Con la aparición de internet y las redes sociales, la proliferación de información falsa alrededor del mundo ha ido en aumento. Las plataformas virtuales se han convertido en el escenario perfecto para masificar la desinformación y llegar a muchas más personas sin importar el espacio geográfico donde se encuentren ni las temáticas que abordan, sean de índole científico, médico, político o económico.
Esta información errónea adquiere relevancia en la web, impulsada por personas que consideran que todo lo que se dice en internet es cierto y no se toman el trabajo de verificar los datos antes de compartir este tipo de información. A propósito de ello, Naciones Unidas declaró la Semana Mundial de la Alfabetización Mediática e Informacional (del 24 al 31 de octubre), con la que, a través de diversos eventos, promueve la formación masiva en educación mediática, ante la amenaza que representan el aumento de la desinformación en línea y fuera de línea, las teorías conspirativas, el discurso del odio y el mal uso de los medios sociales.
Según la Unesco, la dura realidad es que con la proliferación de información de este tipo en la web se está erosionando el factor de la confianza y, partiendo de ello, hizo un llamado a la comunidad internacional a incrementar su compromiso con la alfabetización mediática e informacional para fomentar la confianza de los ciudadanos en lo referente a las personas, los medios de comunicación, las plataformas digitales, los gobiernos, el sector privado y las organizaciones no gubernamentales, ya que, como destacó el secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, los valores de confianza y solidaridad son el adhesivo que posibilita la cohesión social y los avances sociales para el bien común.
El resultado de este fenómeno es que la labor periodística se ha centrado en gran medida a hacerle frente en los últimos años, disponiendo cada vez más recursos tecnológicos y humanos para ello, valiéndose de nuevos medios y formatos para desmentir la desinformación. Sin embargo, aun con la aparición de medios dedicados exclusivamente a la verificación del discurso público y a desmontar información falsa, como es el caso de Chequeado, en Argentina, no es suficiente, pues la labor resulta cada vez más compleja, tal y como lo señalan expertos periodistas de Iberoamérica invitados a la charla ‘Audiencias contra la desinformación’, que se llevó a cabo en el marco del 10º Festival Gabo, en Bogotá.
María Teresa Ronderos, periodista investigativa del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística - CLIP, señala que desde siempre ha habido mentiras de los gobiernos y de políticos en elecciones; lo que es nuevo es la forma como esas mentiras se distribuyen. Afirma que este fenómeno se debe a la forma en cómo funcionan las redes sociales, que se lucran de que haya más gente reaccionando a los contenidos, “porque si tú dices algo amable y querido en internet no tienes muchos clics, pero si dices una barbaridad produces una discusión y hay mucha gente a favor. Así operan las plataformas y por eso están un poco esquizofrénicas”, advierte la periodista.
Además, Ronderos recuerda que en las redes sociales son un ambiente democrático donde se deja a todos dar sus opiniones sobre cualquier tema. Por lo que, añade, bajar de la red todo lo que se considere mentiroso y dañino también constituye un problema porque puede disminuir el tráfico en tales plataformas.
Ronderos advierte que otro de los problemas que ha hecho que nazca y evolucione cada vez más rápido la información falsa es el mercadeo que se hace con inteligencia artificial para seguirle la pista a las personas con la huella digital que dejan en internet para ofrecerles información de un tipo, generar confianza y luego empezar a hablarles de política o de cualquier otro tema del que quieran hablar, e inundarlos con información falsa.
Dice la periodista colombiana, basada en su experiencia, que una buena forma para masificar verdades es la utilización de diversos formatos como el humor, la caricatura y la ocurrencia. “Ahora se debe pensar más cómo se mira la información masivamente por redes, con el documental o el video".
Desinformación segmentada por públicos
Mario Tascón, socio director de Prodigioso Volcán, señala que la desinformación en temas específicos como la política está claramente repartida y dependiendo del momento, del país y de las elecciones se encuentran ejemplos de todo tipo, porque es el internet el que ha puesto el nuevo ingrediente en este problema que existe hace siglos y que muchas veces los periodistas son incapaces de dominar.
“La base de la narrativa es la emoción (…) y las personas que trabajan detrás de estas noticias manejan los relatos y las emociones, y además se encuentran con un público predispuesto a esas emociones”, advierte el periodista, quien además señala que ahora cualquiera puede ser emisor y difusor, pero además, estos emisores no solo difunden, sino que tienen ejércitos, unos pagados y otros que son verdaderos fans, que muchas veces tienen buenas intenciones en difundir las ideas de sus líderes y de aquellos que piensan como ellos.
