“¡Ya basta de tuitear!”. Así resume un artículo de Nieman Lab las pautas que dio The New York Times a sus periodistas sobre el uso de Twitter, red social que ha atraído a un número significativo de reporteros y corresponsales, llegando a ser considerada la red de los periodistas.
Sumada a las indicaciones del medio estadounidense, The Guardian también publicó una nueva guía para sus empleados a la hora de usar las redes sociales, en especial, la del pájaro azul. Su manual sobre el uso de las redes sociales surge como una manera de garantizar que la reputación del medio no se afecte. Para el Guardian, la participación activa de los periodistas del diario británico en estas plataformas podría afectar la imagen no solo del mismo periodista, sino también del medio, y sus publicaciones deben obedecer a un tratamiento informativo imparcial y alejado de toda opinión.
La guía ha suscitado un debate alrededor del derecho a la libertad de expresión. En uno de sus puntos más polémicos señala que las pautas del manual aplican para todos sus empleados y colaboradores, independiente de su función. Además, deben servir como una referencia sobre cómo el medio espera que los empleados se comporten en línea.
The Guardian aclara que aunque sus trabajadores son responsables de lo que postean en redes sociales, no acatar las recomendaciones expresadas en el documento podría acarrearles una amonestación.
“Las cuentas personales de redes sociales son personales, no de nuestra propiedad. Pero recuerda siempre que, si estás asociado a nuestro medio, todo lo que publiques, le des me gusta o compartas en las redes sociales, independientemente de la plataforma, es de carácter público y se puede considerar que representa una posición oficial de esta casa editorial, incluso si esa no es la intención", se lee en el manual del medio británico.
Otra de las recomendaciones del medio británico es que tampoco citen comentarios ofensivos ni los retuiteen, incluso si la intención es mostrar desaprobación, ya que The Guardian considera que esto "premia a las cuentas ofensivas con atención".
Además, piden "encarecidamente al personal que elimine periódicamente trinos antiguos y otras publicaciones sociales". Para ello, recomiendan usar el servicio Tweetdelete.
Por otra parte, si bien las pautas de The New York Times atienden a otras razones –por ejemplo, el tiempo que pierden sus periodistas en Twitter, y cómo esta red distorsiona sus percepciones– estos casos reflejan que el tema es un debate actual en las salas de redacción. Quizás antes había una necesidad mayor de estar presente en la red, pero ahora los medios advierten que no es necesario, e incluso es nocivo, que sus periodistas se desgasten en ellas.
“Creo que si echas un vistazo a algunos periodistas (...) en The New York Times y en otros medios: con qué frecuencia tuitean, qué tuitean, la importancia de lo que tuitean, cuánto tiempo dedican a ello, surge la pregunta: si tu labor es descubrir hechos importantes y contárselos al mundo, ¿es esa la forma en la que quieres pasar el día?”, cuestiona Dean Baquet, director ejecutivo del medio estadounidense, citado por Nieman Lab.
Las recomendaciones de The Guardian
The Guardian invita a sus empleados a pensar tranquilamente antes de postear. "Usar el sentido común y pensar antes de publicar es algo que siempre funciona. No publiques si estás de mal humor o molesto. Tampoco postees nada que pueda ser clasificado como confidencial, incluida información discutida en las reuniones matutinas del medio", recomiendan en su manual.
Además, en el texto se aclara que The Guardian no requiere que sus periodistas tuiteen o publiquen en cualquiera plataforma.
"La mayoría del personal puede hacer su trabajo extremadamente bien usando las redes sociales ocasionalmente, como para compartir historias de The Guardian y Observer, para monitorear en ‘modo escucha', recopilar noticias o buscar fuentes, o simplemente no usarlas en absoluto. No se espera que tengan presencia o seguidores en las redes sociales", indica en la guía.
Esta última pauta merece atención, puesto que en muchas ocasiones el tráfico llega a los medios a través de sus periodistas y las audiencias que han cultivado. Esto, en gran medida, gracias a los seguidores de redes sociales que acompañan al periodista independientemente del medio donde trabaja.
El periodista, editor y consultor para medios digitales Andrés Guevara explica que "hay periodistas que construyen su reputación debido al medio para el que trabajan; es decir, usando el nombre para el que trabajan". Pero pone de presente que también “hay medios que hacen lo contrario: construyen su reputación gracias a los nombres de los periodistas; e, incluso, hay una tercera categoría: los medios que construyen reputación, audiencia y público y expanden ese público gracias a que sus grandes periodistas opinan. Es decir, es una relación que puede ser simbiótica, parasitaria y mutualista".
Guevara agrega que un periodista puede tener opiniones y trabajar en un medio y critica que alrededor del uso de las redes sociales las reglas del juego se cumplan algunas veces y otras veces no.
