El “lavado arcoíris”: una amenaza a la representación LGBTIQ+ en el periodismo
28 de Junio de 2024

El “lavado arcoíris”: una amenaza a la representación LGBTIQ+ en el periodismo

En este nuevo Día del Orgullo, analizamos cómo el pinkwashing y rainbow washing han distorsionado la representación LGBTQI+ en el periodismo, enmascarando intereses comerciales y perpetuando estereotipos dañinos.
Foto: Hannah Voggenhuber en Unsplash / Uso bajo licencia
Red Ética

Como cada junio desde la última década, marcas de todas las industrias movieron en sus redes sociales y locales comerciales sus productos y campañas del Día del Orgullo LGBT, y las empresas de medios no fueron la excepción. 

En un año que ha estado cargado de tensiones internacionales y donde la extrema derecha ha retomado su fuerza en algunos puntos clave del planeta, las acusaciones de pinkwashing y ‘capitalismo arcoiris’ han sido exacerbadas por la manera en la que el estado israelí y sus funcionarios han usado su postura progresista sobre los derechos de las personas LGBTIQ+ como una estrategia para distraer al periodismo y a la atención mediática de sus actos contra civiles palestinos en Gaza.

Este 28 de junio, mientras se conmemora una vez más el Día del Orgullo alrededor del mundo, en la Red Ética vemos la oportunidad de analizar cómo este tipo de estrategias han encontrado en el periodismo su puerta de entrada a nuevas audiencias y cómo han enmascarado intereses comerciales o políticos, distorsionando la realidad de la población LGBTIQ+ y perpetuando estereotipos en los medios.

Pero empecemos por entender qué es el rainbow washing (o pinkwashing). Según Laura Recalde, coordinadora del Grupo de Estudios sobre Disidencias Sexo Genéricas y Corporales de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República Uruguay, este término —conocido en español como ‘lavado arcoiris’— “se caracteriza por el uso superficial de la simbología LGBTIQ+ por parte de empresas o instituciones, con el objetivo de mejorar su imagen pública y atraer a una audiencia consumidora, sin comprometerse realmente con las demandas y luchas de la comunidad”. 

Esta apropiación comercial de los discursos, los símbolos y las consignas, sin realizar acciones efectivas que promuevan la igualdad y la inclusión de las personas LGBTIQ+ en la sociedad, termina entonces exotizando a esta población y volviéndose parte de una agenda mediática en la que sus derechos parecen convertirse en bienes de consumo.

Pero ¿por qué las empresas de medios y los periodistas terminan cayendo en estrategias de márketing como el pinkwashing y el rainbow washing si se supone son quienes mejor preparados están para enfrentarlas? ¿Cuáles son sus motivaciones? Sobre esto, la periodista de Ojo Público, Rosa Chávez, nos explica que los medios al igual que otras industrias también necesitan rédito comercial para operar, lo que implica permitir pauta publicitaria, hacer publirreportajes y en ocasiones cruzar el tratamiento ético de un tema para responder a los intereses económicos de quienes financian y auspician las noticias. 

Chávez también es clara al mencionar que muchas veces el periodismo no cae en estas prácticas solo por estrategia corporativa, sino también por intereses personales de los periodistas, que buscando un posicionamiento personal o prestigio dentro de los movimiento activistas terminan convirtiéndose en “una voz autorizada que está por encima de las poblaciones sobre las que estás escribiendo, cayendo además en el extractivismo informativo”. 

Mariana Alvarado, coordinadora de la Red para la Diversidad en el Periodismo Latinoamericano, reconoce que los medios de comunicación tienen “una gran deuda con las audiencias al no tener presente de una mejor manera las distintas comunidades que están integradas en la población a la que cubren, entre estas la LGBTIQ+”, lo que permite que el foco en esta población se ponga solo durante momentos muy específicos, como la conmemoración del Orgullo o hechos relacionados con actos violentos en los que miembros de estas comunidades son los protagonistas.

Los lavados arcoiris y rosa se manifiestan en el periodismo de distintas maneras, la principal siendo la cobertura superficial de las personas LGBTIQ+, en donde no se profundiza en las realidades complejas que enfrentan sino que sus historias se presentan a través de un lente estereotipado o estigmatizante que, de acuerdo a Fabrizio Sánchez Di Camillo, periodista parte de la Red para la Diversidad en el Periodismo Latinoamericano y miembro del Observatorio Venezolano de Violencias LGBTIQ+, termina “presentando a toda la población como un producto enlatado que se ve y se comporta igual y al que además le suceden las mismas cosas, aún cuando sus necesidades son distintas”. 

La falta de diversidad en las fuentes consultadas para abordar temas LGBTIQ+ también suele ser una ventana abierta para que estas estrategias se cuelen en los medios, pues a menudo estos temas se consultan exclusivamente con personas blancas, cisgénero y masculinas que no representan a toda la población y que pueden terminar perpetuando la invisibilización de otras voces dentro de las múltiples comunidades que hay en el movimiento LGBTIQ+.

