Un grupo de periodistas en vista de la multiplicación de problemas éticos en los medios ha propuesto la creación de un tribunal ético que examine esos casos y sentencie: ¿Es el camino adecuado?
Respuesta de Gumersindo Lafuente
Esta es una cuestión polémica que ha tenido variadas soluciones dependiendo de los países. En Europa conviven leyes estatales que regulan la ética periodística con normas acordadas por asociaciones de profesionales del periodismo. También hay tribunales o comisiones deontológicas nacidas de las propias asociaciones de periodistas o impulsadas incluso por grupos de editores.
Es importante saber el grado de libertad o de estabilidad de las democracias en las que se desarrolla el trabajo de los periodistas. Cuando no hay democracia efectiva, el periodismo sufre tanto que hasta las normas éticas son pura ilusión.
Como anécdota contaré que en 1972, en España, en plena dictadura franquista, desde el Ministerio de Información se formó un jurado de ética periodística. Entre otras lindezas se les exigía a los profesionales que defendiesen las leyes de la dictadura y la moral cristiana. Hoy existe una comisión deontológica dependiente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), pero su funcionamiento no es todo lo ágil que debiera y, además, las Asociaciones de la Prensa tampoco están en su momento de mayor prestigio. El reto es en todo caso interesante.
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“La ética es una vocación de todo ser humano a ser excelente como persona”
Respuesta de Javier Darío Restrepo
En la larga vida de este consultorio este ha sido un tema reiterado ampliamente, asociado a la diferencia fundamental entre lo ético y lo legal.
Esta diferencia se pone de manifiesto con las frecuentes propuestas de crear tribunales éticos.
Hay una contradicción en los términos cuando se habla de tribunales éticos. El tribunal es una entidad creada para exigir el cumplimiento de las leyes. Como la policía, las cárceles, las multas o las distintas sanciones, los tribunales son recursos de presión para que una ley se cumpla y su violación se sancione. La ética, en cambio, se empobrece y pierde dignidad cuando se pretende convertirla en código, norma o ley que se imponen desde fuera o por cuya violación se imponen sanciones y castigos.
El de la ética es el reino de la libertad; la ética misma es un ejercicio de libertad porque uno es ético porque así lo quiere, no porque nada ni nadie se lo impongan. Vuelvo a citar a Kant para quien ser ético es ser legislador de sí mismo que cumple la ley que está escrita en su corazón.
En vez de tribunales que convierten a los periodistas en jueces y que contaminan con la sensación de poder que da juzgar a los otros, prestan un valioso servicio las comisiones de ética encargadas de estudiar casos para destacar los valores y principios disponibles para quienes hacen la construcción diaria de una conciencia que busca la excelencia personal y profesional. Que tal es el quehacer ético. En ética nadie es juez de nadie, salvo de sí mismo.