“Ese es también el problema, que estamos en unas burbujas polarizadas de gente que piensa igual y que apoya todo lo que venga de quienes piensan igual que ellos, y esto está generando unas oleadas democráticas y un peligro también para los mercados y sobre todo para las democracias”, recalca el periodista, quien asegura que lamentablemente la humanidad está dispuesta a creer casi todo, porque llevamos siglos haciéndolo y esta difusión de información falsa está centrada en la manipulación, la mentira y la confusión.
Natalia Viana, que hace parte del Consejo Rector de la Fundación Gabo, se refirió al caso de Brasil, donde se ha desatado una guerra de información falsa por cuenta de la contienda electoral que se lleva a cabo este año para elegir el nuevo presidente en ese país.
“La gente que está actuando en Brasil tiene relación muy cercana con la gente de Donald Trump, que ya utilizaron sus relaciones en 2020, las desarrollaron y ahora están buscando utilizarlas en Brasil, y las narrativas son exactamente las mismas”, anota Viana, quien señala que “Bolsonaro ya dice desde ahora que habrá fraude, que no va a aceptar la derrota y ya sabemos que va a intentar lo mismo que hizo Trump desde el Capitolio”.
Viana también señala que como periodistas hay que buscar la forma de no ser utilizados para esas estrategias; por eso se ha centrado en investigar cómo se financian, se organizan y se estructuran estas redes, porque si algo es importante tener en cuenta es que esas grandes olas de desinformación no son orgánicas. Estas acciones en muchos países, como en Brasil, pueden ser criminalizadas, porque son crímenes electorales que se hacen en serie, lo cual hace necesario buscar el mecanismo detrás de esta crisis de desinformación.
“La emisión de este tipo de noticias falsas se ha sofisticado y ha creado nichos con grupos evangélicos, militares, de derecha, de izquierda, porque es más fácil engañar a una persona con información que proviene de alguien cercano, y es muy difícil decirle a la gente que no confié en su familia o en sus amigos. Las redes sociales deben comprender sus responsabilidades e identificar este tipo de noticias para advertirle a las audiencias que esta información puede no ser cierta”, señaló la periodista.
Pablo Fernández, del portal Chequeado, de Argentina, señala que la desinformación no tiene una solución fácil por su complejidad y magnitud. Una buena práctica ha sido aprovechar la tecnología y la inteligencia artificial para empezar a llegar a las audiencias y estar atentos a lo que se está publicando y de lo que se está hablando.
De otro lado, Fernández pone de presente que la discusión tiene varias dimensiones que incluyen periodismo seguro, tecnología y nuevos formatos, por lo que se debe trabajar en la educación, el estudio y conocimiento de las plataformas o redes sociales, en la medida en que van surgiendo, para hacer presencia en ellas, identificar este tipo de noticias y hacerles frente.
¿Cómo estamos en alfabetización mediática en Iberoamérica?
Los invitados a la charla ‘Audiencias contra la desinformación’, de la Fundación Gabo, consideran que en Iberoamérica se ha hecho poco desde la educación para combatir esta problemática y es uno de los temas que más preocupan al gremio de periodistas y a los medios, que velan para que la ciudadanía esté cada vez mejor informada.
Natalia Viena señala que en Brasil ni siquiera se ha propuesto el tema para que haga parte de la agenda pública, mientras que Mario Toscón señala que en España si bien la discusión existe no hay compromisos más allá que la buena voluntad de los periodistas y algunos maestros que les enseñan a los estudiantes a pensar de manera crítica. María Teresa Ronderos, por su parte, señala que en Colombia hay una gran labor por parte de los medios de comunicación y para ello también es importante tener presente a las audiencias, que tienen mucho que aportar al trabajo periodístico diario y ayudan a informar de una mejor manera.
Según la Unesco, la alfabetización mediática e informacional hace referencia al conjunto de competencias que ayudan a las personas a maximizar las ventajas y minimizar el daño que puede ocasionar la información falsa en la web. Cabe resaltar que este término abarca las competencias que permiten a las personas interactuar con la información posteada en medios digitales en diferentes formatos de manera crítica y eficaz, por lo tanto requiere una combinación de información crítica, medios de comunicación y competencias digitales. En ese sentido, la entidad puso en marcha un nuevo recurso titulado ‘Ciudadanos alfabetizados en medios de información: prensar críticamente, hacer clic sabiamente’, sobre alfabetización mediática para educadores y estudiantes.