Además de estas consecuencias, Sánchez y Chávez señalan que estos “lavados” en el periodismo tienen otras implicaciones éticas, como el clickbait cuando se generan notas que solo responden al interés de la audiencia por lo “pop” de la cultura LGBTIQ+, o la binarización pública de su población cuando sólo se les menciona en las noticias o por hechos relacionados con la violencia que sufren, o por las festividades que realizan en el marco de la celebración de su diversidad. 

En este sentido, la responsabilidad de los medios es crucial para educar y sensibilizar a la sociedad en general en los temas de diversidad, especialmente en una época como la que vivimos actualmente, donde hay una avanzada conservadora que, como menciona Laura Recalde, ataca los derechos de las mujeres y las disidencias sexo-genéricas. Al respecto, la académica uruguaya hace un llamado para que el periodismo en América Latina pueda entender que "cuando se habla de derechos para los colectivos LGBTIQ+ se habla en realidad de derechos humanos, y es de suma importancia entenderlos de esta forma para jerarquizar su importancia y también la urgencia de su tratamiento, dado que se trata de las condiciones de vida de una población que está sumamente relegada y cuyos derechos han sido históricamente ignorados y violentados". 

En contraste con el pink y el rainbow washing de los grandes medios, existe también un periodismo que se ha comprometido con una representación auténtica, profunda y respetuosa de la población LGBTIQ+. De acuerdo con Alvarado, la última década el mundo ha tenido un crecimiento exponencial de estos “medios de nicho” que se esfuerzan en visualizar a esta comunidad, pero la responsabilidad no puede recaer solo sobre ellos. 

En el caso de Iberoamérica, medios como Agencia Presentes, Ojo Público, Reportar sin Miedo y Edición Cientonce han hecho un esfuerzo por hacer un cubrimiento riguroso de la diversidad y demostrar que el periodismo puede generar cambios en las narrativas para estas poblaciones sin perpetuar estereotipos, pero para que todos los medios puedan lograrlo, Recalde menciona que es necesario que “el periodismo le de más profundidad teórica y densidad crítica al correlato de la realidad LGBTIQ+ y que se permitan contar cómo vive la gente, cómo es el acceso que tienen a los servicios básicos, al trabajo, al derecho a la salud, o a la educación de calidad”.

Cuando se trata del cubrimiento LGBTIQ+ el buen periodismo debe dejar de lado la superficialidad para comprender las complejidades de su realidad, incluir en sus historias a personas de diferentes identidades, experiencias y geografías y sobre todo para abordar las problemáticas que enfrenta esta población desde una perspectiva que impulse los cambios estructurales.

Recomendaciones para hacer un cubrimiento más ético de la diversidad sin caer en el lavado arcoiris 

Aunque parezcan inofensivos, el pinkwashing o rainbow washing representa una amenaza a la buena representación de la población LGBTQ+; por eso, junto a los entrevistados de esta nota te dejamos algunas acciones que tu medio puede implementar para promover un mejor abordaje de estos temas en la sala redacción. 

  1. Garantizar una cobertura especializada y sostenida en el tiempo que no limite el seguimiento de temas LGBTIQ+ a eventos o conmemoraciones puntuales.

  2. Capacitar al personal periodístico en perspectiva de género y diversidad para asegurar el uso de la terminología adecuada y actualizándolos de forma regular sobre las problemáticas, necesidades y exigencias de la población LGBTIQ+. 

  3. Adoptar protocolos para atender a personas con historias diversas, para garantizar que se sientan cómodas y comprendidas durante su proceso de entrevista y evitando el extractivismo de la información. 

  4. Fomentar entre el equipo periodístico las coberturas críticas y menos descriptivas de la población LGBTIQ+. Así se incentiva un enfoque analítico que le permitirá a las audiencias profundizar en las problemáticas y entender los contextos que las provocan. 

  5. Mostrar desde la dirección editorial un interés genuino en los temas LGBTIQ+ y un compromiso riguroso al narrar sus historias, que refleje la diversidad y complejidad de esta población. 

  6. Establecer rutas de acción que permitan identificar y responsabilizar a quienes promuevan discursos de odio o crucen las líneas éticas en su cobertura.
     

El Día del Orgullo es una oportunidad para recordar y celebrar los avances logrados por la comunidad LGBTQ+, pero también para reflexionar sobre los desafíos que aún persisten. La lucha por una representación respetuosa de estos colectivos en el periodismo es una tarea que nos involucra a todos y todas, así que como periodistas, audiencia y sociedad civil, tenemos la responsabilidad de exigir un periodismo ético y responsable que refleje la realidad en toda su complejidad, sin caer en estereotipos ni superficialidades.

 

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