En la escena de un crimen, ¿qué derechos y violaciones le caben al periodista? En la escena del crimen el periodista actúa en nombre de la sociedad, por tanto tiene los mismos derechos de cualquier ciudadano. El crimen, cualquier crimen, pone en riesgo la seguridad ciudadana porque implica la ruptura y el desconocimiento de las normas de convivencia es, pues, un hecho que la ciudadanía debe conocer y el periodista es quien, por oficio, transmite ese conocimiento.
Hay, sin embargo, unos límites, que son los que señalan los derechos de las víctimas, de los implicados y de los agentes de la justicia. Estos últimos tienen que ver con aspectos como la reserva sumarial que los funcionarios de la justicia reclaman como condición necesaria para adelantar normalmente y sin interferencias, los procesos.
Están, además, el derecho a la presunción de inocencia y el derecho a la intimidad de las personas.
La prisa insensata para transmitir la noticia antes de la competencia, y para presentarla en la forma más llamativa, induce a la violación de estos derechos. Al asumir abusivamente el rol de juez, el periodista llega a creer que dispone de los datos para determinar quién es culpable o inocente como parte de esa temeraria ficción, el periodista clasifica en sus informes quién es culpable o inocente y llega a marcar ominosamente la vida de las personas.
Es, pues, el escenario del crimen, un lugar en el que el periodista debe moverse con la cautela que indica la vigencia y el respeto por los derechos de las personas.
Documentación.
Las posiciones que sostienen que el derecho a la información prevalece sobre el derecho a la vida, o sobre el derecho al honor, o sobre el derecho a la intimidad y vida privada, o sobre el derecho a la propia imagen, están invitando a que el derecho a la información � por su prevalencia- devore total o parcialmente otros derechos humanos. El mismo efecto devorador se produce si se mantiene la posición contraria, es decir, que el derecho a la vida, a la intimidad y vida privada, o a la imagen, son prevalentes respecto del derecho a la información.
Lo que parece más acorde con la naturaleza y el sentido de los derechos humanos es que vivan, convivan, coexistan entre sí íntegramente. No se puede olvidar que todos los derechos humanos son genéricamente derechos y específicamente se refieren al hombre. Tienen al hombre como titular de la forma más profunda posible. Explicitan la radical igualdad, unidad y dignidad del hombre. Por eso, no pueden ser contradictorios, ni oponerse dialécticamente, ni destruirse recíprocamente.
Carlos Soria.
La ética de las palabras modestas. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. 1997. P.47.