"No puede ser que cuando ese periodista opina, le va muy bien y consigue audiencia para los medios, sí se acepte; pero cuando son voces pequeñas, disidentes, no afines al medio de comunicación, se cercene. Ese doble juego no debería permitirse. O se es o no se es. Y, en atención a los derechos, es preferible que sea. Es decir, que sea libre", comenta el editor y periodista.
¿Se requiere un debate sobre el uso de las redes?
Una de las polémicas que ha originado el reciente manual de The Guardian tiene que ver con que puede desincentivar las conversaciones o los diálogos con las audiencias en las redes sociales. Al respecto, el columnista de Vanguardia Víctor Solano Franco señala que, si bien los medios de comunicación no deben prohibir el uso de redes sociales a sus periodistas, "sí debe haber una conversación alrededor de los usos y propósitos del uso, así como recomendaciones para que la reputación del periodista, de sus colegas y del medio estén a salvo".
En este sentido, el periodista y docente colombiano considera que es conveniente que todos los periodistas tengan una autorregulación al explicitar sus posturas en redes sociales. "Hay que saber distinguir y dejar muy claro cuándo estamos informando y cuándo opinando. Para ello es recomendable el uso de etiquetas, ya que no siempre las audiencias distinguen información de opinión. Nuestro trabajo en el oficio del periodismo es facilitar la comprensión de nuestras audiencias", indica.
Por su parte, Guevara dice que "crear este tipo de manuales no es censura; es una extensión de manuales que existen en todas las empresas". En términos pragmáticos, indica que las redes sociales, al ser un escenario más de la realidad, pueden estar incluidas en un manual de correcto uso, como cuando hay normas sobre cómo portar el chaleco o uniforme.
"Cuando uno tiene una marca sobre uno, que empieza a representarla, es natural que existan esas normas. En términos más profundos, la tensión entre derechos ocurriría si la opinión de los periodistas es cercenada por intereses no editoriales. Si esa libre expresión termina afectando los intereses comerciales y económicos de los medios, ahí sí se puede considerar como censura, ya que el debate público debe primar", sostiene.
Reputación versus libertades
Otra cuestión en torno al debate del uso de redes sociales por parte de periodistas es si se trata de una pauta relacionada con la ética periodística. Andrés Guevara explica que el surgimiento de estos manuales orbitan alrededor de la ética. La mayoría de ellos "pretenden que a la luz del público no se vea mácula alrededor de quien difunde la información y cómo se distribuye, y qué tan independiente u objetiva o qué tan cristalina pueda ser la información”.
Por ello, agrega que “al añadir a la ecuación un periodista que piensa, opina y debate, pero también que insulta o crítica, o que tiene una posición política muy marcada, se crean manuales como estos, bajo la sombra misma de la ética: de dar apariencia de que la información tiene un primer filtro ético”.
También vale la pena preguntarse qué sería más ético: ¿revelar las ideologías y opiniones de los periodistas u ocultarlas?, teniendo en cuenta que pese a que no se publiquen, todos tienen posiciones definidas.
"El manual de The Guardian es una posición conservadora que procura a toda costa blindar la reputación del medio porque teme que ya no solo los editores sino los periodistas puedan llegar a 'contaminar' con su opinión la visión que las audiencias tienen del medio”, expresa Victor Solano, quien acepta que en algo sí tiene razón el medio británico: "Para muchas personas, periodista y medio son lo mismo. Ya en 2010, The Guardian se había referido al cuidado que debían tener sus periodistas en la generación de contenidos para sus blogs personales”.
A pesar de ello, reconoce que no siempre el periodista tiene la misma posición editorial que el medio. "Eso me parece válido. Sin embargo, si el periodista por su propia cuenta evidencia que su postura es sistemáticamente diferente a la del medio tiene que entrar a considerar si debe continuar trabajando allí para no seguir en un conflicto permanente", manifiesta.
Más allá del problema ético y de la reputación, el debate conlleva a preguntarse por los derechos de los periodistas. “Existe una tensión de derechos y habría que abordarlo en cada caso de manera particular. No es lo mismo que los medios tengan un manual sobre el uso de palabras que sean insultos, discursos de odio o de racismo a que los veten de opinar sobre política o de que puedan opinar sobre el trabajo de otros colegas. Ahí es donde se empieza a trazar la línea”, subraya Guevara.
El periodista y consultor indica que en ese debate, en el que se enfrenta la reputación contra las libertades y derechos, prefiere decantarse por lo segundo. No obstante, reconoce que las opiniones conllevan un compromiso. "El mismo periodista debe estar dispuesto a cargar con la responsabilidad con la que asume sus opiniones. Si sus opiniones le restan credibilidad, es un obstáculo para él mismo, como para la empresa para la que trabaja".