una información para dar contexto”, dijo Guyot.
Hay maneras éticas de enmascarar una fuente, ya sea publicando esa información, habilitando a otro periodista para hacerse cargo, y ante la duda, proteger a una fuente es un imperativo sobre todo en contextos de violencia o de tensión social. Del mismo modo, es importante que al periodista no le quepa el dilema de complicidad con guardar la información, una que se puede seguir chequeando y por fuera del entorno de la fuente, más allá de que pueda ser beneficioso o no para esta.
- En una ocasión, un financista dio dinero al medio y resultó que aún estando de acuerdo con el contenido, pidió que se cambiara el nombre de una institución de carácter público que tenía mucho peso. El titular lo merecía, pero al final tuvimos que ceder.
“Siempre aparecen sugerencias de modelar un titular”, explicó Guyot, “como editor, y con todas las letras, por otras cuestiones el tono de un título es un espacio de trabajo. No sé si se pueda hablar de censura, y no estamos evaluando eso, pero sí hay unas dos recomendaciones éticas claves para cualquier discusión”:
1. Transparentar los conflictos de intereses.
2. Hablar de la salud de los contextos: ¿hay cuestiones sensibles? ¿A quién afecta?
El maestro recomendó la nota del Consultorio Ético de la Fundación Gabo escrita por Mónica González, donde realiza su análisis mensual sobre las principales preocupaciones éticas de la región, Ser periodista en tiempos de crisis y convulsión social.
Sobre el maestro
Chani Guyot (Argentina) es periodista, editor y músico. En 2018 fundó Red/Acción, un medio que busca hackear el modelo broadcast y unidireccional, abrazando la lógica de la construcción en red para habilitar una nueva conversación que libere el potencial participativo de los lectores. Red/Acción es un antídoto contra la intoxicación informativa, y su periodismo humano reconecta a las audiencias y promueve su participación, para lograr un impacto positivo en la sociedad.
Trabajó 21 años en el diario La Nación, de Buenos Aires, siendo entre 2013 y 2017 su director. Es miembro del ‘board’ del Foro Mundial de Editores, del Foro de Periodismo Argentino, y en 2017 recibió el Premio Konex a la dirección periodística.
Sobre el taller ‘El rol de los editores en tiempos de cambios e incertidumbre’
Este taller, convocado por la Fundación Gabo y Open Society Foundations, reunió de manera virtual durante los días 26 y 28 de mayo, 2 y 4 de junio a 20 editores y editoras de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, quienes reflexionaron y debatieron bajo la guía de Chani Guyot sobre los retos de liderar y gestionar equipos diversos de forma remota, planear la cobertura y narración de historias de calidad, fortalecer la conversación con las audiencias, solventar dilemas éticos y diseñar mecanismos para adaptarse y ser sostenibles en medio de los cambios permanentes del mundo y el oficio.